El 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Es un buen momento para recordar que, a pesar de que hemos avanzado, la proporción de mujeres en algunas carreras científicas sigue siendo bajísima. También que en aquellas en las que sí hay un alto porcentaje femenino los puestos de responsabilidad siguen estando representados mayoritariamente por hombres. Y, por supuesto, que muchas niñas siguen pensando que las matemáticas o la física son demasiado difíciles para ellas. Esto puede parecer una exageración, pero es una realidad en la que puede tener mucho que ver la ausencia de mujeres científicas en sus libros de texto.

Cada vez se hacen más actividades dirigidas a promover las vocaciones científicas. Se hacen vídeos, campañas en redes sociales, libros infantiles… Pero el mayor contacto de niños, niñas y adolescentes con el conocimiento científico son sus libros de texto. Y también sus profesores, por supuesto. Después puede que se interesen por redes sociales o libros extracurriculares, pero es precisamente en esa formación obligatoria en la que más deberíamos incidir, porque es a la que se exponen día a día. La que tienen que estudiar para aprobar las asignaturas y pasar de curso.

¿Pero se hace realmente? ¿Hay mujeres científicas en los libros de texto de los institutos? ¿Tienen las niñas en las materias que se estudian algún espejo en el que mirarse? Hace no demasiados años la respuesta era un no tajante. Hoy, por suerte, las cosas están cambiando, aunque aún queda mucho camino por andar.

Un pasado sin mujeres científicas en los colegios

Hubo una época, hace muy pocos años, en la que no había ni una sola mujer en los libros de texto de materias como la biología, la química o las matemáticas. Y no porque no hubiese mujeres científicas a las que nombrar. Se estudiaba la ley de conservación de la masa haciendo honores a Antoine Lavoisier, pero olvidando a su esposa, Mari Anne, quién tuvo un papel importante en el desarrollo de esta ley. Se hablaba de telómeros y telomerasa sin hacer la más mínima referencia a Elizabeth Blackburn, ganadora del premio Nobel por el descubrimiento de la telomerasa. Y, por supuesto, se mostraba la típica imagen de James Watson y Francis Crick junto a una maqueta de la hélice de ADN sin recordar que sin la famosa fotografía tomada por Rosalind Franklin otro gallo les habría cantado.

Hoy, por suerte, sí que podemos encontrar algunas mujeres científicas en los libros de texto. No tantas como nos gustaría, pero sí suficientes para ver que todas esas campañas de concienciación están empezando a calar. ¿Podemos hablar ya de igualdad en estos libros? Por supuesto que no. El cambio es progresivo, pero precisamente por eso es tan importante el papel de los profesores.

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Los libros de texto ya no son lo que eran

Los libros de texto han cambiado mucho en los últimos años y lo han hecho a muchos niveles. Ahora la mayoría son bastante más descriptivos, quizás con menos retratos de personajes y escenas de niños jugando o adultos trabajando en un laboratorio. Al menos eso es lo que ha observado Ion Ormazábal, quien da clases de biología y geología en secundaria y bachillerato en un instituto de Zaragoza. En su caso solo usan libro en 1º de la ESO y, según sus palabras, los dibujos son muy científicos. “Se pueden ver dibujos sobre la anatomía de un caracol, las capas de la Tierra, el ciclo del agua…No hay demasiadas imágenes que representen a niñas y niños realizando actividades o a personas trabajando en diferentes ámbitos científicos como un laboratorio”, relata el profesor. “En las pocas ilustraciones en las que aparecen personas hay representación de chicas y chicos, está equilibrado”.

