Ya sabemos para quién ha sido el Premio Nobel de Medicina 2021. Este año el anuncio de este galardón era de los más esperados, pues muchas personas consideraban a los padres de las vacunas de ARN mensajero merecedores de obtenerlo. Sin embargo, finalmente el premio ha ido a caer en manos de David Julius y Ardem Patapoutian, por el hallazgo de los receptores de temperatura y tacto.

Eso no significa que Katalin Karikó y Drew Weissman ya no vayan a hacerse con el Premio Nobel por su gran labor en esta pandemia. Puede que el galardón sea para ellos más adelante. Al fin y al cabo, los ganadores del Premio Nobel de Medicina 2021 se han alzado con él por investigaciones que no han tenido lugar en el último año. Es algo habitual con estos galardones.

David Julius y Ardem Patapoutian, premio Nobel de Medicina 2021

El anuncio ha tenido lugar a las 11:35 CEST, tras la finalización de la reunión de la Asamblea del Nobel, en el Instituto Karolinska, de Suecia.

Con motivo de las medidas de seguridad por la pandemia de COVID-19, se ha hecho totalmente online, solo con la presencia de unos pocos periodistas, para los que había un aforo muy reducido, con acreditación previa.

Aun así, desde todo el mundo se ha podido ver en directo el anuncio de los nombres de David Julius y Ardem Patapoutian, que tendrán que repartirse un premio de 10 millones de coronas suecas, equivalente a unos 985.700 euros.

Temperatura y tacto, protagonistas del Nobel

Estos científicos han obtenido el Premio Nobel de Medicina 2021 por su papel en el hallazgo de algunos receptores implicados en sensaciones como el dolor o el calor cuando tocamos algo.

Los hallazgos de estos científicos se sientan sobre las bases de otros ganadores del Nobel, como Santiago Ramón y Cajal

Es cierto que ya en la década de 1880 se empezó a estudiar la presencia de determinados sensores en la piel, encargados de reaccionar ante estímulos como el calor o el frío. Se observó también que diferentes estímulos podían activar diferentes tipos de nervios. De hecho, otros tres científicos galardonados con el Nobel estuvieron detrás de algunos de esos primeros hallazgos. Primero Camilo Golgi y el español Santiago Ramón y Cajal aumentaron el conocimiento sobre las estructuras que componen el sistema nervioso. En definitiva, dieron un mapa inicial sobre el que otros científicos comenzarían a caminar. Fue también el caso de Sir Charles Sherrington y Edgar Adrian, que realizaron importantes hallazgos sobre la función de las neuronas.

Pero han sido David Julius y Ardem Patapoutian quienes durante años han ahondado en ese sistema somatosensorial. Y lo han hecho con el hallazgo de tres receptores diferentes: los canales TRPV1, TRPM8 y Piezo.

El primero llegó de la mano de Julius, quien a finales de los 90 realizó experimentos con capsaicina. Esta es una sustancia presente en algunos pimientos picantes, que genera una sensación de ardor ideal para este tipo de estudios. Esto le permitió identificar TRPV1 y TRPM8, dos receptores cuyo papel es fundamental para generar en el sistema nervioso respuestas asociadas al calor y el frío, determinando cuándo estas se convierten en dolorosas.

Poco después, Patapoutian centró su investigación en células sensibles a la presión. Esto le permitió descubrir Piezo 1 y Piezo 2. Se trata de sensores mecánicos, por lo que están asociados al tacto; es decir, al hecho, por ejemplo, de que notemos si algo es suave o áspero al pasar la mano por encima. Pero también están asociados a la propiocepción, que nos informa de la posición relativa de nuestros músculos. Es decir, nos ayuda a sentir la posición relativa de las diferentes partes de nuestro cuerpo sin tener que mirarnos en un espejo.

¿Por qué merecen un Nobel estos hallazgos?

Todo esto está relacionado con reflejos como apartar la mano cuando la acercamos al fuego o cuando nos pinchamos con una espina. Son actos que tenemos muy interiorizados y que nos resultan muy simples, pero que son vitales para nuestra supervivencia. El problema es que, lamentablemente, están alterados en personas con determinadas lesiones y enfermedades. Eso es grave; pues, por ejemplo, alguien que no note el calor excesivo al tocar un hierro caliente puede sufrir quemaduras sin darse cuenta.

Por eso, estos científicos son merecedores del Nobel. Porque conocer estos mecanismos está ayudando a entender mejor los sistemas alterados en estos pacientes, facilitando la búsqueda de soluciones.

Así que no, el Nobel no ha sido para los padres de las vacunas del coronavirus. Quizás en otro momento. Al fin y al cabo, son claros merecedores. Pero lo cierto es que David Julius y Ardem Patapoutian también lo son. Eso es innegable.