Poesía en los números. Así describe Daniel Tammet, uno de los sinestésicos más famosos del mundo, cómo ve el mundo a través de sus ojos. Porque para él los números vibran como lo hacen las palabras para un poeta. Cuando hablamos de sinestesia, quizás lo primero que nos venga a la mente sea un caso como el suyo, con la asociación de los números o las letras con colores, olores o sabores. Pero va mucho más allá. Existen multitud de tipos, algunos especialmente curiosos, como la sinestesia de calendario.
Las personas con esta cualidad pueden ver el tiempo. Básicamente, los días, los meses y los años se posicionan ante sus ojos, con formas que dependen de cada individuo, pero que no tienen nada que ver con la cuadrícula numérica que estamos acostumbrados a representar el resto de los mortales.
Como viene siendo habitual, hasta que no son mayores y hablan con otras personas, creen que todo el mundo ve el calendario como ellos. Pero con el tiempo descubren que no es así, que lo que les ocurre es algo excepcional y, además, una gran suerte; ya que, como bien concluyen algunos estudios, esto puede llegar a ser muy ventajoso.
El curioso dibujo de la sinestesia de calendario
En 2018, en Hipertextual hablamos con dos personas sinestésicas para que nos contaran cómo ven el mundo.
Una de ellas era Karmele Gómez Garmendia, una mujer que ha decidido transformar en arte lo que le ocurre, dibujando las palabras tal y como ella las ve. Pero no solo ve formas y colores en las palabras. Ella es una de esas personas con sinestesia de calendario.
En su día nos contó que ve el calendario como un óvalo, en el que los días se mueven de izquierda a derecha y las horas de arriba a abajo. Además, cada año se tiñe de un color, por lo que para ella es más sencillo recordar fechas. Otras personas con sinestesia de calendario no ven ese óvalo, sino una especie de uve, un dónut o un conjunto de hilos, por ejemplo.
En 2016, uno de los científicos que más ha estudiado la sinestesia, Vilayanus Ramachandran, estudió el caso de una joven de 20 años a la que se pidió que dibujara el calendario tal y cómo lo ve ella. El resultado fue una uve asimétrica, con una rama más larga que la otra. Además, resulta curioso que se le pidió que repitiera el proceso tres veces, en días diferentes, y siempre lo hizo con la misma longitud e inclinación para cada una de las ramas.
¿Se conocen los motivos?
No es sencillo saber cuántas personas en el mundo tienen sinestesia de calendario. Básicamente, porque puede que algunas, si no hablan sobre el tema con otras personas, nunca sean conscientes.
Sin embargo, sí que hay un cálculo aproximado, de que le pasa, en mayor o menor medida, a aproximadamente el 1% de la población. Otro dato interesante es que, por lo general, quienes la tienen también cuentan con sinestesia números-formas o color-grafemas, como es precisamente el caso de Karmele. De hecho, la joven del estudio de Ramachandran también reconoció que veía los números y los grafemas que forman las palabras de colores muy concretos.
Por todo esto, se cree que puede deberse a una o varias mutaciones que lleven al cruce accidental de las áreas cerebrales implicadas en la distinción del color y los números o grafemas. Ambas son adyacentes en un punto conocido como circunvalación fusiforme, por lo que no sería complicado que se produjese este cortocircuito.
También tiene sus ventajas
Las diferentes formas de sinestesia suponen grandes ventajas a quienes las experimentan. Por ejemplo, Daniel Tammet se convirtió en la persona que más decimales de pi ha sido capaz de memorizar y recitar, gracias a su habilidad para ver los números.
Estas personas a menudo también tienen una gran facilidad para los idiomas y, en general, muy buena memoria.
En el caso de la sinestesia de calendario, en el estudio de 2016 el equipo de Ramachandran quiso comprobar si podía ser ventajosa. Por eso, realizaron un sencillo experimento, consistente en pedir a un grupo de voluntarios no sinestésicos que recitaran los meses del año, empezando por un mes cualquiera, hacia atrás. Después, tuvieron que repetir el procedimiento, pero saltando los meses de dos en dos. Y luego de tres en tres. Estas dos últimas variantes resultaron ser bastante complicadas para ellos, pues se tenían que parar a pensar. Sin embargo, la joven sinestésica cuyo caso describe el estudio lo hizo fácilmente, con muy poco tiempo dedicado a pensar el siguiente mes.
Además, una cámara destinada a captar sus movimientos oculares determinó que movía los ojos como si realmente tuviese una pizarra delante de ella. Incluso llegó a señalar con el dedo. El estudio no cita si esto le ha traído ventajas de memorización, como a Karmele, pero lo más probable es que así sea. ¿Quién no querría tener un calendario de colores frente a sus narices en cada momento? Nos ahorraríamos muchos plantones. O quizás no, pero sería algo maravilloso de experimentar.