Tres gigantes de la automoción mundial, Daimler, Volkswagen y BMW, creen que la escasez de chips podría extenderse hasta finales de 2022 o 2023. Se trata de otro desalentador pronóstico que, junto al de algunos proveedores de semiconductores, revela que los problemas de suministro seguirán impactando negativamente a las líneas de montaje, muchas de las cuales han tenido que parar días, semanas o meses llevan días, semanas o meses de parón por falta de componentes electrónicos.

Las declaraciones han tenido epicentro en el Salón del Automóvil de Munich. Según recoge Automotive News, el CEO de Daimler, compañía matriz de Mercedes-Benz, Ola Kallenius, reconoce que varios proveedores aseguran que están teniendo problemas para cumplir con la creciente demanda de semiconductores. "Esto podría influir en 2022 y [la situación] podría ser más relajada en 2023", señala.

Por su parte, el CEO de BMW, Oliver Zipse, cree que la escasez de chips los afectará hasta bien entrado el 2022. "Espero que la tensión general de las cadenas de suministro continúe en los próximos seis a 12 meses", dijo. Sin embargo, no duda en exponer una visión optimista a largo plazo al considerar que la industria de la automoción es un "cliente atractivo" para los fabricantes de semiconductores.

El presidente de grupo Volkswagen, Herbert Diess, entiende a la escasez de chips como un problema global que, afectado por la creciente demanda de artículos electrónicos por parte del mercado de consumo, continuará a largo plazo. "El aumento de la capacidad [de producción] llevará tiempo. Probablemente será un cuello de botella para los próximos meses y años", dice el ejecutivo.

La escasez de chips golpea a los fabricantes alemanes

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Foto por carlos aranda en Unsplash

Murat Aksel, jefe de compras del grupo Volkswagen considera los fabricantes de semiconductores deberían aumentar un 10% su capacidad de producción. Esto con el objetivo de satisfacer las necesidades del sector global de la automoción. Asimismo, señala que el suministro sigue siendo muy volátil y ajustado. "Esperamos una recuperación gradual para fin de año", asegura.

La escasez de chips golpeó con fuerza a la industria de la automoción alemana. Daimler y BMW se vieron obligados en julio de este año a reducir o detener completamente la actividad en sus líneas de montaje en Alemania y Reino Unido, así como también reducir pedidos a proveedores que operan en Países Bajos y Austria. Volkswagen, por su parte, analiza un nuevo recorte de producción.

Pero no solo se trata de Europa, en América del norte también padecen la consecuencias de la escasez de chips. General Motors, el fabricante de coches más grande de Estados Unidos, dijo el pasado jueves que cerrará temporalmente varias de sus fábricas debido a la falta de componentes esenciales.