El consumo de los países que componen el G20 podría provocar millones de muertes prematuras al año. Esta afirmación, que bien podría tratarse entre los puntos de la Cumbre del Clima de Edimburgo (COP26), es la conclusión de un nuevo estudio, publicado en Nature Communications, que muestra cómo las emisiones de partículas PM 2,5 afectan a la salud. Pero no solo a los países que ejercen ese consumo. También a otros situados a una gran distancia.

Si lo pensamos, no es algo tan raro. Al fin y al cabo, buena parte de los productos que consumimos en los países que forman parte del G20 provienen de otras naciones, a menudo de bajos ingresos. Esto supone que las emisiones derivadas de la producción industrial y el transporte no se generen necesariamente dentro de las fronteras en las que se genera la demanda.

Al final, los peor parados son siempre los mismos. Por eso, este estudio anima a los gobernantes del G20 a no limitar las medidas para controlar la emisión de sustancias contaminantes a su territorio. En cambio, recomienda ir más allá, estableciendo sinergias con otras naciones que se ven muy influenciadas por ellos indirectamente.

G20 versus G7

El G20, también conocido como grupo de los 20, es un foro internacional de gobernantes y dirigentes de bancos centrales, establecido para discutir políticas dirigidas a la estabilidad financiera internacional. Está formado por la Unión Europea y otros 19 países, entre los que se encuentran, por ejemplo, Estados Unidos, Brasil, China, Corea del Sur, Reino Unido, Sudáfrica y México. Todos ellos representan aproximadamente tres cuartas partes del comercio que se produce en todo el mundo. Por eso, es de vital importancia estudiar el impacto de su consumo.

Por otro lado, el G7 es una lista mucho más reducida, de solo 7 países, que se considera que cuentan con un peso económico, político y militar relevante a nivel mundial. En este caso, sus miembros son Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Todos ellos forman parte del G20; por lo que, dada su relevancia económica, podríamos pensar que los resultados de este estudio reciente fueran equiparables a las cifras del G7. Pero no es así. En general, las muertes prematuras causadas por las emisiones derivadas del consumo de los países del G20 son mucho más abundantes que las que se asocian con el G7.

El G20 está compuesto por la Unión Europea y 19 países más

Esto es algo que debería contemplarse en grandes foros, como la Cumbre del Clima. Pero, sobre todo, es algo que debería estudiarse en toda su complejidad. Teniendo en cuenta también a esos países olvidados que, aun sin pertenecer al G20, y mucho menos al G7, sufren de la peor de las formas el consumismo del resto.

Emisiones de PM 2,5: las más preocupantes

Este estudio sobre el impacto del consumo en los países del G20 se centra sobre todo en las emisiones de partículas PM 2,5. Estas son aquellas sustancias cuyas partículas son tan finas que cuentan con un diámetro de menos de 2,5 micras. El hecho de que sean tan pequeñas es lo que las hace especialmente peligrosas, pues pueden infiltrarse en los pulmones a través de la respiración, causando serios problemas de salud. De hecho, se las ha relacionado con un gran número de enfermedades, desde las cardiovasculares hasta algunos tipos de cáncer.

En cuanto a su origen, puede ser primario o secundario. Las primeras son aquellas cuya emisión se genera directamente en la superficie terrestre, pasando después a la atmósfera. Pueden tener un origen natural o formarse por la actividad del ser humano, especialmente en el transporte o la industria.

Son partículas muy pequeñas y pueden infiltrarse en los pulmones

Las segundas, en cambio, se forman directamente en la atmósfera, por la reacción química de sustancias generadas naturalmente o por la actividad humana. Pueden ser inorgánicas, que se forman por la oxidación del dióxido de azufre o el dióxido de nitrógeno y su interacción con el amoniaco. Pero también pueden ser orgánicas, cuando se originan a partir de los conocidos como compuestos orgánicos volátiles (COVs).