En muchos centros los profesores optan por llevar su propio material en vez de recurrir a libros de texto

Ainoa Gómez trabaja en Barcelona, pero también como profesora de biología y geología en secundaria y bachillerato. En los centros en los que ella ha trabajado tampoco acuden a un uso frecuente de los libros de texto. No obstante, sí que ha usado algunos y ha podido hacer una comprobación similar a la de Ion. “Cuando me he fijado en las ilustraciones, he visto poca representación de figuras en general. No se le suele dar importancia a la historia de la ciencia, y si se hace es muy de pasada”, explica. “Ahora mismo el único libro que tengo a mano es del 2008 y ciertamente las ilustraciones y las figuras que existen son todas masculinas, aunque sí recuerdo haber visto ejemplos que rompen ese estereotipo. Creo que tiene más que ver con cuánto haya querido modernizarse la editorial en concreto a la hora de elegir ejemplos e ilustraciones”. 

Y lo cierto es que sí que hay editoriales que están poniendo mucho empeño en este aspecto.  Lo ha explicado a Hipertextual el físico y divulgador científico Eugenio Manuel Fernández, quien ha trabajado durante una década para varias editoriales haciendo las funciones de autor, corrector, coordinador, editor o asesor. Especialmente ha desempeñado su labor como autor en Algaida, una editorial de libros de texto de Andalucía perteneciente al grupo Anaya. Y nos cuenta que allí el enfoque de los libros desde una perspectiva de género es algo obligatorio. 

“Desde hace unos años el enfoque de género es obligatorio en los libros de texto de Andalucía y los que conozco se han ido poniendo las pilas. Algunas veces se ha hecho con calzador, pero con el tiempo se está logrando que sea algo más fluido y espontáneo. Hace diez años ponías una ilustración con cuatro niños jugando al fútbol y pasaba el filtro. Hoy si pones cuatro niños y ninguna niña tú misma te das cuenta de que la ilustración está sesgada”.

Eugenio Manuel Fernández, físico, divulgador científico y autor de libros de texto

En Andalucía precisamente trabaja Francisco López. Concretamente en Almería, donde ejerce como profesor de matemáticas en secundaria y bachillerato. Él también opina que en los últimos años se ha avanzado, aunque todavía falta un empujoncito más: “Sí que hay imágenes e ilustraciones de mujeres científicas, pero creo que no es suficiente la representación de estas con respecto a los hombres”.

Mucho camino por andar

En 2009, un equipo de investigadores de la Universidad de Valencia lanzó el proyecto TRACE Las mujeres en los contenidos de la Enseñanza Secundaria Obligatoria. Este consiste en una base de datos pública, que cualquiera puede consultar en internet, en la que se puede ver la representación femenina en los libros de texto de los cuatro cursos de la ESO en España. Incluye todas las materias, por lo que no se analiza solo la situación de las mujeres científicas.

Si hacemos una búsqueda en dicha página, podemos ver, por ejemplo, que en matemáticas de 1º de la ESO hay representación femenina en las imágenes, aunque es mucho menor que la masculina. Sin embargo, no se cita ninguna obra. Es decir, no se hace referencia al trabajo de ninguna mujer matemática. 

López Navajas, Ana; López García-Molins, Ángel et alii (2009).
La Presencia de las Mujeres en la E.S.O. (consultado el 08-02-2022).
http://meso.uv.es/informe/index.php

La cosa no mejora en 2º de la ESO.

López Navajas, Ana; López García-Molins, Ángel et alii (2009).
La Presencia de las Mujeres en la E.S.O. (consultado el 08-02-2022).
http://meso.uv.es/informe/index.php

Y tampoco en 3º ni en 4º. 

López Navajas, Ana; López García-Molins, Ángel et alii (2009).
La Presencia de las Mujeres en la E.S.O. (consultado el 08-02-2022).
http://meso.uv.es/informe/index.php
López Navajas, Ana; López García-Molins, Ángel et alii (2009).
La Presencia de las Mujeres en la E.S.O. (consultado el 08-02-2022).
http://meso.uv.es/informe/index.php

En cambio, en otras asignaturas de ciencias, como la biología, si bien la balanza se decanta claramente hacia los hombres, sí que se cita a algunas mujeres científicas. 

