La situación del mercado de la energía eléctrica actual es un problema. Uno que cada día se asoma con una nueva cifra récord con precios de la electricidad en España kW/hora nunca antes vistos. Rebajas fiscales, intentos de reducción de los beneficios de las eléctricas o una empresa pública eléctrica siguen en el centro del debate como mecanismos para rebajar la presión que supone el precio de la electricidad en España. Un problema que, con una infinidad de lecturas y análisis, está lejos de solucionarse. En el horizonte, la Agenda 203o para el consumo de energías 100% renovables en España. Todo un un mix que aún dará de qué hablar en los próximos 9 años y que ya está importando modelos peer to peer como el de Lumio.
Lumio, nacida de la mano de Alexis Las Hera, surgió con una idea similar a la de otros proyectos de diferentes sectores. La democratización de algún producto o servicio en manos de grandes players del mercado. De hecho, Lumio se refiere a sí misma como el Airbnb de la energía eléctrica renovable.
Y no andan muy desencaminados. La startup dedicada al sector eléctrico se encuadra en el negocio del peer to peer de la energía, defendido por muchos como herederos de los modelos más puristas de la democratización. Uber, en sus orígenes, o el propio Airbnb serían algunas de esas plataformas; el futuro, y una larga lista de regulaciones, ha cambiado su concepción inicial. En el caso de la energía eléctrica, quieren evitar a los grandes generadores y comercializadoras de energía.
En resumen, la defensa de este modelo de negocio propone la autoproducción de energía eléctrica renovable –solar en la mayor parte de los casos– para después compartirla con terceros. Los modelos más idealistas, defendidos por plataformas como Greenpeace, apuntan a una cesión gratuita. La realidad es que la venta a terceros, a precios más reducidos que el del mercado regulado, se está posicionando como la mejor opción.
'Peer to Peer', pero antes placas solares
Lumio nació en Dinamarca, de la mano de Las Heras. No es sorprendente, en cualquier caso. El desarrollo del país danés en lo que a energías renovables respecta está muy por encima de cualquier competidor europeo. Es, de hecho, líder en energía eléctrica de origen eólico marino con algunas de las instalaciones más desarrolladas del continente. También trabajan, desde hace unos años, con los negocios peer to peer.
Un modelo que, pese a la tendencia actual por la crisis energética, ya se lleva barruntando desde hace algo más de 10 años. El crecimiento del IoT, así como las tecnologías blockchain capaces de crear contratos inteligentes y trazados de consumos eléctricos más sofisticados, ha cimentado el impulso de variedades de consumo de energía eléctrica de orígenes alternativos. También, por supuesto, una cierta democratización de paneles solares privados producto de una rebaja de precios y mejoras tecnológicas.
Lumio nació, por tanto, alimentada por el desarrollo de esos modelos de negocio daneses. También porque no había nada similar en España en el momento de su fundación, según explica su fundador a Hipertextual:
"Mis padres son personas muy innovadoras, por lo que les ayudé con en el tema de ahorro de energía con sus propias placas solares. Además, mis padres tienen una tienda cerca de donde viven. Si lo que yo veía en Dinamarca era posible, también podía ser en España que el excedente de energía que tenían en casa lo pudiesen llevar a la tienda. Y vimos que no existía nada. Y así nació Lumio".
Alexis Las Heras
No hay ecosistema peer to peer sin base
Lumio nació como heredera de los modelos importados de Dinamarca. Un sistema peer to peer en el que los clientes podrían traspasar el excedente de energía a quien lo necesitase. ¿Problema? La penetración de las placas solares de autoconsumo en España no es la suficiente. Con cifras de 2020 y según el informe Observatorio de Sostenibilidad, en España solo había unos 10.000 tejados solares, frente a 1,5 millones en Alemania. Lumio comenzó, y sigue haciéndolo, instalando placas solares. Después vendría el negocio peer to peer.
