La serie de Netflix Misa de Medianoche resultó ser una sorpresa. No solo para la plataforma, que disfruta de su éxito de audiencia y de crítica. También para los seguidores de Mike Flanagan. El programa, una de la historias más personal del director hasta la fecha, es una rara pieza que combina varias cosas a la vez. Por un lado se encuentra su visión antigua, poderosa y progresiva sobre el terror. Por el otro, mezcla un recorrido casi iniciático a través de la fe, la religión y la filosofía para terminar en una mirada novedosa.
Lo que desconcertó a buena parte de la audiencia fue su cualidad singular. Se trata de una serie de vampiros en la que la palabra no se menciona. Una en la que se dedican largos minutos a los monólogos y en la que la fe es la gran enemiga. Por si eso no fuera suficiente, Flanagan tuvo el atrevimiento de reinventar a Stephen King hasta crear algo sorprendente. Sin embargo, la versión del director sobre la muerte, la eternidad y los placeres del mal es algo más. También es un recorrido por un viejo tipo de terror que hasta ahora había sido relegado del cine y la televisión.
El género, en un intento de adaptarse a las nuevas audiencias, evolucionó y de una u otra manera, ha perdido parte de su peso conceptual. Algo que Flanagan recupera desde una mirada casi literaria a una obra pausada y profunda. Misa de Medianoche bien podría ser la mejor producción de terror de este año. Y te damos tres razones que respaldan la afirmación.
Esos largos monólogos de 'Misa de Medianoche' tienen un propósito
Una de las grandes quejas de los críticos a la serie ha sido hacia los diálogos entre personajes. Algunos capítulos dedican largos minutos a disertaciones sobre el bien y el mal, filosofía y religión. De hecho, el peso del programa se sostiene sobre la idea de la noción de las ideas que generan nuestra percepción sobre lo sobrenatural. Se trata de un riesgo que Mike Flanagan tomó y que pudo haber lastrado el centro mismo del programa. A no ser por la ingeniosa manera en que construyó la caja de los misterios que sostiene el argumento.
Los diálogos de Misa de Medianoche son largos, profundos y sostenidos en ideas intelectuales complejas. Lo son porque el pueblo se enfrentará antes o después a una amenaza que desafía toda lógica y que de hecho resulta impensable. El universo de los personajes no está abierto a la idea de una presencia monstruosa. De modo que los habitantes de Crockett Island tendrán que lidiar con la raíz de la creencia en el bien y el mal. Y en este caso, esa batalla intelectual se basa en la fe. Por ese motivo, los largos diálogos apuntalan lo que vendrá y cómo se concebirá.
Por supuesto, no es algo sencillo de entender para una audiencia acostumbrada a otro tipo de propuesta. Pero Flanagan usa algunas referencias para apuntalar el tema. Mientras los personajes tienen la oportunidad de contar sus historias, meditar sobre sus experiencias, el terror se espesa a su alrededor. Stephen King y Shirley Jackson utilizaron recursos semejantes para mostrar el sustrato de sus historias. Lo mismo ocurre en el cine. Hitchcock brindó a varios de sus personajes emblemáticos varios de los debates más interesantes de la historia del cine.
Otro buen ejemplo es Lampa, el corto del director Roman Polanski de 1959 usa el mismo sistema de analizar el terror desde su origen. ¿A qué tememos? Flanagan emula las preguntas existenciales y sustituye escenas truculentas por algo más comedido y doloroso. La premisa de la serie permite a los personajes crecer, enfrentarse a sus horrores y al final morir o vivir bajo su peso.
Stephen King en todas partes
Si viste Misa de Medianoche, lo descubriste de inmediato. Más allá del anaquel lleno de libros del Ridley de Zach Gilford, la huella del maestro del horror está en todas partes. Y en especial de uno de sus libros más conocidos. El Misterio de Salem’s Lot publicado en 1975 es el principal referente para Mike Flanagan. Y el director no lo disimula. Desde su vampiro, tan semejante al Barlow de la ficción literaria, hasta el pueblo.
El concepto es básicamente el mismo, pero Mike Flanagan lo lleva a un nivel nuevo. La percepción del horror encapsulado en un lugar aislado con personajes endurecidos y devastados por tragedias personales es mucho más sensible. También más madura y menos tendiente a justificar su parentesco con otra obra clásica del horror: Drácula de Bram Stoker.
Como sabe cualquier fan de King, El Misterio de Salem’s Lot fue una reinvención con aspectos costumbristas y locales de la novela de Stoker. Mike Flanagan toma el testigo de King y crea una nueva visión sobre los vampiros. Pero en especial, sobre lo sobrenatural en mitad de lo corriente, la especialidad del escritor. La percepción de lo terrorífico en Misa de Medianoche es una condición que se sustenta sobre la imposibilidad. Lo mismo que en la novela de King, los habitantes de la isla no tienen la menor idea de a qué se enfrentan. El resultado es que las explicaciones se crean entonces a partir de la fe o la filosofía. Pero en especial, la condición del miedo como parte de algo más amplio y doloroso.
'Misa de Medianoche', la raíz del mal
Para Cementerio de Mascotas (1989), la directora Mary Lambert creó un clima malsano que subvierte la identidad de lo monstruoso. ¿Quiénes son los monstruos en Misa de Medianoche? La serie guarda sus secretos con cuidado y brinda al espectador la oportunidad de especular. Pero a partir del capítulo tres enfrenta tanto a la audiencia como a los personajes a lo sobrenatural.
Y lo hace a partir de trastocar la idea de lo terrorífico. Si recuerdas la novela corta La Niebla de Stephen King pronto el interrogante sobre lo monstruoso cambia. Atrapados en un supermercado a merced de criaturas temibles al otro lado del cristal, los personajes deberán enfrentarse a sus iguales. Que resultan, de hecho, ser tan peligrosos como los monstruos que esperan más allá.
En Misa de Medianoche sucede de la misma manera. Los monstruos son los propios habitantes de la isla. Más allá de la criatura centro de todo el horror, son las reacciones y la justificación al mal, lo que sostiene el argumento de la miniserie. El resultado es una obra que combina la angustia existencial, temor a la muerte pero también, destrucción de la inocencia y la pureza. Con su ambiente retorcido y grotesco.
La atmósfera de Misa de Medianoche también recuerda a Al final de la escalera (1980) de Peter Medak. La historia de la película se basaba en la creación de un secreto dentro de un secreto. El guion unió líneas argumentales para sostener lo que parecía ser dos historias en una sobre el mal primigenio. En Misa de Medianoche hay varias versiones sobre la maldad conducen a un punto esencial: la forma en que percibimos el miedo y lo inexplicable.