López Navajas, Ana; López García-Molins, Ángel et alii (2009).
La Presencia de las Mujeres en la E.S.O. (consultado el 08-02-2022).
http://meso.uv.es/informe/index.php

Esto es algo importante y que tiene una clara concordancia con el hecho de que en carreras técnicas, como las ingenierías, la arquitectura o incluso las propias matemáticas, la proporción de mujeres siga siendo mucho más baja. Siguen teniendo pocos referentes en sus libros. Y, de hecho, los propios profesores lo notan. Es el caso del docente de matemáticas consultado para este artículo: “Siempre que se hace referencia a la historia de las matemáticas en los libros de texto se olvidan de las grandes mujeres matemáticas que hay y ha habido en la historia”.

Rosalind Franklin

También es una cuestión de historia

Todo lo que hemos visto hasta ahora no es solo un problema de falta de voluntad por parte de las editoriales. De hecho, como bien recuerda Fernández, estas ponen cada vez más empeño en incluir a mujeres científicas en los libros de texto. Es más bien culpa de años y años en los que el trabajo de miles de mujeres ha sido borrado de la historia. Unas pocas lograron que sus nombres y sus trabajos llegaran hasta nuestros días. Pero muchas seguramente se quedarían en el camino. Y las pocas que lo lograron no gozan en su mayoría del mismo reconocimiento que los hombres, porque vivieron en una época en la que sus trabajos se consideraron secundarios.

“Si te fijas en el currículum de física y química te aparecen Newton, Coulomb, Ohm, etc. Todos hombres”, ejemplifica el autor de libros de texto. “Las leyes tienen sus nombres y eso es difícil de cambiar. Durante el pasado se ha ocultado la labor de muchas grandes mujeres de las que hoy no tenemos ni constancia. Por eso es importante que esta visión esté clara en cada uno de los temas que se aborden, poniendo a la mujer es el lugar que siempre debería haber estado”.

Aunque no haya leyes con nombre de mujer, muchas de ellas se pueden relacionar con el temario que se estudia en el instituto

Aun así, las editoriales pueden incluir a mujeres científicas sin necesidad de forzar los temarios. Han estado presentes en la ciencia durante miles de años y sus trabajos pueden relacionarse con los de sus compañeros masculinos. Aunque las leyes no lleven sus nombres. “Siempre se puede hilar con el tema que estés tratando. Si estudias el átomo hablas de Maria Goeppert-Mayer, si hablas de la tabla periódica citas a Lisa Meitner o si hablas del laboratorio y las reacciones químicas aludes al excelente trabajo en la sombra de Marie Anne Pierrette Paulze, cuyo marido fue Lavoisier”.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Hasta que las mujeres científicas puedan ocupar el lugar que se merecen en los libros de texto, los profesores tienen también un papel indispensable.

Tanto Ainoa, como Ion y Francisco coinciden en que en sus centros los libros los elige el departamento y los vuelve a votar cada cierto tiempo. Es la situación en España. En otros países el asunto es diferente. Para saber más sobre esto, hemos hablado también con Paula Urrutia y Daniel Herrera

En España los libros de texto los suele seleccionar el departamento en cuestión y lo vuelven a votar cada cierto tiempo

Paula es profesora de física en los niveles equivalentes a secundaria y bachillerato en Santiago de Chile. En su caso, ella también prepara mucho material, pues considera que los libros de texto no incluyen suficientes ejercicios.

No obstante, sí que disponen de un libro oficial, que en su caso se elige de un modo diferente a como se hace en España. “La selección del texto depende del tipo de centro: los de dependencia estatal utilizan uno asignado y entregado por el estado y los particulares pueden solicitar el libro que entrega el estado o pedir libros a las familias”, aclara. “Para este último caso, depende si hay un convenio con una editorial en particular o cada docente hace la selección”. En su caso trabaja en un colegio de dependencia estatal, por lo que usa el libro que el Ministerio de Educación determina para cada año. 

En cuanto a Daniel, es profesor de física y matemáticas en bachillerato, en un centro de Toluca, en México. Y es el centro el que elige el libro. 

