Todos nos hemos quejado alguna vez del típico vecino o vecina que comparte con nosotros y con el resto del edificio sus gemidos o gritos durante el orgasmo. Si no lo has hecho, a lo mejor tú eres el vecino al que todos señalan. Y es que hay personas para las que el ruido en el sexo es casi una necesidad. Algunas incluso se sienten incapaces de orgasmar si el sexo no es lo suficientemente ruidoso.
Esta es una preferencia como otra cualquiera, aunque es cierto que a determinadas horas y en determinados lugares es importante cortarse un poco, por eso de no afectar al descanso de los demás. Pero, dejando a un lado lo referente al civismo, ¿hay realmente una explicación para que el ruido en el sexo sea tan importante para algunas personas?
Lo cierto es que sí la hay. De hecho hay varias que dependen de factores como el porno (para sorpresa de nadie) o las preferencias de comunicación con la pareja. Pero será mejor verlo en profundidad, para lo cual en Hipertextual hemos hablado con la psicóloga, sexóloga y educadora sexual Laura Marcilla.
Gritos y gemidos en el porno
¿Alguna vez has visto una película porno en la que los actores practiquen sexo en silencio? Vale, es pornografía, se supone que no es un reflejo de la realidad. ¿Lo has visto alguna vez en una película de cualquier otra temática? Salvo que los actores lo estén haciendo a escondidas, generalmente se muestra un sexo muy ruidoso, que suele terminar con un orgasmo explosivo y aparentemente muy satisfactorio. Por eso, podemos interpretar que sin gemidos no disfrutaremos tanto.
“Tanto en la pornografía como las películas de Hollywood generalmente la forma que tienen de representar que una persona ha llegado al orgasmo son los gritos y los gemidos, por lo que podemos crear una asociación en nuestra cabeza de que a más ruido, más placer”, explica Marcilla. “Puede que eso nos haga creer que la otra persona está disfrutando mucho y eso nos resulte más excitante”.
Sin embargo, la psicóloga señala que esto puede acarrear dos problemas. Por un lado, que hagamos erróneamente la asociación contraria, pensando que si la otra persona no grita no está disfrutando. No todo el mundo manifiesta el placer a través de gritos o gemidos, por lo que el ruido en el sexo no tiene que ser necesariamente indicador de que está disfrutando.
Además, aclara que a veces puede incluso indicar lo contrario. “También puede ser que alguien lo esté fingiendo porque quiera acabar rápido”, recuerda la experta. “Si nos centramos en la brecha orgásmica, la diferencia entre la facilidad con la que los hombres y las mujeres alcanzan el orgasmo en relaciones heterosexuales, nos encontramos con que muchas mujeres cuando quieren acabar una relación sexual, pero no quieren ofender a su pareja, lo que hacen es fingir el orgasmo, normalmente con gritos y gemidos”.
El otro motivo por el que el concepto de ruido en el sexo que aprendemos del porno puede ser un problema son los estereotipos de género que encierra. “Aunque tanto hombres, como mujeres o personas no binarias pueden preferir gritar o no gritar en un momento dado, sí parece que por el porno se han asociado cierto tipos de ruidos sexuales a lo femenino”, relata Marcilla. “El resultado es que nos podemos encontrar a algunas personas que no encuentren excitante que un hombre grite o que prefieren que si se expresa de forma ruidosa sea con gruñidos o unos ruidos más guturales. Es una pena que a veces tanto hombres como mujeres se puedan ver condicionados de expresar su placer de una manera o no hacerlo libremente porque no sea el ruido que a veces asociamos al placer en nuestro género”.
Por eso, lógicamente, debemos reaccionar como nos pida el cuerpo, sin pensar en lo que vemos en las películas. Porque ni el porno ni el cine son representaciones exactas de la realidad. En todo caso puede que lo sea tu vecino ruidoso, pero incluso en ese caso solo estamos ante una pequeña porción de la realidad. Cualquier opción es válida, porque cada persona es diferente y, por supuesto, cada forma de disfrutar de un sexo consensuado también lo es.
Ruido en el sexo para mejorar la comunicación
La comunicación en el sexo es esencial. Si a todas las personas nos gustara lo mismo sería muy sencillo, pero también aburrido. Como un manual de instrucciones que se puede estudiar. Pero volvemos a que cada cual tiene sus gustos y lo normal es que, al principio, nuestras parejas sexuales no los conozcan.
