Tras casi un mes de viaje, el Telescopio Espacial James Webb ha llegado hoy a su destino a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en el segundo punto de Lagrange, más conocido como L2. Ahora, le quedan por delante más de 5 meses de ajuste de sus instrumentos para comenzar a trabajar a pleno rendimiento y poder mandarnos datos que, a buen seguro, nos darán información muy interesante sobre el espacio.
El proceso ha empezado con el disparo de los propulsores del Webb, sobre las 19:00 UTC, 20:00 hora peninsular española y 13:00 en Ciudad de México. Después, tras una corrección final dirigida de forma remota desde la Tierra, el mayor telescopio espacial de todos los tiempos se ha introducido en la que será su órbita de trabajo durante los próximos 5-10 años. Inmediatamente después, los científicos de la NASA han abierto una rueda de prensa virtual para dar a conocer al mundo este gran hito.
¿Pero por qué se encuentra esa órbita en el punto L2 y no en cualquiera de los conocidos como puntos de Lagrange? Todo tiene su explicación y, ahora que ya se encuentra allí, es un buen momento para recordarlo.
Los preparativos del James Webb
Es importante destacar que, antes de su llegada al segundo punto de Lagrange, los científicos del James Webb han tenido que ultimar algunos detalles.
Durante todo su trayecto se ha ido desplegando, como una figurita de papiroflexia que poco a poco se abre hasta dar lugar al folio que era inicialmente. Pero todavía había que hacer algunos ajustes. Por ejemplo, si bien sus espejos se desplegaron exitosamente el pasado 8 de enero, en la última semana se han estado recolocando hasta alcanzar la posición que tendrán que ocupar en su destino. Este proceso finalizó correctamente el pasado jueves, 20 de enero.
Así, el telescopio espacial quedó listo para ese último paso que ha dado este mismo lunes, al colocarse por fin en su órbita alrededor de L2.
¿Por qué el L2?
El Telescopio Espacial James Webb ya se encuentra en su nuevo hogar, el punto de Lagrange 2 (L2). ¿Pero qué es un punto de Lagrange?
Los puntos de Lagrange son aquellos en los que las fuerzas gravitacionales de dos objetos muy masivos, como el Sol y la Tierra, se encuentran en equilibrio con la fuerza centrífuga de un objeto mucho más pequeño, como una nave espacial o, en este caso, el telescopio.
La fuerza centrífuga es aquella descrita por un objeto en rotación. Por eso, gracias a este equilibrio, el James Webb puede mantener una órbita circular sin salir disparado por la atracción solar o terrestre. Pero hay cinco puntos de Lagrange: L1, L2, L3, L4 y L5. ¿Por qué se ha elegido el 2 y no cualquiera de los otros? Básicamente, porque es el mejor lugar para que el telescopio espacial pueda optimizar los datos obtenidos por sus instrumentos, sin verse dañado en el intento.
Bueno, empecemos por aclarar que el punto exacto es el Sol-Tierra L2. Es decir, el segundo punto de Lagrange entre estos dos objetos. Habrá puntos para cualquier otra pareja de objetos muy masivos.
Es el punto idóneo para un telescopio infrarrojo como este porque, según cuentan desde la NASA, el Sol y la Tierra se encuentran siempre en un lado del espacio. Gracias a esto, los instrumentos del James Webb se pueden mantener continuamente en sombra. Este enfriamiento es una ventaja para su sensibilidad infrarroja; pero, a su vez, garantiza que se pueda acceder casi a la mitad del cielo en un momento dado.
Además, tanto la Tierra como el Sol están suficientemente alejados para que el calor que irradian ambos no sobrecaliente el telescopio. Eso sí. No se encuentra exactamente en L2, sino orbitando a su alrededor. Esto permite que el Sol no se encuentre en ningún momento eclipsado por la Tierra y que, así, pueda aprovechar eficientemente sus paneles solares. Está todo pensado.
Y ya solo queda esperar. Durante los próximos meses iremos conociendo nuevos datos sobre la calibración de sus instrumentos. Después, comenzarán a llegar los primeros datos de un telescopio que ayudará a científicos de todo el mundo a entender la formación de las galaxias. O a ver más de cerca esos exoplanetas que habían permanecido ocultos a nuestros ojos hasta ahora. En definitiva, el James Webb supone una mirilla para que el ser humano pueda poner sus ojos sobre el Universo. Y ahora esa mirilla ya se encuentra ubicada en su lugar.