Quizás algunas personas ya hayan escuchado antes esta historia. No es nueva. De hecho, hay que remontarse hasta 2006 para contarla. Sin embargo, lo que le sucedió a Lydia Fairchild con sus hijos es, cuanto menos, curioso. Y es que la madre descubrió que no era la madre biológica de sus hijos y estuvo a punto de perderlos.

En 2006, Lydia se separó de su marido y quiso pedir la manutención. Para ello, tenía que demostrar que todos estaban emparentados; así que mandó hacer pruebas de ADN a todos los miembros de la familia, padre incluido, y envió los resultado junto con los demás papeles del divorcio.

Sin embargo, estas cosas no siempre salen bien. No es solo que el divorcio no se resolviera favorablemente sino que, además, la acusaron de tratar de engañar al estado. Y es que las pruebas genéticas arrojaban una extraña verdad: Lydia Fairchild no era la madre biológica de sus hijos. Pero ella había dado a luz y criado a esos niños, ¿podría tratarse de un error? "No", le dijeron, tal y como recoge IFLScience. "El ADN es 100% infalible y no miente".

El AND "no miente"

Pero si el ADN no miente, ¿cómo es posible que las pruebas de paternidad fueran correctas para el exmarido de Lydia, que aparecía como padre, pero no para ella? Además, el hecho de que él apareciera como progenitor desechaba la idea, por ejemplo, de que hubiera habido un intercambio de niños en el hospital.

Aunque las pruebas genéticas son muy fiables, es cierto que en ocasiones se pueden contaminar muestras. Por este motivo y sabiendo que el padre de los niños salía como tal en las pruebas, se procedió a hacer otro análisis. En este, Lydia seguía sin ser la madre biológica de sus hijos. Y en la siguiente prueba de ADN. También en la siguiente que se realizó. Entonces el estado lo revolvió todo aún más y presentó una demanda de fraude contra ella.

Quimerismo tetragamético

Aquí entra en escena el caso de otra mujer. Karen Keegan, que cuatro años antes necesitó un trasplante de riñón. Cuando se hizo las pruebas de compatibilidad con sus tres hijos resultó que dos de ellos no eran descendientes biológicos suyos; pero sí de su marido, al igual que en el primer caso. Fue este caso el que ayudó a Lydia a ganar su caso. Y es que tanto Karen como ella eran quimeras. O más específicamente que padecen quimerismo tetragamético. Pero ¿qué es esto? ¿Y cómo puede hacer que una mujer tenga hijos sin su ADN?

Las teorías sobre el quimerismo tetragamético apuntan a que el problema comienza con la fecundación. Y es que se produce cuando dos óvulos diferentes son fecundados por dos espermatozoides distintos; pero que en vez de dar lugar a dos embriones, en las primeras semanas uno de ellos absorbe al otro. Por tanto, hay dos poblaciones de células diferentes. Además, el material genético del otro embrión se queda siempre junto a su hermano. Así fue en los casos de Lydia y Karen.

Las personas con quimerismo tetragamético pueden tener dos tipos de sangre, diferentes colores de ojos u otros signos físicos como colores de piel distintos

Las personas con quimerismo tetragamético pueden tener dos tipos de sangre, diferentes colores de ojos u otros signos físicos como colores de piel distintos. En el caso de Lydia, decidieron cogerle células de otros lugares del cuerpo, más allá de sacarle sangre, para comprobar esta posibilidad. Y el frotis vaginal que le hicieron recogió células que sí coincidían con sus hijos. En definitiva, sus pequeños en realidad eran hijos de su hermana, que nunca había nacido; pero sí había permanecido su material genético en Lydia.

Los casos de quimerismo tetragamético son muy raros, hay unos 100 casos diagnosticados en todo el mundo; pero también es posible que estén infradiagnosticados. Y es que muchas personas no se enteran de que tienen dos grupos de células diferentes hasta que pasa algo como lo que les sucedió a Karen y a Lydia. Eso sí, es interesante saberlo por si un día nos dicen que nuestros hijos no son nuestros. O si presentamos caracteres sexuales de dos tipos, ya que podría suceder lo mismo con un hermano de distinto sexo. Aunque lo más probable es que no todos seamos quimeras, a diferencia de estas dos mujeres.