Los gusanos de barco, más técnicamente conocidos como Teredo navalis, son una especie curiosa. Y es que, a pesar de no medir más de 2 centímetros de longitud, a lo largo de la historia han puesto en peligro o directamente han hecho fracasar multitud de gestas navales.
Son verdaderos expertos descomponiendo madera. Algo así como las termitas del mar. Y claro, en el pasado este era el material predominante de las estructuras de los barcos, por lo que destrozaron montones de ellos, desde los navíos de los antiguos griegos hasta la flota de Cristóbal Colón.
Pero no solo se han cebado con los barcos. Cualquier pieza de madera que entre en contacto con el agua del mar corre el peligro de acabar hecha añicos por su culpa. Y lo más curioso es que, a día de hoy, los científicos no tienen ni idea de cómo consiguen arrasar de tal manera con este material.
Carroñeros y causantes de naufragios
Los gusanos de barco tienen entre sus víctimas predilectas los restos de naufragios. Es un fastidio, por las connotaciones históricas de estos navíos sumergidos. Pero, al menos, con ellos ya no había nada que hacer. El problema es que también atacan a los que aún se encuentran a flote.
Por ejemplo, en las cartas de Cristóbal Colón durante su cuarto viaje (1502), refirió la existencia de unos gusanos que carcomían la estructuras de sus naves, sin que los marineros dieran abasto a sacar el agua que se filtraba por los orificios. Literalmente, señaló que sintió como su barco se estaba hundiendo debajo de él.
Además, se dice que otros ilustres exploradores, como Elcano, Magallanes, o incluso el pirata Francis Drake, vivieron experiencias similares por culpa de los gusanos de barco.
Pero no solo afectan a los barcos, también fueron artífices de la destrucción de muelles en el siglo XX y se les considera unos de los principales responsables de que en el pasado se procediera a cambiar los materiales con los que se fabricaban los diques.
Hoy en día, también los barcos están realizados con otros materiales que sobreviven a estos gusanos. Sin embargo, aún siguen protagonizando pérdidas económicas por otros motivos. Pero lo más importante es que tienen una gran influencia sobre el modelado de los ecosistemas, tanto por la promoción de la bioerosión, como por la creación de nuevos hábitats y la intervención en el ciclo de los nutrientes.
Por eso, es muy importante intentar conocerlos, entender cómo actúan y, empezando por lo básico, recordar que, a pesar de su nombre, los gusanos de barco no son gusanos.
¿Qué sabemos de los gusanos de barco?
Los gusanos de barco en realidad son moluscos bivalvos, como las almejas. Sin embargo, su aspecto llevó a que popularmente se les bautizara como tales.
Contienen branquias, por las que pasa el agua de la que captan el alimento. Pueden ser algas, pero principalmente prefieren la madera. Y si no la encuentran, la buscan, ya que pueden perforarla, generando esos túneles que traían de cabeza a los marineros en el pasado.
Lo que no se sabe en la actualidad es cómo logran perforar la madera. De hecho, intentar entenderlo es el objetivo de un estudio, publicado recientemente en Frontiers in Microbiology. En él, se analizan las diferentes opciones.
La primera teoría fue pensar que, al igual que las termitas, dispusieran de enzimas para ello. Las enzimas son proteínas cuya función es aumentar la velocidad de las reacciones químicas. Las hay específicas para diferentes reacciones y a veces son esenciales para que se puedan descomponer determinadas sustancias. Por ejemplo, para que los seres humanos podamos descomponer la lactosa de la leche disponemos de una, llamada lactasa. Por eso, se dice que las personas que no cuentan con esta enzima son intolerantes a la lactosa.
En el caso de los gusanos de barco, disponen de enzimas para descomponer la celulosa, pero no la lignina, mucho más compleja y difícil de digerir. Por lo tanto, esta teoría se invalidaría.
Para encontrar otras posibilidades, se han fijado en otros seres vivos capaces de descomponer la madera. Principalmente en dos. Por un lado, el gusano gribble cuenta con unas proteínas en su intestino que hacen que la lignina sea más porosa, de modo que las enzimas que descomponen la celulosa puedan penetrar en su interior.
Por otro, algunos hongos utilizan especies reactivas de oxígeno, más conocidas como ROS. Estas son moléculas que tienen electrones sin aparear en su capa más superficial. Los electrones buscan estar apareados, por lo que los roban de otras moléculas, por ejemplo las presentes en la madera, provocando en esta cambios que facilitan el trabajo a determinadas enzimas intestinales que no habían podido acabar con la lignina por sí solas.
Puede que uno de estos dos sea el modus operandi de los gusanos de barco, aunque hará falta más investigación para saberlo con seguridad. Lo que está claro es que comprender cómo trabaja puede ser muy útil, ya que podría intervenir en los procesos industriales para obtener energía de la madera sobrante. Podemos convertir a los gusanos de barco en nuestros amigos. ¡Si Cristóbal Colón levantara la cabeza!