Un hombre de Nueva Zelanda se ha puesto diez dosis en un día de la vacuna del coronavirus para conseguir certificados falsos para personas antivacunas. No, no es el argumento de una película de humor cutre. Es una historia real que demuestra que es cierto eso de que, hecha la ley, hecha la trampa. Pero también demuestra que a veces por ser tramposos podemos ser un tanto inconscientes. Por decirlo de una manera suave.
Todo esto ocurre justo cuando el pasaporte COVID, con diferentes nombres en diferentes partes del mundo, se ha convertido en requisito indispensable para acceder a lugares públicos en muchos países.
La decisión, que en España por ahora se ha tomado solo en algunas comunidades autónomas, ha servido para ver que los férreos principios que han llevado a algunos antivacunas a oponerse a la inmunización caen por el peso de un par de cervezas. Pero hay antivacunas que se siguen negando a recibir la vacuna del coronavirus, incluso si eso supone reducir notablemente sus posibilidades de ocio. Por eso, pueden llegar a optar por medidas tan desafortunadas como la compra de certificados falsos. Falsificadores hay en muchos países, desgraciadamente. Pero ninguno tan original como este neozelandés, que simplemente decidió hacerse pasar por sus clientes y recibir la vacuna por ellos. El certificado es real, desde luego. No lo es tanto el vacunado que, para colmo, podría haber puesto su salud en peligro por su forma temeraria de proceder.
Restricciones en Nueva Zelanda
Desde los inicios de la pandemia, Nueva Zelanda ha sido uno de los países con más restricciones. Al gobierno encabezado por Jacinda Ardern no le tembló la mano a la hora de cerrar ciudades enteras tras la detección de cifras muy bajas de positivos. Eso ayudó a mantener al país con muy pocos casos incluso cuando otras zonas del mundo se retorcían bajo el duro azote de los peores momentos de la pandemia.
Sin embargo, la cosa ha cambiado desde que llegaron las primeras vacunas del coronavirus. Ahora, con un 75% de su población total con las dos dosis-un 89% de la vacunable- las personas inmunizadas tienen claros beneficios sobre el resto.
El país dispone de un sistema en forma de semáforo que etiqueta las distintas áreas de su territorio como rojas, ámbar o verdes, según el número de infecciones y las tasas de vacunación. Las zonas rojas tienen restricciones importantes, pero la mayoría de ellas no afectan a personas que han recibido la vacuna del coronavirus.
Por eso, el protagonista de esta historia pensó que ponerse varias dosis en un día podría ser una buena idea.
Certificados de la vacuna del coronavirus para los antivacunas
El hombre, cuya identidad no se ha dado a conocer, recibió dinero de diez personas para que se hiciese pasar por ellas. Él solo tenía que ir a los centros de vacunación, fingir ser cada uno de estos antivacunas y vacunarse.
Así, en total ha recibido diez dosis de la vacuna del coronavirus en un solo día. La noticia, publicada por el medio de comunicación local Stuff ha llegado también a oídos del Ministerio de Sanidad de Nueva Zelanda, que se encuentra “trabajando con las agencias apropiadas” para dar una solución al problema.
Mientras tanto, el hombre deberá someterse a revisiones médicas para comprobar si su atrevimiento le ha costado la salud. Y es que, como bien ha recordado la directora médica del Centro de Asesoramiento de Inmunización nacional, la profesora Nikki Turner, las dosis vacunales se calculan para maximizar la eficacia y minimizar los riesgos. Ese equilibrio, sin embargo, se rompe si se ponen más dosis de la cuenta.
En Italia, por ejemplo, ya ocurrió esto por accidente, cuando una mujer recibió un vial completo de la vacuna, del que se debe sacar para vacunar a seis personas. Por suerte, esta mujer en cuestión, una joven de 23 años, no tuvo ningún efecto secundario. Otras situaciones accidentales similares han dado lugar a efectos parecidos a los de una gripe. Pero en general nadie ha tenido consecuencias graves. El problema es que tampoco ha habido nadie que haya recibido diez dosis de la vacuna del coronavirus.
Este es un caso único y como tal habrá que hacerle un seguimiento. Además de tomar las medidas pertinentes contra él, por supuesto. Y es que, como dirían los cómicos de Pantomima Full, en su cabeza era espectacular. Pero lo cierto es que el negocio, además de ser un desastre, podría llegar a salirle muy caro.