La serie de HBO Doom Patrol comenzó como un ejercicio de imaginación. Adaptar uno de los cómics más extraños de la franquicia — el llamado reverso de La Liga de la Justicia — no es sencillo. Y no lo fue desde los primeros capítulos, que presentaron un recorrido por personajes que “jamás pidieron sus poderes”. La premisa incluyó, por supuesto, un recorrido por una región poco frecuente del mundo superheróico.

Doom Patrol decidió tomar la ruta contraria y presentar personajes tan desconcertantes como dolorosamente humanos. Desde Robot Man (Brendan Fraser), Hombre Negativo (Matt Bomer), hasta la fatídica ternura de Crazy Jane (Diane Guerrero). Toda la serie parece construida para analizar con deliberado interés la exclusión cuando el poder no es otra cosa que una forma de marginación. 

Un concepto complicado para una serie en apariencia sencilla que termina por ser mucho más elaborada de lo que podría suponerse. Conocer las historias de origen de cada uno de ellos fue un trayecto emocionante, pero que parecía no encontrar un sentido. ¿Nos trasladamos a través de las a menudo durísimas historias personales de cada personaje? ¿Nos encaminábamos a una redención colectiva? 

Doom Patrol no parecía tenerlo del todo claro y quizás por eso la importancia de esta tercera temporada creada y concebida para concluir hilos. También para analizar desde un nuevo punto de vista la condición del poder y su influencia en estos héroes por accidente. Para bien o para mal llegó el momento de reincorporarse a la vida normal. Pero además de una evolución emocionante para la trama, se trata de una vuelta de tuerca necesaria para dar un segundo aire al programa. 

'Doom Patrol', un recorrido por los viejos y nuevos tiempos

YouTube video

En los tres primeros episodios de la nueva temporada, Doom Patrol está decidida a que cada uno de su personajes tenga un especial trayecto hacia la redención. O al menos comenzar a recorrerlo. El Showrunner Jeremy Carver, encargado de mantener con vida a Supernatural contra todo pronóstico, encuentra en Doom Patrol la oportunidad de experimentar. Un visión sobre el poder que cambia a medida que la serie se vuelve más sensible, críptica y densa. 

¿Cambió Doom Patrol su centro argumental de un enorme corazón con grandes historias aparejadas entre sí? Al contrario, la sensibilidad con la que el guion analiza a sus personajes es más elocuente que nunca. Pero si los dolores y sufrimientos del equipo podían comprenderse como un todo, para la tercera temporada hay espacio para algo nuevo. Se trata de un contexto, una aventura en equipo. Si antes fue una forma de recorrer historias dispares, ahora avanza con buen pie hacia algo novedoso.

El elemento más novedoso de la temporada tres de Doom Patrol es la llegada de Madame Rouge (Michelle Gómez). El personaje parece creado especialmente para llevar el caos allí a donde va. Y como no podía ser distinto en un año de viajes temporales y saltos multiversales, Doom Patrol también viaja en el tiempo. 

Solo que Madame Rouge ha olvidado quién es — que ya sería bastante grave — y también, qué se supone que puede o debe hacer. La eventualidad pone al personaje en el centro de un drama que podría ser ridículo e incluso hilarante. Pero en Doom Patrol tiene un sentido del absurdo que sostiene la trama de una forma formidable. 

La idea de una ¿villana? sin identidad y sin propósito, pero con todas las armas — y mala intención — para atacar, es un elemento ingenioso y bien planteado. Sobre todo en un show que se enfoca en la cualidad de analizar las páginas oscuras de DC en busca de personajes poco conocidos pero con un peso argumental claro. 

Si en Escuadrón Suicida, James Gunn encontró todo tipo de figuras retorcidas y pendencieras, Doom Patrol juega con los matices. Desde Garguax, Dead Boy Detectives y Brotherhood of Dada, la serie ha sabido crear un contexto general para la sorpresa. Un punto a favor del planteamiento de la nueva temporada.

Lo extraño se cuenta por docenas

La nueva temporada de la serie de HBO es hasta ahora una combinación de sus puntos más altos y la obvia intención de dar paso a subtramas más singulares. Mientras Cliff Steele lucha por recuperar el afecto de su hija hasta el espacio inexplicable de Garguax. Todo en Doom Patrol está pensado para que el argumento tenga la absoluta — a veces perturbadora — facilidad de ir a temas concretos a otros demenciales. 

La tercera temporada es más osada que las anteriores. Con su aire de programa de género de Serie B  y su necesidad casi elemental de ser una incógnita, la serie juega con sus referencias. Lo hace a partir de la oportunidad de Carver de no atenerse a otra cosa que la condición de mover piezas en un tablero argumental en apariencia sin orden. DC parece más convencido que nunca de crear algo que supere cualquier línea de superhéroes que haya hecho hasta ahora. Y lo hace con una sagacidad que sorprende por su buen hacer.

Con todo, Doom Patrol ya contó tres cosas esenciales. Habrá nuevos y viejos conocidos a los cuales enfrentarse. La diversión será más oscura  y hay un secreto en mitad del miedo. Todo por la vieja vía de contar historias de superhéroes sin otro motivo para serlo que haber obtenido poder. Quizás la mejor baza que puede aprovechar una historia sin grandes ambiciones, pero con toda la imaginación necesaria para crear algo nuevo. Y lograrlo.