Cuando José Andrés, cocinero español afincado en Estados Unidos que plantó cara a un Trump ya en la Casa Blanca, junto con los hermanos Adriá inauguraron el mercado Little Spain en pleno Manhattan, no dudaron en que la sangría formaría parte de su carta. Además del flamenco, los toros, y las playas, esta bebida sigue siendo uno de los distintivos del sur de los Pirineos. Si una jarra de sangría dentro del mercado de productos made in Spain cuesta 55 dólares pues se paga; si un vaso cuesta 7 dólares, pues también.

Después de todo, es una de las exportaciones más rentables de España y una de las bebidas que nos posiciona en el mundo. Tanto que incluso en su país de origen, la sangría ya tiene el distintivo de bebida guiri y pocos son los avezados a pedirla. Y los datos lo demuestran. De los 160 millones de litros de sangría envasados al año–y las jarras con fórmula casera no se tienen en cuenta, y se pone en duda que hasta eso sea sangría–, prácticamente el 65% va a parar a Asia, Estados Unidos y el resto de Europa. En el mercado nacional, prácticamente su totalidad está destinada a una restauración que sigue atendiendo a público internacional.

Ahora, la sangría quiere tener la fama de otras bebidas de moda. Con un cider que no llega a ser sidra, una kombucha que comenzó en Estados Unidos y ahora está en boca de todos, un limonchelo promocionado por una Italia que ya consiguió lo mismo con la comida y un Hard Seltzer que está a punto de despuntar vía marketing, la bebida patria quiere su lugar y quitarse de encima la mala reputación. Sangría Republic, entendida bajo el modelo startup y en plena recaudación de capital en Startupxplore, quiere trabajar en ello.

Del vino, pasando por las burbujas de Freixenet, a la sangría

"Cada vez que viajas fuera y ves que se vende sangría, la realidad es que es un producto de mierda: y eso da pena", con este principio bien claro David Martínez, fundador de Sangría Republic, creó su empresa.

Si el producto fundamental de la sangría es el vino, para la carrera profesional de David también lo fue. Comenzó abriendo las ventanas de un apolillado ecosistema vinícola en España, donde los pazos, los ducados o marquesados tenían el imperio del vino. Paco & Lola fue la primera marca de éxito de vino albariño en manos del empresario. De ahí llegarían otras bodegas hasta terminar en Freixenet. La marca de cava por excelencia tuvo a David Martínez entre sus filas para llevar la línea de nuevos productos. Un idilio que duró más bien poco, la guerra civil en la familia Freixenet estaba empezando a despuntar en lo que en un tiempo se traduciría en su venta a Henkel. Y por qué no decirlo, el fin de los anuncios de las burbujas de Navidad.

sangría
Foto por photo nic en Unsplash

Sobre esta tesis, inició un proyecto de crear una sangría premium que conquistase a los jóvenes. Al igual que el vermú, ahora bebida común, paso de ser cosa de "viejos", querían que la sangría se llevase con dignidad en España y por los españoles. "Queremos hacer cosas que no nos den vergüenza y decirle a la gente que es mejor a que te tomes una cider", apunta.

Martínez aprovechó el momento para crear algo propio y a darle la vuelta a una idea concreta: "Pese a las campañas que hagamos con José Andrés, España sigue manteniendo el perfil del país del flamenco, los toros, y la sangría. Y ya está. Tenemos que saber lo que somos, nos guste o no nos guste", explica a Hipertextual.

Para ello, Sangría Republic encontró financiación en Viagalicia –principal aceleradora de la Comunidad–, así como una pequeña ronda de financiación en la que participó un inversor internacional. Ahora están en plena financiación sindicada en Startupxplore. Con 80.000 euros de objetivo, y más de la mitad recaudado en apenas unos días, el objetivo es ahondar en el mercado de las bebidas energéticas vinculadas al vino y al café. Y aun así tienen mucho trabajo por delante.

La sangría está protegida y no todas son lo que dicen ser

La sangría es un producto protegido, y mucho. Solo España y Portugal pueden fabricar esta bebida. Su originalidad se encuentra regulada con medidas e ingredientes concretos. Lo que implica ponerse a pensar en todo aquello que un día dijo ser sangría, pero que se quedó a mitad de camino.

Tendrá un 50% de vino con un grado de alcohol de entre 7º y 12º. El resto solo podrá ser completado con agua natural o carbónica y zumos o frutas solo de origen cítrico. Es decir, lo que lleve manzana o sandía no será sangría. La única salvedad que se le impone es la que apela a las especias incluidas. Es decir, todo aquello que lleve cualquier otro tipo de fruta podrá ser llamado wine coctail o macedonia con vino, pero nunca sangría. Marcas como Lolea, que también trabaja en el negocio de la sangría, identifica algunos de sus productos de una forma diferente al contener frutas que no cumplen con la normativa. A ojos del cliente, la realidad es que este concepto pasa desapercibido.

Todo aquello que lleve cualquier otro tipo de fruta que no sea cítrica podrá ser llamado wine coctail o macedonia con vino, pero nunca sangría

Por supuesto, el tinto de verano no es sangría. La eterna lucha de los fabricantes de este producto que se han enfrentado a un hermano menor –que a ojos de la regulación no existe– con ínfulas de ser algo más. ¿La ventaja? El tinto de verano es más barato (al menos en fabricación) por su menor porcentaje de vino, pero sí de otros ingredientes que edulcoran o conservan el producto. "La diferencia con el tinto es que es vino con lo que tú quieras y muchas veces tienen ingredientes que asustan", apunta Martín.

Con todo, su empresa está investigando en nuevos sabores que se ajusten a la normativa. Con el limón o la naranja como cítricos nacionales, Sangría Republic está probando con yuzu o flor de Jamaica para ampliar fronteras. Fronteras que tienen ahora mismo en Reino Unido, Estados Unidos y Singapur en este momento y que pretenden aumentar una vez la Covid-19 amaine.

La era de las "nuevas bebidas"

kombucha
Foto por Katherine Sousa en Unsplash

La plaga de la kombucha dirían algunos, un sector que ya vienen trabajando con éxito Miwi o Komvida, dos emprendimientos centrados en la bebida de moda. De aquí a un tiempo, la carta de opciones de bebidas ha crecido. Pasamos del clásico refresco, agua, cerveza o vino a un sinfín de opciones. Las pioneras en esto, las bebidas energéticas. Al principio pocas, ahora interminables. Solo el mercado de los refrescos cuenta con un valor de producción de 19.860 millones de euros en 2020 y de un gasto por los hogares de 1.696 millones de euros. Unas cifras crecientes por el aumento de opciones y marcas.

"Cada mercado tiene sus tendencias y valores diferentes, en normal que cada vez haya más opciones y el mundo más complicado y se viaja más", explica Martínez. Los consumidores ya no se conforman con 4 opciones y quieren más oferta para unos paladares más amplios. "Ahora se está targetizando todo mucho", explica. Siempre que el usuario esté dispuesto a pagar lo que cuestan.

Sin embargo, la nueva oferta mantiene algo en común. Las modas nacidas en este u otro lugar de la mano de los early adopters así como sus precios más elevados aprovechando el tirón, son la base. Pero la idea de ecológico, sano y vegano en muchos casos toman la delantera. La lucha contra el azúcar, aunque en algunos casos sea infructuosa, lidera la era de las nuevas bebidas de moda.

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