Dos veces he visto No mires arriba. La primera vez noté muy pronto que en ningún momento se hablaba de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). Incluso Rusia, China y la India tuvieron su minuto de gloria (más o menos); pero Europa no. Al principio pensé que me había perdido alguna línea de la película. En el revisionado me di cuenta de que no. Simplemente nadie cuenta con la Unión Europea para una catástrofe como la que podría suponer la colisión de un cometa contra la Tierra. Ni en la NASA ni en una película de Netflix. Parecería que la ESA no sirve para la exploración espacial y ni mucho menos es así.

Estados Unidos, Rusia y China, incluso la India, son superpotencias que tienen sus propios programas espaciales. Todos ellos tienen su importancia dentro de la película No mires arriba. Y es que sabemos que la inversión en la exploración espacial está aumentando en todos los países; sobre todo, con miras a las misiones espaciales a la Luna, como Artemisa de la NASA. Ahora mismo la exploración espacial de nuestro satélite es una de las prioridades a nivel mundial. Junto con la de Marte, pero esta ahora mismo queda en un segundo plano.

A pesar de que todos los países han aumentado desde 2020 sus presupuestos, la ESA incluida, Estados Unidos sigue siendo el líder indiscutible en inversión. De hecho, para este mismo año la NASA tiene un presupuesto de unos 24.800 millones de dólares (algo más de 21.800 millones de euros) frente a los 7.150 millones de euros de la ESA, de los cuales, además, solo 930,9 millones estarán dedicados a la exploración espacial. En definitiva, aunque el presupuesto de la agencia europea no está mal; comparado con el de la NASA es para echarse a llorar.

Con la vista puesta en la exploración espacial

La Unión Europea tiene un espíritu colaboracionista desde su nacimiento y eso se refleja en su agencia espacial, la ESA

Hay muchos factores que influyen en esta diferencia entre presupuestos. Pero la raíz de todo viene en las diferentes formas de concebirse de los dos. Y es que son muy diferentes. Mientras Estados Unidos sigue empeñado en mantenerse como superpotencia mundial y ser más competitivos; la Unión Europea busca otras cosas. La UE nació para unir países y eso incluye en sus bases un espíritu colaboracionista que le deja en un segundo plano en la exploración espacial.

Volvamos a No mires arriba. Si tuviera que apostar dónde estaría la ESA, sería en el primer plan de Estados Unidos para trocear el cometa. Y es que aunaría sus fuerzas con la NASA para hacer lo correcto.

El espíritu colaboracionista está muy bien. Pero la industria aeroespacial no va a aparecer de la nada. De hecho, es el movimiento que están generando las subvenciones de la NASA a empresas privadas como SpaceX, Blue Origin o Boeing, para modernizar la carrera espacial lo que está haciendo que aparezcan nuevas empresas, incluso en España, que tienen sus miras puestas en la exploración espacial. Ni siquiera hay que mirar en el ámbito privado, en Cataluña también lo vimos el año pasado con su primer satélite, Enxaneta; todo centrado en generar sinergias público-privadas para mejorar las telecomunicaciones. Pero, también, con vistas a crear un ecosistema de empresas aeroespaciales que generen empleo.

Y es que alrededor de las agencias espaciales se crean nuevas empresas privadas que las ayudan, de una u otra forma, a cumplir con sus objetivos de exploración espacial. Entre ellas están Airbus y Arianespace; pero ahora hacen falta más.

Una nave para la ESA

Por poner un ejemplo, los astronautas de la NASA siempre viajan junto a los estadounidenses o los cosmonautas rusos. Esto tiene varias explicaciones. La primera, la Agencia Espacial Europea ni siquiera tiene una nave propia para ir al espacio. Y, sí, según se desprende de un manifiesto de los astronautas europeos, quizás ya es hora de que empecemos a trabajar en ello. Y, sobre todo, a invertir en ello: "El Producto Interior Bruto de Europa es comparable al de Estados Unidos; pero su inversión conjunta en exploración espacial no llega ni a la décima parte de la de la NASA", apuntan.

Si nos atenemos a lo que ya hay, sabemos que existen la Soyuz rusa; China tiene Shenzhou y, ahora, la NASA cuenta con la Crew Dragon de SpaceX. Pero no se queda ahí, ya que en unos años también contarán con la nave Orión y la cápsula Starliner de Boeing. Además, la India está trabajando en desarrollar su propio transporte a la órbita baja de la Tierra.

Solo quedamos nosotros. Pero vamos con muchos años de retraso porque seguimos dependiendo de Estados Unidos y de Rusia para ir a la Estación Espacial Internacional (EEI). Hasta Emmanuel Macron, presidente de Francia, está pidiendo que la Unión Europea espabile en el tema de la exploración espacial, según recoge US News:

"No hay pleno poder ni autonomía sin gestionar el espacio", comento Macron la pasada semana tras la última reunión europea para abordar el tema. "Sin (ello) no se pueden conquistar nuevas fronteras ni siquiera controlar las propias".

Más allá del colaboracionismo europeo

Pero también es cierto que, debido a ese espíritu colaboracionista, la ESA tiene, por el momento, menos astronautas que la NASA o su homóloga rusa, ROSCOSMOS. Eso sí, con el tiempo, la inversión y un buen plan podríamos tener nuestros propios astronautas orbitando alrededor de la Tierra. O yendo a la Luna. Y no depender de otros países para hacerlo.

El espíritu colaboracionista ha ayudado a Europa a evitar algunas guerras y a tener buenas relaciones entre los diferentes países del continente. Eso no quitará nunca que pueda haber rencillas, pero la idea siempre ha sido la de unirnos para ser más fuertes. Y eso debería aplicarse también en la exploración espacial. Además, eso repercutirá en la imagen que tienen fuera de la UE de nosotros.

Sobre el tema de la exploración espacial y la colaboración internacional, el manifiesto de los astronautas europeos señala:

"La necesaria cooperación internacional para alcanzar estos objetivos globales es un incentivo constante para mejorar las relaciones, la estabilidad, el crecimiento económico, los enfoques innovadores y la mejora de las infraestructuras. Y aún más importante importante es la capacidad única de los programas espaciales para inspirar: ver a los seres humanos trabajando y viviendo en el espacio, logrando cosas que antes se llamaban imposibles, es uno de los motivadores más poderosos para las generaciones más jóvenes".

No quiero decir con todo esto que la ESA no sirva para nada o que debamos dejar a un lado nuestro espíritu colaboracionista. Al contrario. De hecho, sé que nuestra agencia espacial hace un gran esfuerzo para la inversión que reciben de los países miembro. Pero no es suficiente. La colaboración internacional para explorar el espacio va a ser necesaria siempre; pero mientras tanto podemos volvernos más competitivos y crear una industria aeroespacial fuerte, como está haciendo Estados Unidos. Y si no nos gusta el planteamiento que tiene la NASA de la privatización de la carrera espacial también podemos hacer algo al respecto. No somos líderes en cuanto a inversión; pero no nos quedamos atrás a nivel científico. Ni somos peores a nivel industrial. Podemos hacerlo, ahora solo falta que queramos ponernos a ello.