Es una empresa de cascos chinos, pero con mucha tela que cortar. La historia de Livall, la compañía de origen chino que acaba de abrir su primera tienda en España, tiene detrás a una Mano de Midas del emprendimiento que fue a China a encontrar un filón de negocio. Quizá Manu Marín es un nombre poco sonado en el ecosistema, pero lleva años trabajando en la financiación de startups y una de sus inversiones está a punto de salir a Bolsa: Wallbox.

Marín comenzó su andadura en Estados Unidos de la mano de las grandes tecnológicas para pasar a ser uno de los creadores del actual Movistar Fusión de Telefónica. Tras ello creó su propio fondo de inversión en startups en España. Mala suerte, era 2011 y la burbuja inmobiliaria estaba por todo lo alto; había poco tiempo para startups en nuestra economía. "En ese momento me salió la oportunidad de trabajar como director en Morgan Stanley en Hong Kong, en el fondo tecnológico de Yellow River Capital, por lo que dejé a un lado mi fondo", explica a este medio.

El resumen de su aventura en China se basaba en revisar porfolios de empresas y elegir en cuáles de ellas invertiría Morgan. Eran Series C con vistas a salir a cotizar en poco tiempo, por lo que la madurez de las mismas era esencial. Fue entonces cuando se encontró con un Livall que poco se parecía a lo que es en la actualidad de la mano de Bryan Zheng.

No era una empresa para Morgan, pero sí para el fondo de Marín. Por aquel entonces decidió invertir por el 15% del capital de Livall y ver qué pasaría a el futuro. "Aunque no tenía nada de diseño y tecnología, los cascos de Livall tenía mucho potencial", explica. Mientras, Marín dejaría Morgan para ir a otra de sus inversiones. Unos cargadores eléctricos de Wallbox que comenzaban a funcionar en un mundo en el que el coche eléctrico estaba dando sus primeros pasos. Pasó de 4 empleados a más de 100 y de cerrar rondas pequeñas a programar su salida a Bolsa. Marín salió de la compañía en 2019, pero se mantiene en el accionariado y junta de la misma. Tanto que confirma que este miércoles Wallbox ya firma su esperada salida a bolsa antes de fin de año.

Fue entonces cuando llegó el turno de Livall. Sin proyectos a mano y viendo que la compañía de cascos tecnológicos comenzaba a despuntar en China, era el momento de la expansión internacional.

"Me puse como COO de Livall y fue cuando firmé los grandes acuerdos internacionales. También estaba en parte de diseño de producto y tecnología. Y cuando fuimos al CES de Las Vegas vi que el producto gustaba, fue entonces cuando me metí de lleno".

Manu Marín, COO de Livall.

Livall había logrado ya entonces unos primeros 300.000 euros en Indiegogo para crear sus primeros diseños a la par que cerraba una ronda de financiación de 11,1 millones de dólares. Poco después, Livall salía de China para comenzar a expandirse por Francia, Alemania o Estados Unidos vía ferias de tecnología: el CES, la IFA o Eurobike. La compañía tuvo que esperar hasta 2020 para tener una sede europea, 100% propiedad de Marín y gestada durante el confinamiento, que se encargaba de la distribución de los cascos tecnológicos. Pero en España no había noticas de la compañía china. Hasta ahora.

Marín ha traído la fábrica, de momento de ensamblaje y en unos meses de fabricación, a Albacete. "Es un punto estratégico muy interesante y hemos tenido mucho apoyo del Ayuntamiento para poner la fábrica; además, tenía un compromiso conmigo mismo de que la filial estuviese en España", explica Marín a Hipertextual.

Ahora, la filial en España cuenta con financiación de la matriz de China. También con un millón de euros de inversores cercanos a Marín. Pero la compañía ya prepara la ronda de 6 millones de euros a principios de 2021, de los que 4 ya están comprometidos con una valoración de 30 millones, con family office importantes.

Con todo, explica la compañía, Livall quiere lograr los 2,5 millones en ventas durante este primer año.

Livall, una cuestión de cascos

Cascos de Livall

Lo básico de Livall es que, efectivamente, fabrican y venden cascos. De bici o patinete, y también para hacer deporte. También están trabajando en los cascos de moto homologados.

¿Su diferenciación? Además del precio, que está por debajo de la media del mercado, quieren posicionarse en el sector de las nuevas formas de movilidad por la vía de la seguridad. Cada casco viene con sistema de señalización incorporado. Una suerte de luces de posición, luz de freno y sistema de intermitentes. También con sistema de detección de accidentes y sistema de llamada a emergencias capaz de enviar un SMS con geolocalización a los teléfonos de contacto en caso de accidente. También con un sistema de llamadas integradas en el casco –sin necesidad de pinganillos– que permite conectarse, incluso, con otros cascos iguales.

El objetivo de Livall es mejorar la visibilidad de los ciclistas, o riders en general, a través de los propios cascos. Un objetivo que ya les ha merecido varios premios de diseño y con el que se quieren presentar para la mayor feria tecnología en el próximo CES de Las Vengas en 2022.