Los peces tienen habilidades innatas para la conducción. Si leer esta frase te ha hecho imaginar a un pez payaso sentado al volante de un coche, aparta esa imagen de tu mente. Ya, sería muy simpática, pero apártala. No se trata de eso, aunque lo cierto es que la realidad sobre estos animales, descubierta por científicos de la Universidad Ben-Gurion del Negev, en Israel, es igualmente interesante.
El protagonista de su estudio, publicado recientemente en Behavioural Brain Research, es un goldfish o pez dorado (Carassius auratus), al que han entrenado para conducir su propia pecera en dirección a una marca en la pared. Durante el entrenamiento, si se dirigía al lugar elegido se le daba una recompensa en forma de comida. Y claro, el animal no podía desperdiciar la oportunidad.
Después de una temporada de capacitación, podía conducir sin problemas hasta su objetivo. Incluso si se añadían distracciones en la carretera, como golpecitos en las paredes del tanque. Eso sí, como es lógico, su vehículo no tenía volante, ni pedales, ni palanca de marchas. En realidad no era más que su propia pecera. Pero los científicos previamente le habían instalado un estupendo sistema de navegación unido a unas ruedas listas para llevar al pez a dónde él quisiera.
La injusta reputación de los peces
Los peces tienen una reputación terrible. Que si mala memoria, que si poca inteligencia… Todos hemos escuchado alguna vez eso de: “Tienes memoria de pez” o “Esto se está convirtiendo en una conversación de besugos”. Sin embargo, la ciencia ha demostrado en más de una ocasión que no es así.
Por ejemplo, en un estudio de 2014 se demostró la buena memoria de los cíclidos africanos (Labidochromis caeruleus) con un sencillo experimento. Se les entrenó para introducirse en una zona concreta del acuario. Si lo hacían, se les daba una recompensa. Una vez entrenados, se les dejó descansar doce días y a la vuelta la mayoría aún recordaban lo que tenían que hacer.
Esto demostró que la mala reputación de los peces en relación con su memoria no era más que un mito.
Otros estudios han demostrado que, en contra de lo que se creía, tienen percepción de sí mismos y son capaces de reconocerse en un espejo. Y, en general, que son mucho más inteligentes de lo que pensábamos. Ahora, sabemos también que cuentan con capacidad de conducción.
Una capacidad innata para la conducción
En este estudio se entrenó a un solo pez dorado, por lo que sería importante intentar replicarlo con más ejemplares. No obstante, solo con uno ya han obtenido resultados muy interesantes.
El animal se colocó sobre una plataforma con ruedas, que se dirigía al frente o hacia los lados, según en qué dirección empujara el pez el cristal del tanque. Para ello se usó un sistema de cámaras que traducía sus movimientos de nado y empuje en movimientos sobre las ruedas.
Después, se colocó una marca coloreada en una pared de la habitación en la que se realizaban las pruebas. Si el animal se dirigía hacia ella, se le daba una recompensa en forma de comida.
Bastaron unos pocos días de entrenamiento para que el pez nadara preferentemente hacia la marca. Esto mostraba que la conducción no era azarosa. El animal estaba dirigiendo la pecera hacia el lugar en el que sabía que recibiría una recompensa.
Esto, según han explicado los autores en un comunicado, podría indicar que la navegación es universal en vez de específica para el ambiente.
Y también nos lleva a pensar en algo curioso. Cualquiera que tenga o haya tenido peces los ha visto alguna vez empujando con ahínco sobre las paredes de la pecera. Ahora sabemos que, quizás, estaban intentando conducirla a algún sitio. Piénsalo la próxima vez que te quedes embobado mirando a los habitantes de un acuario. Quizás, si les dieras las herramientas necesarias, podrían conducir mejor que tú.