Michael Jordan apareció en una producción cinematográfica durante su temporada de regreso a la NBA. Fue en el campeonato 1995-1996. Space Jam se estrenó durante el segundo de esos años. Pocos deportistas podían ser considerados a la altura de Jordan para el momento. Para ese entonces, los Looney Tunes ya eran iconos dentro de la televisión estadounidense.
Ni los Looney Tunes ni Michael Jordan contaron con plataformas de streaming o redes sociales para impulsarse a sí mismos. Era otro tiempo. Los Looney dependían de la difusión que la televisión les permitiese, teniendo especial calado en los niños, y Jordan estaba sujeto a sus hazañas en cancha y la repercusión mediática que eso generase. Esto último no fue poco.
En el caso de Jordan, además, venía de estar retirado. Su carrera experimentaba una suerte de segundo tiempo que resultó igual de exitoso que el ciclo anterior: ganó tres anillos. Por su parte, los Looney Tunes, después de debutar en 1930 con el corto Sinkin' in the Bathtub, ya tenían un universo más amplio de personajes sobre los cuales apoyarse de forma narrativa. No parecía descabellado hacer una producción que los juntara. En retrospectiva, es válido decir que no lo fue.
Looney Tunes:
los musicales que luego trascendieron
Durante mediados de los años 90, pocas series televisivas animadas tuvieron el impacto que los Looney Tunes de Warner Bros lograron. Sesenta años antes, comenzaron en el cine y, a medida que la TV fue tomando más espacios, se vieron en los hogares mucho antes de Space Jam. En un principio, solo podían ser vistos en blanco y negro. No fue sino hasta 1968 cuando se desarrollaron a color.
¿Cuál era la particularidad de estos dibujos animados? Antes de posicionarse en el imaginario colectivo, durante los años 30 estos personajes fueron usados para difundir el fondo musical de la disquera Brunswick Records, que había sido comprada por Warner Bros. Por tanto, todas las canciones que dependieran de ese sello pasaron a la otra empresa. Los Looney Tunes sirvieron como medio de difusión de esas canciones mientras contaban una historia.
Este contenido no estaba pensado para el público infantil, aunque tuvo buena recepción en ese sector. Luego, con algunos cambios en la parte directiva de distintas empresas relacionadas, también empezó a pensarse en el sector adulto. Veinte años después de su origen, la adaptación televisiva los llevó a alcanzar otra dimensión de receptividad y seguimiento. La franquicia se abrió a casi cualquier público, censurando algunas cuestiones pero ganando en otras.
A medida que avanzaba, tecnología mediante, también se incorporaban otros personajes. El más famoso de ellos resultó ser Bugs Bunny, quien apareció un poco antes del salto a la televisión, en 1940. A medida que la serie se acercaba hacia los años 90 se sumaron otros más, esos que aparecen en Space Jam aunque ninguno tocó la dimensión del conejo. Su alianza con Michael Jordan podría ser considerada como icónica: mundo animado y realidad en un mismo plano.
Para ese momento, ya se desarrollaban aventuras particulares de los distintos personajes, tanto para cine como para TV e, incluso, hasta cameos con otras producciones de Warner, como Animanía. El juego con Michael Jordan, a mitad de camino entre animación e imagen real, respondía a esa tendencia: expandir un poco más las posibilidades de la animación, apoyándose en su reputación y en otro referente pop.
Michael Jordan y ‘Space Jam’:
salvar el mundo animado también deja dinero
Después de sus tres campeonatos consecutivos con Chicago Bulls, Michael Jordan no sólo ya era considerado un jugador histórico sino que también se había convertido en un referente deportivo. Su imagen, para grandes y chicos, se estaba posicionando como un simbolo deportivo y cultural, junto a marcas como Nike.
Esa junta entre ídolos reales y animados funcionó. Se necesitaban en Space Jam para lograr un objetivo. Por otro lado, desde un punto de vista metafórico también funcionaba la alianza: Jordan, en cancha, hacía cosas que parecían imposibles en la vida real, como esas que hacen los Looney Tunes dentro de su universo.
El resultado, quizá, no pudo ser mejor: Space Jam fue la décimo segunda película que más dinero recaudó durante ese año. A escala global, la producción sumó más de 230 millones de dólares. Algunas de las producciones que la superaron fueron Jerry Maguire (Cameron Crowe), 101 Dálmatas (Stephen Herek), La Roca (Michael Bay) y Misión Imposible (Brian De Palma). En un bonito guiño a la tradición de los animados y su relación con la música, su banda sonora ocupó el puesto 69 de Billboard durante 1996.
Si bien Space Jam quizá no podría definirse como una película solo sobre deportes, esta temática en el cine no suele tener un gran éxito. Las películas que trascienden, como Jerry Maguire, tratan temáticas alrededor de las disciplinas y no sobre ellas. El deporte resulta ser una excusa para profundizar sobre otras cosas. Moneyball (Bennett Miller, 2011), una de las mejores producciones de los últimos años, también recrea lo anterior. Los deportistas, como actores, tampoco suelen triunfar (ni están obligados) o tener roles clave dentro de las producciones, como Jordan (a quien se sumaron otras figuras de la NBA, como Charles Barkley, Patrick Ewing, Muggsy Bogues, Larry Johnson y Shawn Bradley).
Algunos de los deportistas de élite que también pasaron por la gran pantalla fueron Pelé en Evasión o victoria (John Huston, 1981), O.J. Simpson, en The Naked Gun: From the Files of Police Squad! (David Zucker, 1988) y Shaquille O’ Neal, quien participó en varias producciones. Ninguno tuvo mayor éxito (tampoco se les exigió, porque su rol era otro). Se puede pensar en Dwayne “La Roca” Johnson, otro deportista (aunque sin la resonancia de los anteriores), quien sí tuvo éxito en el cine. Hasta el punto de que su carrera actoral difuminó su origen deportivo.
Sin embargo, dentro de estos nombres y producciones, ninguno y ninguna produjo una sinergia similar al mezclar universos. Esta fue una de las pocas ocasiones durante las cuales eso ocurrió, a juzgar por la recaudación y la nostalgia generada en los últimos meses. Recobrar ese encanto es la meta de Space Jam: A New Legacy (Malcolm D. Lee, 2021), encabezada por LeBron James y el universo de personajes de WarnerMedia (ya no solo Bugs Bunny y sus amigos). Esta película no sería posible si hace 25 años los Looney Tunes y Michael Jordan no hubiera hecho de Space Jam una película de culto.