En este estudio hacen una diferenciación entre partículas PM 2,5 primarias y secundarias y concluyen que, a excepción de India e Indonesia, la mitad de las muertes prematuras se relacionan con las secundarias. Esto, además, es válido tanto para los países del G20 como para los del G7. Por eso, se pone de manifiesto la importancia de reducir las emisiones de COVs, así como de otras sustancias implicadas en estas reacciones químicas, ya sea el amoniaco o los combustibles fósiles. 

Este es uno de los pocos valores que tienen en común los países del G20 y los del G7. De hecho, si bien se calcula que en 2010 hubo 1.938 millones de muertes prematuras desencadenadas por el consumo en naciones del G20, para el G7 esa cifra sería solo de 323 mil muertes. 

Kendall Henderson (Unsplash)

Más allá del ombligo del G20

Muchos de los países del G20 analizados repercuten casi únicamente en la salud de sus propios habitantes. Sin embargo, hay otros en los que su consumo está estrechamente relacionado con la mortalidad más allá de sus fronteras.

El caso más claro es el de Estados Unidos, cuya huella en muertes extranjeras es de un 62%. Y está muy extendida, pues afecta a las emisiones de países como China, México, la India y Rusia. Además, no se queda solo en países del G20, pues también se ha encontrado una estrecha relación con muertes prematuras ocurridas en Bangladesh y Filipinas.

El consumo en Estados Unidos influye sobre países ajenos al G20 como Bangladesh o Filipinas

No obstante, hay otros países que, aun estando menos distribuidos, muestran una huella aún más alta en el extranjero. Es el caso de Arabia Saudí, con un 96% y Canadá, con un 85%.

En cuanto a los países que más sufren las consecuencias, uno de ellos es China, pues su relación con la cadena de suministro de naciones como Francia, Alemania, Reino Unido, Italia o Estados Unidos la sitúan como una de las zonas más afectadas por las emisiones derivadas de su consumo. 

Por todo esto, ahora que muchos países parecen empezar a concienciarse en la implantación de medidas para evitar los efectos nocivos de las emisiones contaminantes, ya sea para el medio ambiente o para la salud humana, debería añadirse un punto más a tener en cuenta. Deberían contemplarse también esas emisiones que, aun estando fuera de las fronteras del consumidor, están empujadas por su consumo.

La cifra más triste

Uno de los datos más preocupantes de este estudio sobre las emisiones derivadas del consumo del G20 es el que señala los grupos de edad más afectados.

En realidad, son los mayores de 80 años los que más sufren las consecuencias. Al fin y al cabo, su salud está más delicada y sus células más envejecidas. No obstante, hay un dato muy alarmante sobre los niños con edades comprendidas entre los 0 y los 5 años. Se calcula que las emisiones de partículas PM 2,5 derivadas del consumo de países del G20 podría estar detrás de unas 78.600 muertes en este grupo cada año. Esa es una cifra mucho mayor que la de cualquier otro grupo de edad menor de 50 años.

Las muertes infantiles se concentran en China, Indonesia y la India

Y en este punto hay algo curioso y digno de remarcar. Las muertes de niños derivadas del consumo de países del G7 parece ser muchísimo menor. Lo cierto es que los países responsables de dichas emisiones están bastante distribuidos por todo el mundo. Pero los que sufren las consecuencias están mucho más concentrados. De hecho, basta con que miremos la etiqueta de la mayoría de productos de fabricación extranjera que tenemos en casa para que nos hagamos una idea. Son China, la India e Indonesia. 

Es algo a lo que se debe prestar atención para intentar buscar una solución. Podríamos decir que basta con que, como consumidores, busquemos solo productos de origen nacional. Pero no es tan sencillo, empezando por el poder adquisitivo que se necesita para poder hacerlo y terminando por la escasa oferta que hay en algunos ámbitos. Todo eso es algo que deben empezar por solucionar los gobernantes, por mucho que los consumidores demos pequeños pasitos. Para eso están eventos como la Cumbre del Clima que se celebra ahora en Edimburgo. Y para eso están científicos como los autores de este estudio, que ponen sobre la mesa datos como estos, que todos deberíamos conocer. Aunque duelan. 

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