Daniel cuenta que no hay apenas referencias de mujeres científicas, pero que lo cierto es que tampoco hay apenas de hombres. Aunque sí que hay unos pocos más. Paula, por su parte, señala que en un vistazo rápido a su libro de texto no encuentra a una sola mujer científica. “Pero me gustaría aclarar que es un tema generalizado respecto a la historia de la ciencia en todos los textos y niveles, mis estudiantes conocen a Newton, Kepler y Galileo, fuera de estos es difícil incluso que los hombres aparezcan”.

En definitiva, en España, en México, en Chile y en cualquier otro lugar el trabajo del profesor es esencial. Por eso muchos optan por usar su propio material didáctico. Pero incluso si siguen con los libros de texto establecidos pueden añadir sus propios contenidos y tener en cuenta a las mujeres científicas. De hecho, esto es algo en lo que están de acuerdo todos los profesores consultados para este artículo.

Daniel, por ejemplo, opina que en las explicaciones de los profesores “se debe dar importancia a las mujeres, porque tienen que ser un referente para las nuevas generaciones”. Y es que, como bien explica Paula, “cuando se enseña, todo lo que la persona hace se transforma en ejemplo”. Está de acuerdo con esto Francisco, quien sostiene que los profesores son “una referencia para el alumnado y es bueno que ellos vean que las mujeres tuvieron un papel importante para el desarrollo de la ciencia en la historia”. Además, añade que es necesario que “sean conscientes de la brecha de género que había en la sociedad, donde el papel de la mujer no encajaba dentro de la ciencia”. También Ion habla sobre esta brecha e incluso hace hincapié en cómo ha llegado, de un modo diferente, hasta nuestros días.

“Más allá de quién descubrió qué, los profesores tenemos la responsabilidad de hacer ver a nuestro alumnado que todos deberían estar en igualdad de condiciones a la hora de acceder a un puesto de trabajo, ya sea relacionado con el ámbito científico o no. De la misma manera, si un hombre y una mujer acceden al mismo puesto, deberían percibir el mismo salario y se les debería exigir lo mismo. Es una lástima que tengamos que seguir promoviendo algo que debería ser la norma desde hace tiempo”.

Ion Ormazábal, profesor de biología y geología.

Y esto, para Ainoa, debe quedar retratado en las explicaciones de clase, pero también en el resto del material. “En mi caso, intento no caer en estos sesgos cada vez que genero un power point, un examen o una actividad de repaso. Pero este es mi caso, el de una mujer joven y que al menos intenta ser consciente de esta necesidad”. A esto la profesora de biología añade que no todos los docentes son igual de conscientes. Y quizás eso sea lo que en parte retrasa ese cambio completo que tanto necesitamos.

Por eso no solo es importante concienciar a los alumnos. También se debe concienciar a los propios docentes. Una vez que estos comprendan la importancia de mostrar a las mujeres científicas en sus clases, pueden incluso recurrir a material ya preparado, como el anexo totalmente gratuito que se encuentra en la página de la campaña #NoMoreMatildas, de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas.

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¿Por qué se necesitan mujeres científicas en los libros de texto?

La infancia y sobre todo la adolescencia suponen etapas clave en el aprendizaje de una persona. En esta última parece ser que tienen lugar procesos clave como una reorganización de los circuitos neuronales, conocida como poda sináptica, que influye en los cambios tanto en la cognición como en el comportamiento de los niños.

Por eso, es un periodo esencial en su desarrollo personal. Los conocimientos que adquieran en esos años no definirán por sí solos los adultos que serán en el futuro, pero sí que tendrán un papel relevante. Por eso es muy importante que se les muestren referentes. Si en esa etapa exponemos a los niños a libros de texto en los que las ilustraciones están dominadas por hombres y las mujeres brillan por su ausencia en la lista de científicos relevantes, se pueden dar mensajes equivocados. Las niñas pueden pensar que la ciencia es cosa de hombres. Al fin y al cabo, en esa representación del mundo que se deben estudiar no aparecen mujeres científicas.