Ahora mismo están en una prueba piloto, pero quieren que febrero sea el mes de lanzamiento. De momento trabajan bajo el sistema de regalar energía eléctrica entre dos usuarios elegidos. Más tarde aprovecharán un modelo similar al de BlaBlaCar con sus viajes. La compañía estima un precio recomendado para el trayecto, en este caso para los kW/hora, pero es el vendedor el que decide. El comprador solo tendrá que aceptar la propuesta. Lumio funcionaría, en este caso, como cualquier comercializadora en la que si el consumo de energía solar no es suficiente se echaría mano de la red de energía eléctrica común. Con eso, los usuarios tendrían que pagar los peajes y costes de una factura normal. Lumio solo cobraría por la energía obtenida de la red eléctrica.
Saben, sin embargo, que de momento este sistema está acotado a un grupo de usuarios muy concretos. Elitista en algunos casos. Entre 4.000 y 7.000 euros en un precio estimado, este servicio estaría solo disponible para viviendas unifamiliares. Con una población residente mayoritariamente en grandes ciudades y en pisos de varias viviendas, el sistema queda acotado a un grupo reducido de usuarios.
Es decir, Lumio necesita al menos un productor de energía solar por cada dos consumidores. Con 300 usuarios actuales y un objetivo de 6.000 para el año que viene, los sistemas de peer to peer aún tienen mucho camino que recorrer para ser eficientes y alejados de perfiles de alto poder adquisitivo.
Los otros Lumio de la energía eléctrica del mundo
Lumio, como decíamos, no es ni mucho menos la primera experiencia de sistema de venta directa de energía en el mundo. Es heredera de una larga lista de experiencias que, pese a venir de un debate con muchos años, aún son solo eso: pruebas y pilotos.
Muchos de ellos, de hecho, se encuentran en Latinoamérica. Medellín probó un sistema para compartir energía eléctrica bajo sistema blockchain con 23 residentes de un área residencia a partir de energía solar. Lo habitantes de la región de convirtieron, por tanto, en lo que se denomina prosumidores: productores, consumidores y vendedores y de su propia energía. Más allá del piloto y el objetivo del impulso de energías eléctricas renovables, el objetivo de este sistema era demostrar la viabilidad de un sistema descentralizado y el impulso de economías zonales. Útil para regiones desconectadas de las grandes urbes y permitiendo una rebaja de los precios al prescindir del transporte. Así como aliviar la tensión sobre la red central en momento de alta demanda.
En el caso de Medellín, como en tantos otros, es la presión regulatoria así como los elevados costes de infraestructura lo que impide un desarrollo mucho mayor.
Junto con Medellín, la Universidad de Bristol también intenta crear sus propio sistema de peer to peer de energías renovables. HoSEM, una prueba piloto que busca redefenir las reglas de un mercado de la energía eléctrica muy tensionado. Y también muy poco valorado. Los investigadores George Papanikolaou y Vasilis Kostakis publicaban un ensayo en el que precisamente posicionaban el poder de internet como solución a una siuación en la que la población tiene un control prácticamente nulo sobre un bien primario.
Greenpeace va un poco más lejos con su valoración del sistema energético. "Nos sentimos robados y borrados de las decisiones del sector energético", apuntan en un informe sobre el futuro de los modelos peer to peer. Como ejemplo de buenas prácticas, la organización pone a Vandebron, una startup holandesa fundada en 2013, como hito en el sector de la energía eléctrica peer to peer.
Es, en resumen, un sistema similar al de Lumio con casi 80.000 hogares conectados a su red. Lo mismo que el proyecto de Brooklyn Microgrid. En este caso sin empresa de por medio, fueron los vecinos de varias zonas del popular barrio neoyorquino los que se unieron para generar energía eléctrica y un consumo sostenible en el que todos generan energía, consumen lo que necesitan y comparten lo que les sobra. El pero, sin embargo, siempre es el mismo: poder generar la suficiente energía como para poder compartirla y poder hacer la inversión necesaria para entrar en el juego.