Cuando en 2015 Microsoft lanzó Windows 10 parecía que iba a ser su enésima apuesta definitiva tras una década de tropiezos importantes con el que hasta hace nada era su activo más valioso.

Solo Windows 7 había conseguido puentear los fracasos que supusieron en acogida y errores Windows Vista y Windows 8. Tanto es así, que en el motivo del lanzamiento de W10 un 11% de los ordenadores que usaban Windows seguían usando Windows XP, un sistema operativo que tenía su origen a comienzos de siglo.

Pero Windows 10 funcionó, siendo un sistema estable y que gracias a sus actualizaciones ha conseguido frenar la sangría que se había generado. Tanto, que en un momento se vendió como un sistema que podía ser infinito. Ahora sabemos que tras el lanzamiento de Windows 11 a comienzos de mes, la versión 10 dejará de tener soporte en 2025. Todo tiene su final, ¿pero por qué ha promovido Microsoft este cambio?

Microsoft ya no es la empresa de Windows tras la llegada de Nadella

Windows 11 ha comenzado su despliegue con opiniones encontradas pero algo muy claro: quiere ser un sistema operativo híbrido, transversal entre dispositivos (de ahí su capacidad de emular aplicaciones de Android) y sobre todo preparado para el trabajo total en la nube y la inserción de sus herramientas de productividad como Teams.

Windows ha pasado de contar con un 95% de cuota de mercado en sistemas operativos de ordenadores a comienzos de los 2000 a un 75% en 2021

Esta visión es indisoluble de la de su CEO desde hace siete años, Satya Nadella, quien tras tomar las riendas de la compañías ha ido transfiriendo el peso de Windows a Azure. Tanto es así que en 2020 comentaba medio en broma medio en serio que el siguiente Windows debería ser un ‘Edge de Azure’.

Quizá parte de este cambio venga porque antes de su llegada Microsoft llevaba años centrando en la rentabilidad de Windows. Hoy su sistema operativo sigue representando casi un 18% de sus ingresos, pero desde que Nadella se puso al mando la rama de negocio en la nube ha aumentado su facturación un 50%, la de ofimática y productividad casi un 40%, y el hardware y ordenadores personales y tabletas ha caído cerca de un 20%.

De hecho, en 2018, acabó de dejar clara esta visión al reorganizar la estructura de Microsoft y pasar la división de Windows a un nuevo departamento denominado -quien quiera puedo verlo con cierto desdén- More personal computing en el que además de Windows están los ingresos de surface, Xbox o las ventas por publicidad de Bing.

Un camino por recuperar con el teletrabajo como aliado

Pero es que el legado que recogió Nadella no era ni mucho menos positivo. Sin grandes caídas pero sin pausa, Windows ha pasado de contar con un 95% de cuota de mercado en sistemas operativos de ordenadores a comienzos de los 2000 a un 75% en 2021. Los mayores ganadores de esta caída, por supuestos macOS, pero también Linux y, en menor medida, ChromeOS.

Por eso, en un momento en el que la pandemia ha hecho repuntar la venta de ordenadores personales y portátiles como no se veía desde 2007, Windows tiene en su versión 11 una apuesta importante de futuro.

Según datos de las consultoras Canalys e IDC durante el tercer trimestre de 2020 las ventas de ordenadores en todas sus versiones, incluyendo los convertibles del tipo Surface, se fueron hasta los 79 millones de unidades vendidas, un volumen que IDC eleva a 81.

En cualquier caso, ambas coinciden en que supone una venta mayor al 13% con respecto al año anterior, y lo que es más remarcable, el mayor crecimiento en la venta de ordenadores en nada menos que una década, momento en el que las tablets y las innovaciones en los smartphone empezaron a hacerles mella.

El lanzamiento de Windows 365 también marca un camino

Nadella reflexionaba sobre el papel de Windows dentro de su estrategia ya en plena pandemia en 2020.

“La forma en que lo veo es que Windows es nuestra primera conexión con mil millones de usuarios. Seguimos añadiendo un par de cientos de millones de PC cada año, y queremos servir a eso de la mejor manera posible”.

Pero proseguía, aludiendo a la cantidad de personas que no cuentan con ordenador: “Lo que también queremos pensar es en un contexto más amplio. No queremos definirnos solo por lo que hemos conseguido. Windows con sus mil millones de usuarios es bueno, Android con sus 2 mil millones es bueno, iOS con sus mil millones es bueno, pero hay 46 mil millones más”, decía, refiriéndose a una posible estimación de 46 mil millones de dispositivos conectados y que funcionan con sistemas operativos muy básicos.

Microsoft lleva años hablando del potencial de crecimiento rápido de la Internet de las Cosas (IoT) a partir de sensores y dispositivos sencillos, todo ello mientras la empresa ha estado construyendo un imperio de la nube y adquiriendo silenciosamente empresas que le ayudarán a gestionar esos miles de millones de dispositivos conectados a la nube.

No es necesario descifrar su lenguaje aquí para entender que Microsoft está mirando mucho más allá de iOS, Android y Windows sino en hacer de Azure una especie de sistema operativo en la nube para muchos dispositivos. Y ahí, noticias casi en paralelo como la presentación de Windows 365, sistema operativo que tiene como objetivo ser ejecutable desde cualquier dispositivo, parecen caminar en el mismo sentido.

¿Es ChromeOS su gran rival?

Con apenas un 2,59% de la cuota de mercado, pero superando ya a Linux, ChromeOS y los Chromebooks por su inserción en las escuelas, sobre todo en Estados Unidos, la alternativa de Google puede ser precisamente el rival a futuro para muchos de esos pequeños dispositivos a los que aspira Nadella.

El mercado de los sistemas operativos parece estar reorganizándose para seguramente dejar de ser tan determinantes, pero sí servir como vía de entrada a los ecosistemas de grandes compañías. Un futuro al que Windows parece querer subirse para intentar recuperar la hegemonía que tenía hace 20 años.

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