¿Habías pensado alguna vez en un dinosaurio tosiendo o con dificultad respiratoria? ¿Y con fiebre o mocos? Sí, como muchos de nosotros durante la pandemia de coronavirus o cuando tenemos gripe. Un nuevo estudio que se acaba de publicar en Nature aporta la primera evidencia que tenemos de una enfermedad respiratoria aviar en un dinosaurio que no era un ave. De hecho, se trata de un espécimen que pertenece a la familia de los diplodócidos. ¿Y de qué enfermedad respiratoria se trata? Veamos qué dicen los investigadores sobre todo el proceso de diagnóstico.
La historia de Dolly, como ha sido bautizado el espécimen catalogado como MOR 7029 en el que se han encontrado las pruebas, comienza con el paleontólogo y autor principal del estudio, Cary Woodruff, observando los huesos de un dinosaurio. Allá por 2018, se encontró con algo que no había visto antes. "He estudiado muchas vértebras de saurópodos, y he visto algunas cosas raras, pero nunca nada como estas estructuras", explica a través de correo electrónico a Hipertextual. Y es que saliendo de las pleurocoelas de tres de las vértebras había "extrañas excrecencias óseas parecidas a un brócoli". Es decir, encontró unas protuberancias óseas que tenían una forma y una textura inusuales e irregulares. "Estaba perplejo", cuenta.
Así que hizo lo que hace mucha gente hoy en día: lo publicó en sus redes sociales. Quería saber si alguno de sus colegas sabía ante qué se encontraba. Así fue como encontró al resto de los paleontólogos integrantes del estudio: Mathew Wedel, Ewan Wolf y Lawrence Witmer. Cada uno de ellos está muy especializado; por ejemplo, Wedel sabe mucho de pneumaticidad en saurópodos, tal y como explica Woodruff. Ellos tres se pusieron rápidamente en contacto con él para darle su opinión. Más tarde se uniría al equipo la radióloga Sophie Dennison.
Fue Witmer el primero en hablar de una posible infección respiratoria nada más comenzar la conversación. Este fue el momento en el que los cuatro se decidieron a colaborar juntos. Pero no sabían que el camino hasta dar con la respuesta de qué había podido causar aquella enfermedad respiratoria a Dolly incluía una pandemia también con una infección de este tipo.
Así fue la investigación del equipo de Woodruff
La investigación para saber qué podía causar este tipo de enfermedad respiratoria en Dolly no fue una tarea sencilla. Hay que dar muchos pasos hasta llegar al diagnóstico y como el enfermo no está vivo (tampoco necesita un tratamiento urgente), es aún más difícil porque no puedes ver todos los síntomas. Solo tienes unas extrañas protuberancias.
Además de observar muy bien el hueso y hacer radiografías y varios TAC; "si se tiene mucha suerte" también puedes hacer una "histología", que sirve para "ver los restos de las estructuras que han dejado las células óseas".
Con toda esa información solo se puede hacer una cosa: buscar patrones similares en especies actuales que hayan podido estar emparentadas con los dinosaurios. En este caso, sabemos que los reptiles y las aves son lo más parecido que nos queda después de su extinción. Es decir, el enfoque que se utiliza es el de buscar parientes modernos que puedan dar pistas sobre qué le pasaba a Dolly: "Esto tiene sentido porque es como si tuvieras una pogona (o dragón barbudo) que está enferma; no llamas al médico humano sino al veterinario de animales exóticos para pedirle ayuda", comenta Woodruff.
Diagnóstico de una enfermedad respiratoria
A partir de ahí se trabaja con diagnósticos diferenciales. Es decir, se van eliminando las opciones tras hacerse una serie de preguntas como dónde ha aparecido la lesión o qué huellas ha dejado en el hueso. Esto es similar a lo que hacen en las series de médicos, como por ejemplo House. En ella, se reunía el equipo y analizaban los síntomas del paciente. Lo único es que en este caso hacer preguntas o más pruebas al dinosaurio es un poco más difícil; así que se trabaja sobre diferentes hipótesis. Todo esto con enfermedades que afectan a los reptiles y las aves; además, tienen que cuadrar con lo que ya han visto gracias a los huesos.
Pero también hay que tener en cuenta "las condiciones paleoambientales y la ecología", indica el experto. "Por ejemplo, un parásito de las escamas de los cocodrilos que viven en los cursos de agua no tiene sentido si está pastando en las llanuras: los entornos son totalmente diferentes", añade.
Después de esto hicieron una reconstrucción del dinosaurio. Esto también ayudó a saber mejor que la enfermedad respiratoria se había dado en las bolsas de aire. Saber esto es fundamental porque sitúas la enfermedad en un punto específico y puedes descartar otras. "A continuación, sólo era cuestión de investigar cuidadosamente en las aves modernas para entender cuáles eran las posibilidades". Todo esto siempre intentando ser lo más objetivo posible, afirma Woodruff.
Al final parece que lo que le pasó a Dolly tiene que ver con un agente fúngico que afectaba a las bolsas de aire de los pulmones y luego "se extendió a los huesos del cuello", explican en el comunicado de prensa. La enfermedad respiratoria parece que fue causada, según especulan estos investigadores, por una infección fúngica similar a la aspergilosis. Esta es "una enfermedad respiratoria común que afecta a las aves y los reptiles y que puede conducir a infecciones óseas", indica el comunicado de prensa.
"Podría haber experimentado síntomas similares a los de la gripe o la neumonía; como pérdida de peso, tos, fiebre y dificultades respiratorias. Como la aspergilosis puede ser mortal en las aves si no se trata, MOR 7029 podría haber muerto en última instancia como resultado de esta infección", añaden.
Conocer mejor a los dinosaurios
Gracias a la investigación de Woodruff y su equipo ahora sabemos más sobre Dolly; pero también sobre los dinosaurios. Y es que este estudio es importante por varios motivos. El principal, porque "ayuda a reforzar nuestra comprensión de la relación evolutiva entre las aves y los dinosaurios", comenta el paleontólogo.
Además, ahora los paleontólogos tienen más información sobre cómo respiraban los dinosaurios que no eran de tipo aviar hace millones de años. Y que, a pesar de que han pasado millones de años, han llegado hasta nosotros las pruebas de que "los dinosaurios eran susceptibles a enfermedades y rutas de agentes infecciosos similares a las de los dinosaurios modernos (aves)". Esto implica, además, que se puede conocer un poco más acerca de la respuesta inmunitaria de este tipo de dinosaurios, que también es interesante.
Y no podemos dejarnos un fuerte motivo: la curiosidad. El ser humano es curioso por naturaleza. Ahora sabemos y podemos imaginar a dinosaurios enfermos; con síntomas muy similares a los que tenemos nosotros cuando pasamos por un resfriado, una gripe o neumonía.
Enfermedades en los dinosaurios
Por otra parte, el hecho de que se haya encontrado la primera prueba de que un dinosaurio ha pasado por una enfermedad respiratoria nos lleva a preguntarnos qué sabemos sobre su salud. ¿Eran normales las infecciones?
Bueno, no podemos saber si eran normales. Lo que sí podemos decir es que esta no es la primera enfermedad que se observa en dinosaurios. "Tenemos todo tipo de lesiones y enfermedades en el registro fósil: desde huesos rotos y curados, infecciones de dientes y mandíbulas; artritis, infecciones sanguíneas e incluso cáncer", concluye Woodruff.
En definitiva, los dinosaurios, como las personas y otros animales, tuvieron también sus achaques. Probablemente Dolly falleció debido a esta enfermedad; pero su muerte no ha sido en vano. Ahora conocemos mejor a los dinosaurios.