Sin duda, el SARS-CoV-2 se puede definir a la perfección como algo “chiquitito, pero matón”. A día de hoy, ha infectado a más de 174 millones de personas en el mundo. De todos ellas, unos 3,7 millones no pudieron superarlo. Aunque algunas zonas del globo ya van remontando gracias a las vacunas del coronavirus, se puede decir que literalmente hubo un momento en que paró el mundo.
Algo capaz de detener el transcurso normal de todo un planeta puede parecer inmenso. Y, sin duda, sus consecuencias lo son. Pero, si somos estrictos, es algo muy pequeño. De hecho, el pasado mes de febrero se calculó que todas las partículas virales que circulaban en aquel momento por el mundo cabrían en una lata de Coca Cola. O del refresco que fuera, tampoco hay que ser tan precisos.
Ahora, un equipo de científicos del Instituto de Ciencias Weizmann, de Israel, ha ido más allá, calculando el rango en el que debe encontrarse su peso. Según explican en el estudio que han publicado en PNAS, debe estar entre los 0,1 y los 10 kilogramos o, lo que es lo mismo, entre un tomate y un niño de un año. Es un dato curioso, ¿pero cuál era el verdadero objetivo de este estudio más allá de la simple curiosidad?
El peso del coronavirus
Antes de que se realizara este estudio ya se sabía que las partículas de SARS-CoV-2 pesan aproximadamente un femtogramo. Esto es lo mismo que 0,000000000000001 gramos.
Ahora bien, ¿cuántas partículas pueden coincidir en el organismo de una sola persona? Para responder a esta pregunta, midieron la cantidad de partículas virales en diferentes tejidos de monos rhesus durante el pico de su infección. Concretamente, se centraron en los tejidos más susceptibles al coronavirus. Por ejemplo, los pulmones, las amígdalas, los ganglios linfáticos y el sistema digestivo.
Luego, multiplicaron la cantidad de partículas que contabilizaron en cada gramo por la masa de los tejidos humanos, para extrapolar a nuestra propia especie. Finalmente, sabiendo lo que pesa una partícula, calcularon el peso de coronavirus que puede haber en un solo individuo.
Solo quedaba multiplicar por el número de infecciones activas que había en el mundo en un momento determinado para llegar a las cifras antes mencionadas.
De cualquier modo, es importante tener en cuenta que estas son cifras promedio; entre otras cosas, porque no todo el mundo tiene la misma cantidad de partículas virales durante el pico de su infección.
¿Para qué sirve todo esto?
Con estas cifras en la mano, los autores han podido trazar mejor el mapa de lo que ocurre durante una infección. Por ejemplo, han analizado si hay una relación entre la cantidad de partículas virales presente en un organismo en un momento y la rapidez con la que el virus puede evolucionar.
De hecho, en este mismo estudio aprovecharon para calcular cuántas mutaciones podría experimentar el coronavirus durante el curso de la infección en una persona, así como en la población en general.
Lo hicieron con estimaciones previas de otro coronavirus, diferente al SARS-CoV-2. Estas estimaciones arrojaron datos sobre la frecuencia con la que puede mutar uno solo de los ladrillitos que componen su ARN, llamados nucleótidos. Después, multiplicaron por el número de nucleótidos presentes en el virus causante de la COVID-19. Y, para terminar, calcularon cuántas veces hizo el virus copias de sí mismo en el tiempo que dura la infección.
Así, vieron que, durante una infección en una sola persona, acumula entre 0,1 y 1 mutaciones. Esto equivaldría a 3-5 mutaciones por mes, una cifra que coincide con la de otras estimaciones realizadas anteriormente.
Sabiendo esto, no es raro que las noticias sobre el coronavirus estén plagadas de historias de nuevas variantes.
En definitiva, este es un dato curioso, del que además se puede extrapolar información muy interesante para los científicos. Pero no importa si pesa como una manzana o como un avión. Da igual si cabe en una lata de refresco o en 500 campos de fútbol. Las consecuencias están claras, independientemente de su tamaño, como también lo está que solo las vacunas pueden ayudarnos a combatirlo. Los datos del coronavirus en España son un claro ejemplo de la importancia de la inmunización. Estamos en el buen camino, sigamos recorriéndolo con precaución.