En las últimas dos décadas, Jessica Chastain ha intentado salvar el mundo varias veces con resultados dispares. Se esforzó en hacerlo en La noche más oscura (2012) de Kathryn Bigelow. Lo logró en Interstellar (2014) de Christopher Nolan. También en Ava (2020) de Tate Taylor, acompañada esta vez de un grupo de mujeres formidables. Pero ninguno de esos dispares intentos por construir la heroína definitiva carece de tanta fuerza y eficacia como Agentes 355. La película de Simon Kinberg es un caos argumental que utiliza la ya gastada premisa de agentes secretos en problemas, para contar algo con más sustancia.
De nuevo, se trata de un grupo de mujeres asombrosas con la capacidad de llevar a cabo una misión en apariencia suicida. Y otra vez, el guion trata de utilizar la premisa para analizar la condescendencia masculina, el menosprecio y un nuevo tipo de mujer cinematográfica. Una a menudo con un pasado turbio, habilidades portentosas y una larga historia de redención a cuestas. Pero a diferencia de otros intentos como Kate (2021) de Cedric Nicolas-Troyan o Cóctel explosivo (2021) de Navot Papushado, Agentes 355 falla por completo. Carece de la inteligencia, sofisticación e incluso, del recurso del puro entretenimiento para contar su historia.
En realidad, se trata de un argumento banal y genérico que utiliza a sus actrices para mover de un lado a otro piezas convenientes. Es lamentable que un grupo extraordinario encabezado por Chastain y a quien acompaña Lupita Nyong’o, Diane Kruger y Penélope Cruz carezca de poder. Eso a pesar de los intentos de Agentes 355 por brindárselo. Pero este grupo de agentes glamorosas, poderosas y hábiles no tienen nada que decir o alguna historia que contar. Van de un lado a otro tropezando entre sí como si los hilos fundamentales de la historia se entrecruzaran con sorpresa. Y de hecho sucede la mayoría de las veces. Para su primer tramo, la película dejó algo claro: este buen elenco tiene serios problemas para sostener una historia sin forma ni profundidad.
El viaje a ninguna parte de Agentes 355
Agentes 355 intenta componer la básica historia de una operación de espías con algunos trucos inesperados bajo la manga. En especial, cuando utiliza el intrigante elemento de una identidad desconocida — el titular Agente 355 — como una sutil mirada hacia algo mayor. Pero el guion es incapaz de mantener la ingeniosa premisa y escoge el cliché. Agentes 355 lo deja claro de inmediato que Mace (Chastain) es de cuidado. Tanto como para que sea una especie de objetivo inmediato a pesar de que el guion no explica en qué consiste su poder. El primer tramo de Agentes 355 muestra al personaje junto a Nick (Sebastian Stan), compañero, mejor amigo y aparente interés romántico. Pero hay tan poca química (y el director y guionista maneja con tan poca habilidad el escenario) que la tensión sexual se disuelve de inmediato.
A eso habría que añadir una supuesta misión que decae de inmediato, un Edgar Ramírez que ofrece un cameo blanco y una Diane Kruger en un papel confuso. Este equipo de mujeres formidables no tienen oportunidad de demostrar por qué lo son. Tampoco el guion ofrece explicaciones de por qué deben trabajar juntas. O al menos, un sentido objetivo por el cual unen fuerzas en una misión disparatada. Para su primera media hora, el desorden narrativo es el suficiente como para fragmentar la acción en pequeñas escenas sin sustancia. Por un lado, el personaje de Krueger parece encontrarse en el lugar equivocado. Mientras que la Graciela Rivera de Penélope Cruz de pronto se convierte en una especie de giro inesperado sin el menor sentido.
Con rapidez, Agentes 355 intenta armar su escenario, sin lograrlo. Este grupo de brillantes agentes internacionales deben trabajar juntos…solo que el guion no atina profundizar en por qué. Por supuesto, hay intentos de explicación, con frases exageradas que involucran guerras mundiales y conflagraciones catastróficas. Pero mientras el personaje de Chastain intenta construir un liderazgo impostado, el resto de las actrices deambulan a ciegas en la historia. Desconcierta la forma en cómo el personaje de Nyong’o se convierte en un hilo suelto en una narración desordenada. Aún más lamentable es la forma en cómo el director desaprovecha la energía y talento de Penélope Cruz, convertida en un chiste involuntario.
“James Bond nunca tiene que lidiar con la vida real”, dice en un momento dado el personaje de Jessica Chastain. Y es doloroso que sea la única frase — conexión — con una sugerencia de personalidad en un film que no la tiene. Para su última horaAgentes 355 es un escenario con supuestas dobles y triples lecturas que no pasa de la mera bidimensionalidad. Un fracaso de imaginación y lo que es más lamentable, una versión sobre una idea de peculiar fortaleza, despilfarrada en un tedio absoluto.