Los Juegos Olímpicos de Invierno que se están celebrando en Beijing en febrero de 2022 son los primeros de la historia que se realizan con casi un 100% de nieve artificial. Afortunadamente, las condiciones de temperatura y humedad siguen siendo adecuadas para albergar un evento de estas características. No obstante, según un estudio que acaba de publicarse en Current Issues in Tourism, el cambio climático podría plantear un escenario mucho más drástico antes de lo que pensamos.
De hecho, si no se intentan reducir las emisiones actuales de gases de efecto invernadero, para finales de este siglo no habría mucho donde elegir para celebrar estos juegos. Básicamente solo nos quedaría Sapporo, en Japón.
Los autores, procedentes de la Universidad de Waterloo, en Canadá, y la Universidad de Innsbruck, en Austria, han llegado a esta conclusión analizando los datos climáticos de todo el planeta desde los años 20 del siglo pasado y continuando con los modelos establecidos para varios futuros hipotéticos, con diferentes niveles de emisiones. Y todo esto teniendo en cuenta la opinión de los atletas. Al fin y al cabo, ellos son los que más saben del clima más propicio para los Juegos Olímpicos de Invierno.
Sin opciones para celebrar los Juegos Olímpicos de Invierno
El hielo y la nieve artificial no lo son todo. Quizás sí sirvan para pasar un día de Navidad patinando en una pista de hielo en la dehesa extremeña o el desierto almeriense. Pero no para realizar esquí al nivel de unos Juegos Olímpicos de Invierno.
Si la temperatura y la humedad no son adecuadas, además de complicarse el mantenimiento de la nieve, los atletas pueden sufrir más lesiones a causa de la elevada temperatura del cuerpo con respecto al medio que les rodea. Además, según explican los autores del estudio en un comunicado, el agarre de las botas y los esquíes también puede ser difícil. Eso hace la competición aún más peligrosa. De hecho, las tres últimas ediciones de los Juegos Olímpicos de Invierno fueron las que tuvieron unas tasas de lesiones más altas. El cambio climático ya había empezado a hacer sus estragos, pero aún le faltaba mucho más por hacer.
Y para saber hasta dónde podemos llegar lo primero que hicieron estos científicos fue entrevistar a un grupo de atletas especializados en esquí alpino, esquí nórdico, esquí de estilo libre, salto de esquí/combinado nórdico, snowboard alpino y snowboard de estilo libre. A todos ellos se les pidió que clasificaran una serie de condiciones climáticas, como la niebla, el viento o el tipo de nieve en una escala de inaceptable a "ideal para el máximo rendimiento, seguridad y equidad". Además, se les preguntó sobre la temperatura perfecta para desempeñar su deporte, con especial hincapié en la cifra a partir de la cual consideran que la competición sería peligrosa e injusta.
Todo esto se tuvo en cuenta a la hora de evaluar los datos climáticos desde 1920 hasta la actualidad. Y también los modelos predictivos del clima en diferentes escenarios.
Menos sedes por culpa del cambio climático
En 2015, durante la Conferencia sobre Cambio Climático de París, 195 países firmaron un acuerdo en el que se comprometían a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo de todo esto es que el aumento de la temperatura global no llegue a estar más de 2ºC por encima de los niveles preindustriales. Además, una vez alcanzado este objetivo se propusieron intentar ajustarlo aún más, hasta los 1,5 ºC.
Se llegó a este acuerdo para intentar amortiguar las graves consecuencias del cambio climático que ya hemos empezado a experimentar. Por eso, uno de los modelos predictivos que tuvo en cuenta este estudio es el que incluye emisiones suficientemente bajas para cumplir el acuerdo. Pero, puesto que no todos los países parecen tener el mismo empeño en conseguirlo, también se tuvo en cuenta un futuro hipotético con más emisiones, siguiendo la línea actual de muchas naciones.
Las consecuencias, en ambos, fueron preocupantes. Con bajas emisiones, para 2050 solo quedarían 13 de las 21 sedes actuales de los Juegos Olímpicos de Invierno. Y para 2080 se perdería una, de modo que solo habría 12 opciones.
En cambio, con emisiones elevadas, en 2050 solo habría 10 ciudades entre las que elegir. 8 para 2080. Todo esto teniendo en cuenta solo los modelos climáticos. Si se añaden los datos que hacen el juego seguro según los atletas, la situación es mucho más drástica. Y es que, si bien la temperatura sería adecuada para mantener la nieve artificial, esta tendría una humedad inadecuada para la competición. Hay que tenerlo en cuenta y, en ese caso, con altas emisiones, para 2050 solo habría cuatro opciones viables: Lack Placid, Lillehammer, Oslo y Sapporo. Para finales de siglo ya solo estaría Sapporo.
También es importante destacar que estos datos son para los Juegos Olímpicos de Invierno que suelen tener lugar en febrero. Si nos vamos a los paralímpicos, celebrados en marzo, la cosa pinta aún peor.
Y es que el cambio climático nos azota a muchos niveles. La fusión de los casquetes polares es una de las más evidentes. Pero hay otras muchas consecuencias que ya podemos empezar a palpar. Desde la dispersión de mosquitos transmisores de enfermedades a nuevos lugares hasta la extinción de especies que ven su hábitat convertirse poco a poco en otro. Y sí, también hasta el punto de dejarnos sin lugares en los que celebrar los Juegos Olímpicos de Invierno.