Uber sigue ampliando su oferta de opciones de transporte en la ciudad. En este caso, la tecnológica estadounidense anuncia un acuerdo para integrar las motos de Cityscoot de Barcelona en su aplicación. Un acuerdo que heredan de otras regiones en las que la compañía de motos y Uber vienen operando desde hace tiempo.
Un total de 633 motos eléctricas, que corresponden al volumen de licencias que la empresa de origen francés controla en la región, se suman a las filas de Uber. Ahora, la compañía cuenta con taxis y coches privados de carsharing con SocialCar.
Al contrario que su competencia, en este caso Cabify o Share Now, Uber ha optado por la asociación con terceros para alcanzar el objetivo del sector. Las opciones de movilidad dentro de una misma aplicación de transporte vía integración se posiciona como el objetivo de mercado de aquí a un tiempo.
A por la multimodalidad
Si el unicornio español se ha lanzado con los patinetes eléctricos y motos de Movo –marca independiente, pero integrada en la compañía–, Uber negocia su asociación con terceros. Ya cedió su negocio de patinetes eléctricos, Jump, a Lime en mayo de 2020 a fin de centrarse en su negocio estratégico –pero sin perder el foco en la multimodalidad–. En este caso con la francesa Cityscoot presente en París, Niza, Milán y Barcelona. Esta última desde verano de 2020 como respuesta a la pandemia y a la recién estrenada regulación de licencias de motos compartidas en la ciudad.
Una regulación de motos compartidas que ha vivido una suerte similar a la de licencias de patinetes eléctricos de Madrid o, incluso, a la bicis compartidas de la capital. Ya en abril de este mismo año, Cityscoot se manifestaba en contra de la normativa de Barcelona. Compartiendo calles con Acciona, Avant, eCooltra, Iberscot, Movo, OIZ, Yego, Tucycle y Seat, la francesa apuntaba a que muchas de estas empresas no cumplía con el límite de licencias; algunas de ellas incluso habían licitado por más permisos de los que podían gestionar. Así como su disgusto con el Ayuntamiento por una ampliación de permisos que no terminaba de materializarse. De esta manera, Uber entra en el conflicto de las motos en Barcelona; que se suma al del taxi que mantiene abierto desde primeros de año.
Más allá de las motos de Uber, Cityscoot está enfocada a la expansión
La startup de transporte compartido nacía en Francia en 2016 de la mano de Bertrand Fleurose. En aquel entonces, su mayor competidor en la capital francesa se limitaba a Coup. Desde entonces, el ecosistema ha explotado y se ha expandido. Y también se ha gestado con el acuerdo de motos con Uber en gran parte de las regiones donde operan.
Cityscoot ha crecido, como no podría ser de otra manera, vía financiación. Es, de hecho, una startup con un alto respaldo por parte de los inversores privados. Ya en 2018, la compañía anunciaba una operación de 40 millones de euros para financiar los primeros pasos de su expansión por Europa y el crecimiento de su flota. La ronda de 2020 de 23 millones de euros, 6 millones de euros por parte de Allianz –entre otros– materializó la llegada a Barcelona.