Muchos hemos tenido alguna vez la típica conversación entre amigos sobre la hora a la que vinimos al mundo. “Yo le fastidié la siesta a mi madre”. “Pues yo fui super madrugador”. “Yo no la dejé dormir”. “A mí no sabían qué día inscribirme porque nací justo a las 12 de la noche”. Estas son respuestas típicas, aunque quizás la primera sea la menos común. Básicamente porque la mayoría de partos humanos tienen lugar por la noche. Esto es algo que ha intrigado a los científicos durante años, pues no encontraban nada que lo explicara. Hasta ahora. Y es que, finalmente, un estudio recién publicado en Biology Letters ha dado las pistas que faltaban para comprender este fenómeno. Eso sí, no se han basado en humanos, sino en otros primates: los monos vervet (Chlorocebus pygerythrus).

Escogieron a estos monos y no a otros porque necesitaban que fuesen de hábitos diurnos, como los seres humanos. Y es que, según sus observaciones, los partos tienden a darse durante las horas de reposo. Ahí parece estar la clave. ¿Pero por qué?

Estos científicos, procedentes de la Nottingham Trent University, pensaron que podría tener que ver con la temperatura corporal. Y así fue, pues vieron que la mayoría de hembras estudiadas parieron cuando su temperatura corporal era más baja. Pero aquí surge una pregunta más. ¿Por qué se relaciona la bajada de temperatura con el descanso?

El papel de los ritmos circadianos de humanos y monos vervet

Los seres humanos experimentamos una disminución de nuestra temperatura corporal durante la noche. Pero no porque haga más frío en el exterior. Al menos no solo por eso. Se debe, en realidad, a los ritmos circadianos. Estos son aquellos que rigen muchas de nuestras funciones corporales a lo largo de ciclos de 24 horas.

La más clara es el sueño. Nuestro cuerpo detecta que es de día o de noche a través de la luz que recibe desde los ojos hacia una zona del cerebro, conocida como núcleo supraquiasmático. Allí se regula la liberación de una hormona llamada melatonina, que se secreta en grandes cantidades por la noche, favoreciendo el sueño.

Ese es nuestro periodo de descanso, por lo que también se producen otros cambios fisiológicos destinados al ahorro de energía, como la disminución de la temperatura corporal. Con los monos vervet ocurre lo mismo, pues son también de hábitos diurnos. No obstante, en animales nocturnos ocurre al contrario. Por eso, el siguiente paso sería comprobar si los primates nocturnos tienden a dar a luz durante el día. Ese podría ser otros estudio muy interesante. Pero será mejor ir poco a poco. Volvamos al principio. 

Más partos durante la noche

Para la realización del estudio, estos investigadores se desplazaron a la Reserva de Caza Privada de Samara, en Sudáfrica. Allí viven tres grupos diferentes de monos vervet, acostumbrados a interaccionar con investigadores, por lo que no tuvieron mucho problema para colocar biologgers a 30 hembras, durante 7 años, entre 2010 y 2017. Estos son aparatos que pueden medir diversos parámetros, en este caso la temperatura corporal de los animales.

La temperatura en la mayoría de hembras era mucho más baja durante el parto, pero aumentaba rápidamente después

No se registraron partos en todas las hembras. Es más, solo pudieron obtener los datos en 24 alumbramientos. Pero fue suficiente para comprobar que, efectivamente, se daban en un momento de bajada de la temperatura corporal. Pero sobre todo en las embarazadas. De hecho, al comparar hembras parturientas con hembras que no estaban dando a luz, la temperatura corporal era más baja en las primeras, a pesar de ser el mismo momento del día y de suponer en general una temperatura menor que la del resto del día. Y, sin embargo, inmediatamente después del alumbramiento, cuando el monito ya estaba totalmente fuera, la temperatura subió rápidamente.

Esto, según cuentan en el estudio, podría deberse a una optimización de la eficiencia energética. La madre ahorra energía, disminuyendo su temperatura corporal en el momento del parto y la sube luego, cuando es más necesario. El motivo es que el post-parto es un período crítico para el bebé, ya que el calor perdido a través de la evaporación del líquido amniótico representa un riesgo significativo de hipotermia. Por eso, el contacto con la madre es vital para que puedan ganar ese calor tan necesario.

Eso sí, estos científicos han observado también una gran variabilidad en el rango de temperaturas de unas hembras a otras. Depende mucho de cada ejemplar y, generalmente, la cría de la hembra con la temperatura más baja no tiene por qué prosperar infinitamente mejor que las demás. En humanos, además, hay muchos más mecanismos para calentar a los recién nacidos. Por eso, si no eres de los que nacieron por la noche, no te sientas mal. No eres raro ni diferente a los demás. Simplemente, en humanos también hay una gran variabilidad. 

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