Ahora bien, la comunicación no se produce siempre mediante un diálogo. A veces, podemos manifestar lo que nos gusta a través de gritos y gemidos. “Hay personas que durante el sexo no se sienten cómodas entablando un diálogo con la otras persona”, explica la sexóloga consultada por este medio. “Entonces, los gemidos, los gritos, la respiración... pueden ser una forma de mostrar a nuestra pareja si nos está gustando o no y que la experiencia global sea más satisfactoria”.
De hecho, esto no solo nos sirve para enseñar lo que nos gusta, también resulta placentero para la otra persona. Es algo que se ve en las conclusiones de un estudio de 2011, en el que se tomaron datos de 71 mujeres heterosexuales, sexualmente activas, en varios contextos diferentes. Se vio que generalmente reconocieron llegar al orgasmo más fácilmente durante la masturbación, tanto realizada por ellas mismas como por su pareja, o con el sexo oral. Sin embargo, los gemidos y gritos estaban presentes también en el resto de prácticas, incluido el sexo con penetración vaginal. Y la parte más curiosa es que la casi todas informaron que la mayoría de vocalizaciones se realizaban antes y durante la eyaculación masculina. Esto indica que, consciente o inconscientemente, se puede manejar el placer de la otra persona a través del ruido en el sexo.
Desinhibirse para llegar al orgasmo
La última razón por la que el ruido en el sexo puede ser tan placentero es que nos ayuda a desinhibirnos. “Durante el sexo nos nos dejamos llevar y determinadas conductas que durante el día no hacemos a menudo o no están bien vistas en determinados contextos, como gritar, pueden ayudarnos a desfogarnos”. En definitiva, es una forma de soltar el estrés del día a día y relajarnos.
Todo eso está muy bien. El problema es que en algunos pocos casos no se trata de porno, de comunicación o de desinhibirse. Para algunas personas los gemidos y el ruido en el sexo son vitales para llegar al orgasmo y les cuesta disfrutar si deben mantenerse en silencio. Volvemos al tema del civismo. A determinadas horas y en ciertos lugares no deberíamos hacer ruido y, por eso, es importante tener soluciones alternativas para poder seguir disfrutando igualmente.
¿Qué debemos hacer si el ruido en el sexo se convierte en necesidad?
La mayoría de personas que disfrutan más con el ruido en el sexo también pueden tener una relación placentera sin gritos ni gemidos. Pero hay unos pocos casos en los que no es así. “A un porcentaje pequeño de personas les puede pasar que necesitan hacer ruido, a lo mejor porque sea también la manera que tiene de liberar la respiración y no tenerla contenida ni estar hiperventilando”, señala Marcilla. “Entonces se pueden encontrar con que les resulte un poco más complicado llegar al mismo nivel de placer si no pueden hacer ruido”.
¿Qué pueden hacer entonces si no les queda más remedio que evitar los gritos y gemidos? “Pueden desfogar esa energía de alguna otra manera. Por ejemplo, agarrando la almohada o las sábanas o arañando o mordiendo a la otra persona. Siempre con su consentimiento, por supuesto”. Así, se deja que esa energía que no puede salir gritando salga de otra forma. No obstante, en determinadas ocasiones puede ser necesario que les ayude un especialista.
“Se podría trabajar con esas personas si esa dificultad que tienen para sentir placer sin hacer ruido viene de su forma de respirar. Si es así, se podría trabajar esa respiración y centrarnos en aprender a tener un poco más de control sobre nuestras respuestas sexuales para que en un momento determinado no poder hacer ruido no sea un impedimento para disfrutar de la relación sexual”.
Laura Marcilla, sexóloga
En definitiva, el ruido en el sexo es quizás uno de esos estereotipos que el porno ha taladrado en nuestro cerebro. Pero también una forma de liberar estrés y comunicarnos con nuestra pareja. Eso sí, que no esté presente no significa que no haya placer. Y es que esa es una de las partes bonitas del sexo. Que nos demuestra que los seres humanos no somos autómatas, que cada uno de nosotros somos únicos y que cada relación sexual será una nueva experiencia, diferente a la anterior. Y para eso da igual si se hace ruidoso o totalmente en silencio.