Sin Note, pero con más plegables que nunca. Samsung ha decidido encarar la segunda mitad del 2021 con dos nuevos teléfonos de pantalla flexible: el Galaxy Z Fold 3 y el Galaxy Z Flip 3. Los dos, en conjunto, toman el testigo del Galaxy Note, que durante casi una década se ha presentado en esta ventana temporal, como acompañantes de la serie Galaxy S, la más destacada de la empresa surcoreana.
Los dos nuevos modelos tienen dos propósitos principales. Por un lado, acercar aún más los teléfonos plegables al consumidor –hasta ahora, han sido productos aspiracionales al alcance de pocos y acompañados de sacrificios–. Por otro, tienen la misión de reimpulsar a la división de telefonía de Samsung, la cual, como los datos más recientes demuestran, no está vendiendo todo lo que se esperaba en el segmento más alto del mercado.
Para lograr esos objetivos, tanto el Galaxy Z Fold 3 como el Galaxy Z Flip 3 han dado un paso hacia delante en varios aspectos fundamentales. Uno de ellos es el nivel de resistencia. Los nuevos teléfonos son significativamente mejores en este sentido. Y no lo digo únicamente por las cifras sacadas del laboratorio que Samsung ha expuesto. Es algo que puedes sentir al tener los productos en la mano.
Por ejemplo: las pantallas ahora están recubiertas por una lámina mucho más resistente que transmite una mayor firmeza al tocarla. La sensación es más cercana a la de un teléfono convencional, con un recubrimiento de cristal.
Los dos teléfonos también son resistentes al agua, algo que parecía inimaginable hace algunos años en un móvil plegable. El ensamblaje de las diferentes partes también es mejor que en versiones anteriores, la bisagra se siente sólida, el tacto del cristal es agradable… Todo, en general, está mejor refinado y se siente menos prototipo que antes.
Lo que sí permanece en esta generación es la marca del pliegue, así como el leve hueco que queda entre las dos mitades al cerrar el teléfono. Eso, sumado al mayor grosor y peso respecto a un smartphone convencional, es el peaje a pagar, al menos de momento, con estos Galaxy Z Fold 3 y Galaxy Z Flip 3.
El S Pen se extiende a los plegables, donde tenía todo el sentido
El Galaxy Z Fold 3 es, por primera vez, compatible con el S Pen de Samsung. Y esto, sencillamente, tenía todo el sentido. Tener una pantalla de estas dimensiones pedía a gritos un stylus con el que poder dibujar fácilmente, editar fotografías, etc. El lápiz, eso sí, no se integra en el chasis del teléfono como ocurría en el Galaxy Note. Se compra por separado y se almacena en una funda diseñada específicamente para ello, como ocurría con el Galaxy S21 Ultra.
Del S Pen, por cierto, se venderán dos versiones. Una de ellas tiene Bluetooth, mientras que la otra no. La principal diferencia es que la variante con Bluetooth permite realizar gestos y otras acciones con el teléfono, mientras que la estándar únicamente sirve para dibujar sobre el panel.
El Galaxy Z Fold 3, por otra parte, esconde su cámara frontal interior bajo la pantalla, algo que muy pocos dispositivos ofrecen actualmente. Esta tecnología permite, por fin, desprenderse de ese agujero en la parte superior de la pantalla –a través del cual emerge la cámara frontal–. Sin embargo, la ejecución de Samsung no es del todo buena. La clave está en la densidad de píxeles que encontramos en el área que recubre la cámara, la cual es muy inferior al del resto del panel. En ciertos contenidos pasa desapercibida, pero, en otros, como los fondos blancos, se hace bastante más visible de lo que me gustaría. El regusto, por desgracia, ha sido agridulce.
Y hablando de pantallas: el Galaxy Z Flip 3 ahora tiene una pantalla exterior más grande. En ella podemos ver notificaciones, acceder a ciertos widgets e incluso abrir Samsung Pay para pagar con el teléfono sin llegar a abrirlo. Promete ser mucho más útil que la pantallita pequeña del modelo original.
Un hardware excepcional, aunque no perfecto
En lo que a componentes se refiere, tanto el Galaxy Z Flip 3 como el Galaxy Z Fold 3 están a la altura de los mejores teléfonos del mercado. Destaca, sobre todo, la llegada de los 120 Hz a todas las pantallas y, sobre todo, la inclusión de un chip Snapdragon 888 también en las versiones europeas de ambos productos. Con el S21, recordemos, solo algunas variantes tenían este chip –como la que se vende en EE.UU.–, el cual es levemente superior respecto al Exynos 2100 de Samsung. Por lo tanto, que estos móviles llegen a Europa con el SoC de Qualcomm es una buena noticia.
En fotografía, los dos teléfonos montan cámaras principales y angulares de 12 megapíxeles, mientras que el Galaxy Z Fold 3, además, cuenta con un teleobjetivo de dos aumentos ópticos. No son las cámaras más avanzadas de la marca –ese honor lo tiene el S21 Ultra–, pero sí prometen un rendimiento satisfactorio.
El único pero a destacar en la hoja de especificaciones de estos teléfonos es la batería del Galaxy Z Flip 3, cuya capacidad (3.300 mAh) parece reducida comparada con la de otros teléfonos de dimensiones similares. Esto habrá que ponerlo a prueba, pues son muchos los parámetros que influyen en la autonomía de un teléfono, pero, a priori, la cifra no resulta especialmente esperanzadora.
El Galaxy Z Fold 3 es el heredero natural del Note, pero el Galaxy Z Flip 3 es el verdadero ganador
Los nuevos plegables de Samsung, en general, son mejores en casi todos los sentidos. Tienen más potencia, son más resistentes y sus diseños están mejor refinados. No obstante, lo más importante de estos dos productos no está ahí, sino en el precio, que ha sufrido una caída considerable. El Galaxy Z Fold 3 llegará a las tiendas por 1.800 euros, un precio todavía algo, pero inferior al de modelos anteriores.
No obstante, la verdadera revolución está en el Galaxy Z Flip 3, que se venderá por unos 1.000 euros, muchísimo menos que su predecesor. Esto hace que, a partir de ahora, quien quiera un teléfono con pantalla plegable, no tenga que pagar un sobrecoste respecto a un Galaxy S21 o un iPhone de última generación. El nuevo móvil de Samsung está en su misma ventana de precios. Y eso, para ganar tracción y popularizar este tipo de productos, resulta fundamental.