Hace no demasiado tiempo, llegar sin hijos a determinadas edades se veía prácticamente como un fracaso en la vida. Sobre todo para las mujeres. Afortunadamente, hoy en día las mentalidades han evolucionado bastante. O al menos deberían. Muchos jóvenes han entendido que en la vida puede haber otras prioridades, más allá de la maternidad o la paternidad, como el trabajo, el ocio, los amigos o cualquier proyecto que uno decida. Tan sano es tener descendencia como no tenerla y, si bien para algunas personas puede ser todo un sueño, para otras no lo es en absoluto. Ninguna de las opciones es mejor que la otra.

Por otro lado, también está la parte mala por la que muchas personas deciden retrasar la maternidad o la paternidad. Precios desorbitados en la vivienda y multitud de empleos precarios son los motivos por los que, si bien hace pocas décadas una pareja de 30 años podía tener casa e hijos, hoy en día a esa edad muchos viven aún con sus padres. Pero dejemos eso a un lado. Si nos centramos en quienes siguen sin hijos simplemente porque no quieren, ¿qué podemos decir de su estado de ánimo?

A pesar del avance de los tiempos sigue habiendo personas que creen que todas las mujeres quieren tener hijos, solo que aún no lo saben. Esto, cómo no, sirve para que aquellas que deciden libremente no ser madres lleguen a sentirse culpables. Como si estuviesen haciendo algo mal. Por eso, a veces se ponen en duda decisiones como el aborto o la esterilización voluntaria. De hecho, esto último se ha comentado mucho recientemente en redes sociales, después de que varias chicas cuenten su experiencia en Twitter. ¿Pero cuánta verdad hay en todo esto? ¿Son realmente menos felices las parejas sin hijos? Un estudio recién publicado en PLOS ONE por científicos de la Universidad Estatal de Michigan tiene las respuesta. 

Hay muchos tipos de personas sin hijos

En realidad, este no es el primer estudio en el que se analiza el bienestar emocional de las personas sin hijos. Sin embargo, las investigaciones anteriores contaban con una gran limitación, ya que no solo se incluían quiénes no habían tenido descendencia por voluntad propia. También se tenían en cuenta aquellos que aún no habían sido padres, pero pretendían serlo, o quienes no tenían hijos por problemas reproductivos.

Este estudio se diferencia de otros en que separa a las personas sin hijos por decisión propia, por motivos reproductivos y porque aún no los han tenido

En este último estudio, en cambio, se diseñó un cuestionario muy preciso para poder separar a las parejas sin hijos en estos tres grupos.

Participaron 1.000 personas que previamente se habían incluido en una encuesta realizada por el Instituto de Políticas Públicas e Investigación Social de la universidad.

Con ellos, tras realizar esa primera división y tener en cuenta las características demográficas que podrían influir los resultados, se observó que no había diferencias en la satisfacción con la vida entre ellos. Tuviesen descendencia o no.

Sí que observaron que los individuos sin hijos eran más liberales, mientras que los padres eran menos amistosos con quienes no lo son.

Mucho más común de lo que parece

Otro dato que llamó la atención de los autores del estudio es que hay muchas más personas sin hijos de lo que se podría creer. Concretamente, vieron que una de cada cuatro personas en Michigan se identificó como “libre de niños”. Esta es una tasa de prevalencia mucho mayor que la de otros estudios que se habían centrado en el tema de la fertilidad.

No obstante, estos investigadores creen que aún hay mucho por estudiar. Por ejemplo, establecer en qué momento deciden esas personas que no quieren tener niños. Además, es importante tener en cuenta que solo se ha realizado con personas procedentes de Michigan. Sería interesante realizar otro estudio con individuos o parejas sin hijos procedentes de otros puntos del mundo. Así, se podrían ver también diferencias a nivel social y cultural. 

De cualquier modo, lo que está claro es que la maternidad y la paternidad son decisiones individuales. Por eso, deberíamos dejar de atormentar en general a todo el mundo, pero en particular a las mujeres, pues son las que se ven más atosigadas con el tema de la maternidad. Tener útero te da la posibilidad de tener hijos, pero no la obligación. A estas alturas de la historia, deberíamos diferenciar entre poder, deber y querer. No son sinónimos, que quede claro.