La Unión Europea quiere mitigar la crisis de los semiconductores de la única forma que saben hacerlo en Bruselas: inyectando millones a la industria sin tener un plan concreto. La nueva propuesta de la Comisión busca reducir la dependencia de chips de los países asiáticos a través de una serie de planes de inversión para potenciar la industria local.
O, más bien, para hacerla de cero. La idea es inyectar miles de millones de euros en fondos para investigación y fábricas de semiconductores de forma que se impulse la economía interior y se reduzca la dependencia de China y otros países en el campo de los semiconductores.
En este sentido, la Comisión Europea ha presentado una nueva propuesta de legislación el para poner a disposición de los estados miembros alrededor de 45 mil millones de euros en fondos públicos para la industria de fabricación de chips.
Y no solo eso: también para imponer a las empresas europeas la necesidad de dar prioridad a la producción local de chips en caso de escasez. El plan de base es ese: incentivos millonarios para que cada país potencie la industria de chips y que Europa deje de ser dependiente de otros países.
Un 'plan' cuyo único 'plan' es el dinero: inversiones para chips convertidas en gasto público
Si bien es cierto que las grandes potencias de semiconductores son asiáticas (y de EE.UU.), lo cierto es que la UE es una gran proveedor de material de fabricación para esos países, pero tiene un gran dependencia del producto final.
Hay que tener en cuenta que a principios de los 90s y años posteriores, Europa, junto con EE.UU. eran dos de las potencias más importantes en la fabricación de semiconductores, pero la deslocalización de la producción hacia Asia ha hecho que aumente su dependencia y que la industria interior esté en mínimos.
No está muy claro que el plan europeo genere grandes resultados o vaya a cambiar el tablero actual de los semiconductores. Si bien el montante total de casi cincuenta mil millones de euros parece enorme, la unión tiene un gran historial de grandes inversiones sin capitalizar, puesto que la mayoría de estos planes acaban sin productos comercialmente exitosos
Ese el principal problema de la medida, que busca generar inversión privada a través de planes públicos son que haya un frente común concreto más allá de la generalidad de "potenciar la industria local de los semiconductores". Las discrepancias de inversión entre regiones y países de la UE es otro gran problema. Sin una serie de objetivos concretos en el tiempo más allá de los planes de inversión. ¿El único marco concreto? Que el 20% de la producción mundial de chips sea europea para 2030. Y eso sin tener en cuenta la inversiones de las regiones competidoras.
Todo ello en un contexto en el que algunos países tienen su sector industrial interiores en desmantelamiento a favor de la deslocalización. Otro como España, con su músculo investigador bajo mínimos. Planes poco concretos que acabarán haciendo que muchos de los fondos acaban en países con gran desarrollo tecnológico sin beneficio común. O en saco roto sin productos viables, y por tanto, de vuelta al punto de partida.
Al final Europa solo sabe potenciar industrias de una forma. Y no parece que la Ley de Chips vaya a tener otro final que el de inyectar dinero público a una industria deslocalizada y rezar para que no acabe invirtiéndose, de forma indirecta, en la economía china.