Modern Love es quizás la quintaesencia del romanticismo contemporáneo. La adaptación de la columna semanal del mismo nombre, que desde el 2004 se publica en el New York Times, es un recorrido por la emoción. Pero también, por los diversos problemas, circunstancias y dolores de nuestra época desde un enfoque sencillo. 

La primera temporada hizo llorar a la audiencia más sensible con varios de los relatos más conocidos de su versión periodística. Desde la madre soltera con un inusitado apoyo, hasta una mujer con problemas psiquiátricos en busca de la felicidad. Modern Love tuvo de todo para deslumbrar. Incluyendo claro, un elenco de altura que incluyó a Tina Fey, Anne Hathaway, Andrew Scott y Dev Patel. La combinación no podía ser más atractiva y convirtió a la serie en uno de los grandes éxitos de Amazon Primer Video.  

Para su segunda temporada, la magia parece no ser tan radiante. O al menos no tan deslumbrante como en la primera ocasión. Con sus ocho capítulos de media hora de duración, Modern Love es sin duda la depuración de su fórmula. Sin embargo, la insistencia en mostrar el giro de lo emocional desde cierta perspectiva ideal resta peso al fundamento de la serie. 

Si su gran punto de atención es que se trata de historias reales que relatan la vida sentimental de nuestra época, ¿por qué desvirtuarlo? Es de hecho, el gran punto débil de la primera temporada. Todo se parece demasiado a la ficción, es en exceso predecible, blando e incompleto para resultar conmovedor.  

El romance está en el aire pero no con un aroma fragante

Por supuesto, Modern Love conserva todo su peso emocional. Las historias son sensibles y bien construidas. También tiene una puesta en escena mucho más lujosa que la primera temporada. Es notoria la inversión en escenarios y también la renovada atención al detalle. Amazon Prime Video decidió que uno de sus grandes éxitos fuera un regreso suntuoso. 

No obstante, ese notorio aumento en presupuesto no tiene un efecto inmediato en la narración. O mejor dicho, lo tiene, pero no en la forma en que pueda hacerla más creíble, sensible o íntima. En realidad, las historias de la temporada son reinvenciones discretas de tropos habituales en los dramas románticos. La falta de autenticidad hace que Modern Love parezca más una serie de pequeños sketch de aire sensiblero que un homenaje al amor.

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Con todo, los capítulos son un buen ejercicio de estilo y de narraciones cortas, bien construidas y algunas emotivas. Todas envuelven el amor de nuestra época y lo hacen con cierto sentido de la oportunidad. No obstante, se echa en falta la consideración de que las historias son verídicas, algo que logró su primera y celebrada primera temporada. 

El primer capítulo, dirigido por Andrew Rannells   How Do You Remember Me? hace énfasis en el amor perdido. Dos amantes que tropiezan después de mucho tiempo. La visión de ambos sobre el romance que sostuvieron es un curioso juego de espejos que termina por ser casi paródico

La segunda temporada de Modern Love es un recorrido diverso y con la intención de ser audaz por lo romántico

Pero lo que podría ser una reflexión sobre el amor, el recuerdo y la idealización, termina por tener una innecesaria visión sobre el desamor. Tan tópico y tan común que desarma la estructura vivencial del capítulo de Modern Love.

Lo mismo ocurre con Am I…? Maybe This Quiz Will Tell Me, un episodio que afronta la sexualidad y la identidad de género. Protagonizado por Lulu Wilson, tiene una considerable frescura pero de nuevo la historia tiende al cliché. Algo más que evidente cuando el capítulo termina por analizar el centro motor de su argumento de manera tópica.

Quizás el más imaginativo de todos los episodios de Modern Love sea In the Waiting Room of Estranged Spouses en el que Anna Paquin y Garrett Hedlund se enfrentan al desamor. Pero el tono es tan brillante y construido con tanto ingenio que el tema dramático se hace amplio. Tanto como para abarcar puntos sustanciales sobre la vida, el amor y la pérdida de lo emotivo. Todo en medio de una conversación amplia y sincera que asombra por su fluidez. 

Modern Love y el cupido ciego

La segunda temporada de Modern Love es un recorrido diverso y con la intención de ser audaz por lo romántico. Pero aunque tiene más puntos altos que bajos, es también un experimento que termina por fallar por exceso. Si la primera temporada celebró el amor como algo cotidiano, la segunda es mucho más simple

Es esa simplicidad la que termina por hacer del programa una producción sin norte. Tal vez, la línea entre lo cursi y lo emotivo sea muy pequeña. Y la segunda temporada de Modern Love la cruza más de una.

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