La sustitución de los vehículos de combustión por coches eléctricos ya está empezando a dar frutos, al promover una disminución de las muertes relacionadas con la contaminación. Y eso que todavía los primeros siguen dominando claramente en número sobre los segundos

Por eso, la introducción de medidas dirigidas a facilitar la compra de coches eléctricos, así como a promover el uso de transporte público y bicicletas es una apuesta por la calidad de vida de los seres humanos a la que quizás no estamos prestando suficiente atención.

Es la conclusión de un estudio que acaba de publicarse en PNAS de la mano de científicos del Departamento de Salud Ambiental de la Escuela Chan de Harvard. En él, se analizan datos de Estados Unidos, aunque puede ser extrapolable a otros países. Al fin y al cabo, vengamos de donde vengamos, respirar un aire más limpio no puede hacer más que mejorar nuestra salud. Por supuesto, también puede ser muy beneficioso en lo referente a la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, este estudio se centra solo en la salud. Una consecuencia muy deseada que, de hecho, está siendo de las primeras en aparecer. Pero veamos qué más cuentan estos investigadores. 

Los peligros de la contaminación para la salud

En el estudio se han centrado sobre todo en la emisión de partículas PM 2.5, que son aquellas cuyo diámetro es menor de 2,5 micras.

Los cálculos se realizaron con datos de Estados Unidos, pero pueden extrapolarse en mayor o menor medida a otras partes del mundo

Al ser tan pequeñas, pueden infiltrarse fácilmente en los pulmones, depositándose en ellos o pasando al torrente sanguíneo. El resultado es un deterioro de la salud pulmonar y cardiovascular, que aumenta la probabilidad de mortalidad de personas muy expuestas a este tipo de contaminación.

Se sabe que las emisiones de los vehículos de combustión favorecen el aumento de estas partículas en la atmósfera. Por eso, en este estudio se analizó cómo influyó la introducción de coches eléctricos y otras medidas dirigidas a la reducción de emisiones en la mortalidad de las personas en Estados Unidos.

Se observaron datos de cuatro años diferentes: 2008, 2011, 2014 y 2017. Además, se realizaron simulaciones en las que se mezclaban factores de años diferentes.

Se tuvieron en cuenta factores como la mortalidad por causas relacionadas con la contaminación, el tipo de vehículos y la cantidad de ellos que circularon durante el año, las emisiones medidas en la atmósfera y la proporción de población envejecida y, por lo tanto, más susceptibles a la influencia de sustancias contaminantes. 

De este modo vieron que las muertes atribuibles a la contaminación del aire debido a las emisiones de los vehículos se redujeron de 27.700 en 2008 a 19.800 en 2017. Es una buena reducción; pero, aun así, podría llegar a considerarse pequeña.

Por eso, incidieron en un dato muy importante. Y es que en esos 9 años el tamaño de los vehículos aumentó, al igual que la población, que se incrementó y envejeció. Además, el transporte de mercancías se hizo más intenso, de modo que había más vehículos recorriendo más kilómetros. Por lo tanto, si todas esas cifras que fueron en aumento en 2017 hubiesen existido en 2008, con menos coches eléctricos y unas políticas más contaminantes, las muertes ese año habrían sido 48.200. Y eso ya sí que es una diferencia enorme con respecto a 2017.

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Más coches eléctricos y bicicletas

Este estudio concluye que andar o ir en bici, así como usar coches eléctricos en vez de los clásicos de combustión, pueden ser medidas que salven muchas vidas.

Sin embargo, no siempre es sencillo. No todas las ciudades tienen carriles que faciliten el desplazamiento seguro de bicicletas, por ejemplo. Y los coches eléctricos siguen estando alejados de muchos bolsillos.

La disminución de emisiones también supuso un gran ahorro económico

Por eso, la conclusión de este estudio es que los gobiernos deberían incentivar ambos comportamientos, dada la importancia que esto tiene para la salud pública. De hecho, en su trabajo no solo analizan el número de muertes. También tienen en cuenta el ahorro económico que supone a nivel social, incluyendo, por supuesto, los gastos en salud. Y la cifra no es nada desdeñable; ya que, según los modelos realizados, la reducción de la contaminación en 2017 supuso 270.000 millones de dólares en beneficios sociales. 

En definitiva, ese ahorro económico podría ayudar a incentivar esas medidas que ya hemos visto que pueden salvar miles de vidas. Por supuesto, es un compendio de muchas cosas. Simplemente introducir coches eléctricos no es la solución. De hecho, habría que ver cómo afecta también a la atmósfera su producción masiva. Pero, al menos por ahora, hemos visto que aumentar su uso y combinarlo con otras formas de desplazamiento más limpias puede ser lo que necesita el planeta, pero también lo que necesitamos nosotros mismos. Aunque sea por ese egoísmo que tanto mueve al ser humano, deberíamos probar a seguir por ese camino. 

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