Los referentes son importantes para que las niñas entiendan que pueden ser lo que quieran ser

¿Pero qué opinan nuestros docentes? Para Daniel los referentes son claves, porque “las niñas deben conocer los trabajos de las científicas y reconocer que ellas tienen las mismas capacidades”. Además, conocer sus historias les ayuda a abrir los ojos ante las desigualdades.

Es algo que, por ejemplo, Ion ha notado numerosas veces en sus clases. “No tengo una encuesta que lo pruebe, pero cuando hablas en clase de algún referente científico femenino, en especial si les explicas cómo su trabajo o su éxito fue ignorado, a algunas alumnas se les abren los ojos”, relata.  “Cuando cuentas que la contribución de Rosalind Franklin al descubrimiento de la estructura del ADN pasó desapercibida y tres hombres recibieron el premio Nobel de fisiología por dicho descubrimiento, observas muecas en alguna cara y sabes que has dado en el clavo. Nadie dice que todo el mérito fuera de Rosalind ni mucho menos, pero si ese descubrimiento se hiciera hoy, quizás hablaríamos de la doble hélice de Watson, Crick y Franklin. O eso quiero pensar. Y en esa dirección trabajamos en clase”.

Y es que el hecho de hacer a las niñas conscientes de estas historias casi borradas es importante para que sean conscientes de que, a pesar de los estereotipos, pueden ser lo que quieran. Lo explica muy bien Ainoa. 

“Las niñas tienen que saber que pueden ser astronautas, tenistas, electricistas o directoras de cine. Y lo curioso es que las niñas (y enfatizo lo de niñas) parece que lo saben. Es cuando llegan a la adolescencia o a los inicios de la juventud, precisamente cuando tienen que elegir unos estudios superiores, cuando este sesgo se hace más evidente. Las niñas saben que pueden ser científicas, pero las adolescentes de 17 años suelen desestimar ir a una universidad politécnica donde van a estar rodeadas de 60 chicos y sólo 5 chicas más en clase, y acaban eligiendo otra carrera que también les interese, pero no les genere ese problema. Desconozco cuánta influencia tienen en esto los libros de texto, supongo que suman una gota más a todo el resto de inputs sociales, pero está claro que la visibilización de referentes ayuda a minimizar este desequilibrio”.

Ainoa Gómez, profesora de biología y geología

Esto es algo en lo que incide también Paula. No se trata de obligar a las niñas a amar la ciencia, sino más bien de enseñarles que pueden ser quienes quieran ser. “Personalmente, no pienso que este esfuerzo sea para que más niñas estudien ciencias, sino para que vean que lo que deseen realizar es posible y no deben limitarse a buscar lo que les apasiona y desean en sus vidas”, opina. “En mis clases, permito que exploren el gusto por la ciencia, no solo con referentes, sino también con opciones para que el grupo de estudiantes se vea capaz de realizar lo que desee en sus estudios y, finalmente, en la vida”.

También Francisco hace referencia a que estos referentes ayudan a que las niñas vean que no son inferiores a los hombres. Para que se sientan en igualdad. 

Pero todo esto tiene un objetivo final que las personas que trabajan redactando libros de género también tienen claro: “Normalizarlo, no hay más”. Es la opinión de Eugenio Manuel, quien recuerda que los libros de texto son el día a día del alumnado. “Si en los libros de texto hay un buen enfoque de género, lograremos que sea algo normal”.

Y es que ese es el objetivo del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Que lo normal sea que una niña se sienta con las mismas capacidades que sus compañeros. Que lo normal sea que una mujer pueda acceder a un puesto de responsabilidad en igualdad de condiciones que un hombre. También que una mujer pueda acudir a un laboratorio sin miedo al acoso por motivos de género. Incluso que una mujer que haga historia tenga derecho a que su nombre esté en los libros de texto de los niños del futuro. Este día busca que lo normal sea lo justo. Ese día llegará. Esa es la esperanza. Que en algún momento del futuro el 11 ya no haga falta y sea un día normal. Un día más del calendario. 

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