La energía nuclear asusta, es cierto. Hablar sobre ella puede llevarnos a pensar inevitablemente en accidentes como el de Chernóbil o el de Fukushima, cuyas consecuencias letales se extendieron durante años. Sin embargo, no debemos olvidar que fueron precisamente eso: accidentes. También que las centrales nucleares son cada vez más seguras y que, nos guste o no, parecen haberse convertido en aliadas indispensables para obtener energía reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.

Es algo de lo que se ha hablado mucho en los últimos años, generando una gran controversia en la población. Hay quien defiende la utilidad de la energía nuclear a capa y espada y quien la considera un peligro para el medio ambiente. Pero si es cierto que reduce las emisiones que se encuentran detrás del cambio climático, ¿no es realmente una aliada para el medio ambiente? Eso precisamente es lo que ha intentado contestar en un estudio recién publicado en Nature Energy un equipo de científicos de la Institución Carnegie para la Ciencia.

Y sus conclusiones son claras. La energía nuclear es una herramienta esencial para cumplir con las promesas del Acuerdo de París de no sobrepasar los 1,5ºC sobre el clima global de la era preindustrial. Por supuesto, esto tiene que ir de la mano con estrategias para maximizar la seguridad de las centrales nucleares. Pero lo cierto es que estas estrategias ya existen. Siempre se pueden mejorar, claro, pero a la vista está que los desastres nucleares son algo extremadamente raro. Mientras que las consecuencias del cambio climático se están convirtiendo en algo preocupantemente habitual.

¿Qué es la energía nuclear?

Antes de ver lo que dice este nuevo estudio, no está de más recordar qué es la energía nuclear.

Básicamente, es aquella que se obtiene a partir de las reacciones químicas que involucran los núcleos de ciertos isótopos radiactivos. Una de las más empleadas es la fisión del Uranio-235. Es decir, la división de su núcleo en núcleos más ligeros. En el proceso se liberan también neutrones, que son partículas sin carga, presente en el núcleo de los átomos. Y así se genera  una reacción en cadena, pues los neutrones liberados de un átomo bombardean al siguiente, provocando que se divida también y libere nuevos neutrones. Todo esto genera calor, que hace que el agua que se encuentra en los reactores se convierta en vapor y mueva unas turbinas, encargadas de generar energía. 

Con la energía nuclear no se liberan ni CO2 ni gases de efecto invernadero

En el proceso no se liberan CO2 ni ningún gas de efecto invernadero. Y tampoco deben liberarse sustancias radiactivas si todo se hace correctamente y las medidas de seguridad funcionan, como es habitual. Con las centrales térmicas, con las que se ha obtenido tradicionalmente la mayoría de energía, se usan combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero son inevitables, con todo lo que eso supone para las temperatura globales. Por eso, la energía nuclear se considera cada vez más una herramienta esencial para evitar el cambio climático. Ahora bien, no debemos olvidar que hay otras opciones.

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Energías limpias para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero

La energía eólica y la solar, que utilizan el viento y las radiaciones solares, son fuentes renovables muy estudiadas y utilizadas en los últimos años. Pero presentan ciertos problemas. El más evidente es que ni el viento ni el Sol actúan de una forma homogénea durante todo un año ni en todas partes. No es lo mismo colocar una central en Almería que en Siberia. Y la energía eólica tampoco tendrá sentido en lugares en los que apenas sopla el viento. Pero incluso en los que sí lo hace habitualmente hay épocas en las que no se mueve una hoja. Del mismo modo que a veces en las zonas con más horas de sol hay varios días seguidos en los que el cielo se encapota dejando escondidos sus rayos.

Por eso, es necesario buscar formas de acumular esa energía, para usarla cuando el tiempo no sea propicio. Pero también tener otras fuentes de energía que sirvan de bala en la recámara, para cuando no se pueda recurrir a las renovables. Se podría seguir con la energía térmica habitual a partir de combustibles fósiles. Sin embargo, hemos dicho que el objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso, la energía nuclear es una gran alternativa.

En los países con bajos recursos económicos el uso estratégico de la energía nuclear podría permitir una transición más rápida lejos del carbono

Al menos esa es la conclusión de este estudio reciente, en el que se ha analizado la situación en 42 países diferentes. Se comprobó a qué fuentes de energía recurrían y cómo les repercutía esto, tanto económicamente como ambientalmente. De este modo, podrían comprobar cuáles son las mejores herramientas energéticas para optimizar ambas cuestiones.

Así, vieron que en países como Estados Unidos, con unas condiciones climáticas adecuadas para explotar profundamente la energía eólica, la energía nuclear no tendría que desplegarse hasta que fuera necesaria para superar los últimos obstáculos restantes de la descarbonización. Es decir, sería un último recurso, aunque habría que tenerla en el punto de mira.

En cambio, en países como Brasil, con bajos recursos económicos, el uso estratégico de la energía nuclear “podría permitir una transición más rápida lejos del carbono”, según explican estos científicos en un comunicado.

Ahorrar dinero y salvar vidas

En cuanto a la cuestión económica, este estudio también encontró bastantes beneficios. Lo ha contado en el mismo comunicado uno de los autores del estudio, Ken Caldeira: “Descubrimos que, al precio actual, la energía nuclear es la forma más barata de eliminar todas las emisiones de carbono del sistema eléctrico en casi todas partes. Sin embargo, si las tecnologías de almacenamiento de energía se volvieran muy baratas, entonces la energía eólica y solar podrían ser el camino de menor costo hacia un sistema eléctrico de cero emisiones”.

Ahora bien, aunque este estudio se acabe de publicar, el análisis de los beneficios y perjuicios de la energía nuclear es mucho más antiguo. 

La energía nuclear podría haber evitado que se liberen 60 gigatoneladas de CO2 a la atmósfera en 50 años

De hecho, la propia NASA publicó en 2013 un estudio en el que se mostraba cómo el uso de energía nuclear en las últimas décadas podría haber evitado los problemas de salud derivados de las emisiones de carbono en al menos dos millones de personas.

Y no es para menos; pues, según un estudio publicado por la Agencia Internacional de Energía, la energía nuclear puede haber evitado la liberación de 60 gigatoneladas de CO2 a la atmósfera en 50 años. 

En definitiva, no sería solo el cambio climático. También la salud de los seres humanos podría verse beneficiada por el uso de la energía nuclear. La ciencia es así, lo que te mata también puede salvarte la vida. La clave está en saber usar los recursos en la dirección adecuada. Y eso es lo que se pretende hacer con la energía nuclear.