En ocasiones, se acusa a Disney de dulcificar historias o tonos de las franquicias con las que se ha hecho en los últimos años. Hay temores, por ejemplo, en cuanto a lo que ocurrirá con Deadpool 3 tras la compra de la Fox por parte de la compañía de Mickey Mouse o la inclusión del desvergonzado Wade Wilson (Ryan Reynolds) en el Universo Cinematográfico de Marvel. Y, si atendemos a los virajes que se produjeron cuando se estaba desarrollando la trama sobre Tony Stark (Robert Downey Jr.) para Iron Man 3 (Shane Black, 2013), dichos temores no carecen de base.
Tanto las dos películas iniciales protagonizadas por el millonario, que dirigió Jon Favreau (2008, 2010), como la primera de Joss Whedon (2012), habían asentado un posible camino de gran importancia para el personaje que los lectores de los cómics de Marvel conocían de sobra. Le vemos metiéndose entre pecho y espalda vasos de whisky escocés. En Iron Man 2, monta un fiestón y, muy ebrio, utiliza su armadura antes de que James Rhodes (Don Cheadle) le impida continuar y se la quite. Y, en Los Vengadores, bebe más ante Loki (Tom Hiddleston).
El alcoholismo de Tony Stark, fuera del Universo Cinematográfico de Marvel
A lo largo de nueve números de los cómics de Marvel sobre Iron Man de 1979, entre el 120 y el 128, escritos por David Michelinie y Bob Layton e ilustrados por John Romita, Jr., Bob Layton y Carmine Infantino, se relató el arco dramático de “Demon in a Bottle”. Un título elocuente porque Tony Stark se enfrentaba a su alcoholismo después de que fallos en su armadura provocasen varias tragedias y de que, oh, se viese obligado a dimitir como líder de los Vengadores. Y solo su novia, Bethany Cable, le ayudó a sobreponerse y librarse de su adicción destructiva.
Pero Disney no quiso que esta oscuridad estuviese en el Universo Cinematográfico de Marvel, y le quitó la idea al cineasta Shane Black (Kiss Kiss Bang Bang), convirtiendo al genio tecnológico en alguien con un trastorno de estrés postraumático. Aunque, cuando escogieron a Robert Downey Jr. para el papel, se habló de lo idóneo que era, con el alcoholismo de Tony Stark en mente, por su propia lucha contra la drogadicción. Pero la compañía no tuvo la audacia de permitir que se nos ofreciera un conflicto distinto para nuestro superhéroe.
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