Netflix ha cimentado prácticamente él solo la actual era del streaming. Pasando de una propuesta inicial de ser un videoclub por correo (postal), hasta liderar una industria a la que ya se han sumado la práctica totalidad de implicados en la industria del entretenimiento con una pata en la televisión.
El gigante rojo cuenta hoy con más de 200 millones de suscriptores y un catálogo de series y películas originales que abruma en cantidad y que también se ha colado ya entre los reconocimientos de la crítica, como demuestran sus crecientes nominaciones en premios a los Oscar.
Pero hubo un tiempo en el que Netflix aún no era una productora de contenido como tal. Y siquiera el reconocido como su primer gran original, House of Cards, con Kevin Spacey, puede esconder cómo fueron sus inicios realmente originales (valga la redundancia) con su hoy tan masivo contenido propio. Netflix acaba de cumplir una década poniendo su particular sello en producciones que a veces produce por completo, a veces compra como exhibidor en ciertos mercados o a veces co-produce. Y lo que empezó siendo una especie de prueba en la que pocos creían, se ha acabado en parte fundamental de su catálogo.
En 2021 Netflix produjo más de 250 títulos, de los que 188 eran de fuera de Estados Unidos por su expansión internacional. Un crecimiento en gran medida empujado por el contexto de las streaming wars, donde el surgimiento de competencia que reclamaba contenido que hasta entonces estaba en Netflix les ha empujado a producir cada vez más y más. El año pasado, su gasto en contenido original superó los 18.000 millones de dólares.
Pero, como decíamos, todo empezó con una serie noruega con un viejo conocido del rock y Los Sorprano un poco mediocre.
Lilyhammer, la primera serie original de Netflix
El 6 de febrero de 2012, Lilyhammer, protagonizada por Stevie Van Zandt, socio de Bruce Springsteen en la E Street Band, se considera la primera serie original que se estrenó en Netflix e introdujo el modelo de atracones de temporadas completas de televisión a la vez. Ted Sarandos, co-CEO de la plataforma, celebró hace unos días el aniversario con un videochat con Van Zandt en el que ambos recuerdan cómo llegó la serie a Netflix y su legado.
Sin embargo, el lugar de Lilyhammer en la historia de Netflix tiene un asterisco. Como Sarandos y Van Zandt admiten en el vídeo, House Of Cards fue la primera serie original encargada por Netflix en un mega acuerdo que sacudió Hollywood. Pero fue esa noticia la que impulsó a Van Zandt a buscar una reunión con Sarandos. En ese momento, Lilyhammer ya tenía una primera temporada terminada, por lo que Netflix adquirió una serie ya hecha que se adelantó a House Of Cards en su estreno.
Tanto Sarandos como Van Zandt reconocieron el simbolismo del hecho de que el primer original de Netflix fuera una producción local noruega con subtítulos. Hoy uno de sus referentes incorporando programas no ingleses y convirtiendo series como La Casa de Papel o El Juego del Calamar hoy convertidos en éxitos mundiales.
La de Lilyhammer es la clásica historia de pez fuera del agua, con Van Zandt interpretando el papel de un sicario sin pelos en la lengua, Frank Tagliano, que acaba viviendo en un pequeño y amable pueblo noruego.
Después de emitirse por primera vez en la televisión noruega NRK el 25 de enero de 2012, Lilyhammer se estrenó en Netflix el 6 de febrero de 2012, ofreciendo los ocho episodios del tirón. Y supieron ya que aquel modelo funcionaba.
Después llegarían éxitos como House of Cards, , Strange Things, Ozark...
Su aumento de producciones propias se ve muy bien año tras año. En 2018 estrenaron 240 series, películas y documentales propios, en 2019 la cifra se fue a 371, una cifra que ahora supera las 300 de media anuales, con cierta congelación en 2021 por el parón de rodajes durante la pandemia.
La lógica tras los ‘Originals’
Todo tiene que ver con una estrategia que la plataforma de Reed Hastings lleva haciendo pública desde 2016, cuando anunció que tiene el objetivo de que el 50% de todos los contenidos que se puedan encontrar sean de producción propia.
Actualmente, ese porcentaje va ya por el 40%. Poco a poco, todo se encamina hacia que Netflix sea una plataforma donde principalmente haya contenido propio.
En esta estrategia también entra la ‘nomenclatura’. No todos los shows que se nos muestran en la plataforma con el logo de Netflix indican que son producciones propias al uso. La mayoría, ahora, sí que lo son, desarrolladas por ellos de 0 a 100, pero también impone ese sello a productos que son distribuidos por ellos en exclusiva a nivel internacional, o para algunas zonas en concreto.
De un modo a otro, las series y después película de Netflix, ahora con rostros de estrellas que no las separan de cualquier blockbuster que podría ir a las salas, se han convertido ya en un habitual del entretenimiento. Una nueva era que se han inventado ellos solos.