La pandemia nos pilló por sorpresa, y tuvimos que cambiar la forma en la que hacíamos las cosas a marchas forzadas. Comprar, socializar o trabajar pasaron de ser acciones cotidianas a pequeñas batallas que librar, y de las que sacar algo que aprender. Pero más que cambiar, la crisis sanitaria ha acelerado un cambio que ya se avistaba como necesario. La sociedad ha dado la vuelta drásticamente, pero la forma en la que concebimos el trabajo no lo ha hecho con la misma celeridad: podemos pedir un cartón de leche a Amazon y que llegue en una hora a la puerta de casa, pero nos resignamos a trabajar dentro de un horario y lugares fijados por la empresa. Con eso, el coronavirus llegó con el teletrabajo bajo el brazo.

La imposición eventual del teletrabajo ha agradado a millones de personas que ahora sienten que pueden realizar las mismas labores sin desperdiciar tiempo cada día en desplazamientos o residiendo donde de verdad quieren estar, o donde es más asequible. También puedes estar más tiempo con los suyos, y conciliar la vida laboral y familiar con cierta armonía que hasta ahora parecía imposible.

El trabajo se tiene que flexibilizar, como nosotros tenemos que amoldarnos ante todo en nuestras vidas para llegar, como podemos, a todo lo que se nos exige. Y para las empresas ya comienza a ser un desafío pospandemia. Los altos ejecutivos de Apple se estrujan los sesos para descentralizar la compañía con sede en Cupertino, Silicon Valley, al reconocer que encontrar y retener capital humano será uno de los grandes desafíos para la tecnológica en los próximos años.

El teletrabajo de Apple al mundo

Apple siempre ha trabajado —y ha sido obviamente parte de su éxito— como si fuese una startup desde una única oficina, no una gran compañía. De hecho, Apple ha sido una de las grandes negacionistas del teletrabajo. Pero esta forma de operar es cada vez menos viable por los siguientes motivos.

  • El coste de la vida en San Francisco es altísimo, y pese a que los sueldos en Apple sean altos, bajo cualquier estándar, muchos empleados reconocen que no es tan fácil ahorrar o realizar grandes gastos o inversiones.
  • Es complicado crear una plantilla realmente diversa si todo tu personal tienen que vivir en una de las ciudades más caras del mundo.
  • No puedes esperar a que los mejores vengan a ti. Hay muchas empresas punteras realizando productos y servicios apasionantes. Apple no es la única, y tiene que atraer talento.
  • El costo de las operaciones es muy elevado. Apple podría obtener el mismo trabajo por parte de profesionales que exigen salarios mucho más bajos porque residen en regiones donde vivir no tiene un precio prohibitivo.

Más allá de Apple y el modelo híbrido

Modelo híbrido, teletrabajo

La situación de Apple con el teletrabajo no es única, es un problema que, tras la crisis de la Covid-19, se ha puesto de manifiesto las economías desarrolladas: hay que cambiar la forma en la que se trabaja, porque la sociedad, lo que demandan los consumidores y los mercados han cambiado drásticamente en las últimas décadas, y no podemos pretender que se siga trabajando desde la oficina todos los días de 9:00 a 17:00 (en el mejor de los casos).

Apple planea que la vuelta a las oficinas se realice de forma híbrida con una distribución de la jornada semanal dividida entre el trabajo realizado de forma remota y en la oficina. El personal estará obligados a acudir lunes, martes y jueves. El resto de días podrán elegir.

El cambio, significativo dentro de una compañía que nunca ha sido partidaria del teletrabajo, ha generado una mezcla de respuestas. Muchos empleados están satisfechos, pero otros sienten que en empresas de la competencia se ofrece un mayor abanico de posibilidades a la hora de trabajar tras la pandemia. Muchos temen, además, de que esta flexibilidad vaya a estar supeditada a los deseos de sus superiores directos, que podrían convocar reuniones presenciales en días que los empleados pudieran desear realizar sus cometidos de forma remota.

En las grandes empresas que operan o tienen sede en España la situación es parecida. Casi todas abogan por un modelo híbrido, que ofrece una mayor tolerancia con respecto a la forma de trabajar antes de la pandemia, pero que no acaba de dejar satisfechos a sus empleados.

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