Cuando una serie es presentada bajo una etiqueta condiciona, de forma natural, las expectativas en relación con ella. Quien se acerca al Universo Cinematográfico de Marvel sabe que debe hacer algunas concesiones, como quien se acerca al cine de Paolo Sorrentino reconoce brechas más autorales, tanto por las temáticas como por la realización. Con Archivo 81, la sensación es que la etiqueta de serie de terror condiciona demasiado a la producción de ocho capítulos.

¿Lo anterior es un problema? No, pero sí es necesario hacer la salvedad. Archivo 81 se acerca al terror, sí, pero es más misterio y drama sutil. Dan Turner, interpretado por Mamoudou Athie, es contratado para resolver un misterio. El detalle es que esa empresa lo lleva hacia distintos caminos personales y familiares que hacen que la serie resuene en distintos planos: su historia deriva en otras. 

Dan debe decodificar la historia implícita en una serie de cintas filmadas por Melody Pendras, interpretada por Dina Shihabi, quien decidió filmar su ingreso en un histórico edificio. Para ello, cual instagramer, documenta cuanto puede y se entrevista con distintos vecinos. Ese último punto esconde la otra capa del relato: son compañeros de vivienda raros, con distintas particularidades que generan sospecha (y un poco de miedo). Como la historia de uno depende del otro, los personajes de Dan y Melody se cargan la historia a sus espaldas.

Archivo 81: miedo ocasional en Netflix

Si el espectador desea encontrar una serie de terror puro y duro, Archivo 81 no lo es. La serie de Netflix se apoya en distintos recursos del género para construir atmósferas, generar algo de temor, pero no para ofrecer una experiencia intimidante. El fuerte de esta producción del servicio de streaming va hacia otra dirección: la intriga.

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Quien se acerque a ella desde esa perspectiva puede encontrar una relato atractivo. Entre los distintos personajes e intereses que se van descubriendo a través de la producción se pueden desarrollar distintas preguntas y temáticas. El principal detonador de las historias que se cuentan son una serie de casetes, filmados por Melody, que Dan restaura para reconstruir el pasado. Cada pieza es un disparador de una historia específica que se enlaza con la idea global.

Entre las historias se produce un entramado de sospechas, miedos, posibles traiciones y choque de intereses que dejan a Dan en una suerte de encrucijada personal: los hechos tocan a parte de su familia. Esa entrada y salidas de historias propuestas por la serie de Netflix, con la creación de Rebecca Sonnenshine y Paul Harris Boardman, tiene en la dirección de cámara y el montaje un acierto: reclama la atención del espectador, que puede perderse en algún momento, pero los recursos son utilizados con criterio y eficiencia. Archivo 81 es una historia interesante, de tensiones entre unos y otros, con una realización correcta.

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