Los test de antígenos son el nuevo papel higiénico. Lo hemos leído miles de veces, pero es verdad. Si en la primera ola pandémica los estantes de los supermercados quedaron vacíos de papel higiénico y levadura, ahora son las farmacias las que tienen que afrontar las colas de clientes desesperados por encontrar un test de antígenos. Al menos esta vez la obsesión tiene sentido, sí, pero también hay que saber usarlos. Para empezar, sabemos que en las farmacias podemos encontrar test de antígenos de saliva y nasales.
Es importante tener en cuenta que estos últimos no son nasofaríngeos, como los que pueden realizarnos en un centro sanitario o un laboratorio privado. Incluso los test de antígenos profesionales que el gobierno de España ha dado permiso temporal para vender ante el aumento brutal de su demanda deben ser nasales, no nasofaríngeos. Ahora bien, ¿cómo se usa cada uno de ellos?
En este artículo vamos a ver cuáles son las diferencias entre los diferentes test de antígenos que podemos encontrar en las farmacias. Pero también vamos a ver cuándo deben realizarse. No son lo mismo que una PCR, pero también tienen una utilidad. Siempre y cuando se realicen correctamente, claro. No todo vale y hay que tener varios factores en cuenta.
¿Test de antígenos de saliva o nasal?
A la hora de elegir en las farmacias disponemos del test de antígenos de saliva y del nasal.
Ambos contienen un liquidito, llamado tampón, cuyo papel es mantener todos los componentes de la reacción posterior a un pH adecuado para su correcto funcionamiento. También incluyen el cassette en el que se deposita la muestra y que, como ya hemos visto, es muy parecido al de un test de embarazo.
La diferencia es que el nasal incluye un bastoncillo o hisopo, con el que tomaremos la muestra de la nariz, y el de saliva un botecito con un embudo en el que se debe depositar esta. Ambas tienen una sensibilidad similar; pero, por raro que parezca, el test de antígenos de saliva puede dar lugar a más errores, porque la muestra es más difícil de tomar. Y es que no basta con escupir sin más. Antes se recomienda toser con fuerza varias veces y después dejar caer la saliva, intentando arrancarla de la garganta. Esto no es sencillo, sobre todo si se hace con niños o ancianos.
El nasal, en cambio, es más fácil, porque en esos grupos de edad se lo puede realizar otra persona. Y tampoco es muy difícil realizarlo uno mismo, ya que no hay que llegar a la faringe, la muestra es nasal y para obtenerla no se necesita un entrenamiento previo.
Una vez obtenida, se debe mantener el hisopo en el tampón durante el tiempo que aconseje el fabricante, generalmente un minuto, dando vueltas de vez en cuando. Después se aprovecha la flexibilidad del tubo para escurrir el bastoncillo y se echan unas gotas sobre la zona de muestra del cassette. Tanto el número de gotas como el tiempo de espera para ver el resultado dependerán del fabricante, aunque suelen ser unas tres o cuatro gotas y 15 minutos de espera. Al principio de ese tiempo, tanto en el test de antígenos de saliva como en el nasal debe aparecer una rayita roja junto a la C, que indica que todo se ha hecho correctamente. Si además aparece una línea en la T, el resultado será positivo. Si no, negativo.
Es importante desechar el test pasados los 15 minutos, pues después puede aparecer una raya en la T incluso si el resultado es negativo.
¿Cuándo debemos hacerlo?
La diferencia principal entre una PCR y un test de antígenos es que la primera detecta el material genético del virus, en su caso ARN, mientras que el segundo localiza algunas de sus proteínas.
El ARN puede detectarse en una fase muy temprana de la infección, cuando aún no hay suficiente carga viral para contagiar. Y también al final, cuando ya ni siquiera quedan virus infectivos. Es, por lo tanto, muy eficaz para detectar si una persona se ha infectado, independientemente de si contagia o no. Sin embargo, el test de antígeno, generalmente, detecta cuando la carga viral es suficientemente alta para contagiar.
Por eso se ha recomendado como una medida más de protección de cara a reuniones navideñas. Pero no es un salvoconducto para olvidarse de todo lo demás.
En primer lugar, debe hacerse justo antes de la reunión. En segundo lugar, si hay síntomas, lo mejor es no reunirse. Y, en tercer lugar, incluso si da negativo y en la reunión hay personas más susceptibles, como ancianos o inmunodeprimidos, lo importante es evitar acercarse a ellas sin mascarilla y ventilar todo lo posible.
También comienza a recomendarse el test de antígenos de saliva o nasal para hacer seguimiento de una infección activa. Es decir, alguien que ya ha dado positivo previamente puede saber cuándo deja de contagiar en el momento en el que su test de antígenos se negativiza. No obstante, durante un tiempo se deben seguir manteniendo ciertas precauciones.
En definitiva, los test de antígenos que venden en las farmacias son una medida más que se encuentra a nuestra disposición. Por supuesto, nuestra medida más importante es la vacunación. Después disponemos de mascarillas, ventilación, higiene de manos y reducción del número de personas que se reúnen. Y ahora también de los test de antígenos. Ninguna de ellas por sí sola es la panacea; pero, cuando se juntan, pueden ayudarnos a vivir un poco más seguros. Ojalá fuese diferente, pero por desgracia la vida es así. Ni la magia ni los milagros existen. Lo más parecido a ambos es la ciencia y, gracias a ella, estamos mucho mejor que hace un año. Sigamos usándola con cabeza.