Uno de los hábitos más comunes de cualquier persona antes de emprender un viaje es echar un vistazo al pronóstico meteorológico. Nadie quiere que la lluvia le fastidie un buen día de playa. Esto es aplicable para desplazamientos a la costa, pero también a la montaña o a cualquier otro lugar. Sirve para saber cuáles son los mejores días para hacer excursiones o para decidir qué ropa llevar. ¿Pero qué pasa si el viaje es fuera de este planeta? Puede parecer una tontería, pero también es necesario tener el tiempo en cuenta, ya que una tormenta solar puede fastidiar mucho más que un chaparrón.
Por eso, un equipo de científicos de la Universidad de Reading ha llevado a cabo un estudio en el que analiza si existen patrones en la actividad del astro rey a medida que van transcurriendo los ciclos solares. Hasta hace poco se creía que estos patrones no existían. Sin embargo, la conclusión de su trabajo es que sí que los hay. Y que, si finalmente se posponen las misiones Artemisa, pueden convertirse en una hazaña peligrosa.
¿Qué es un ciclo solar?
El gas caliente que rodea el sol se encuentra en constante movimiento, generando a su alrededor un campo magnético. Este, sin embargo, no es constante, pues está sometido a variaciones periódicas ordenadas en lo que se conoce como un ciclo solar.
Estos duran aproximadamente 11 años y comienzan cuando se da un mínimo solar o, lo que es lo mismo, en el momento en el que el astro rey alcanza un mínimo en la cantidad de manchas solares sobre su superficie. Estas constituyen una forma visual de medir la actividad magnética, ya que son regiones en las que esta es muy intensa y, además, la temperatura es más baja que la de los puntos a su alrededor.
Así, si se hace un seguimiento del número de manchas se puede comprobar cuando estas descienden a un mínimo y saber que ha empezado un nuevo ciclo. A lo largo de este, la actividad solar sufre numerosas fluctuaciones, que afectan a la energía que emite el sol y a su luminosidad. También pueden tener liberaciones explosivas de energía magnética. Esto es algo conocido como tormenta solar o tormenta geomagnética. La mayoría no son peligrosas para nosotros, aunque podrían llegar a afectar a satélites, transformadores eléctricos y sistemas de comunicación por radio. Ahora bien, si salimos de la Tierra, sí que pueden hacernos daño. Vale, la mayoría de nosotros no saldremos nunca de este planeta, pero debemos pensar en quiénes sí lo harán.
¿Cuándo puede ocurrir una tormenta solar?
Por lo general, no es posible predecir una tormenta solar. De hecho, hasta ahora se pensaba que ocurrían de una forma prácticamente azarosa. Sin embargo, los autores de este estudio reciente, conscientes de la importancia de tenerlas bajo control para futuras misiones espaciales, decidieron buscar patrones.
Para ello, tomaron los datos de unos instrumentos ubicados en Inglaterra y Australia, cuya función es medir los campos magnéticos en la atmósfera terrestre. En total, había información de los últimos 150 años.
Ya con ella en su poder, realizaron un modelo estadístico, dirigido a encontrar algún tipo de correlación temporal que permitiese predecir cuándo se puede formar una tormenta solar. Comprobaron que los fenómenos meteorológicos espaciales extremos, como la tormenta solar, son más propensos a ocurrir temprano en ciclos solares pares y hacia el final de los impares.
Actualmente nos encontramos en el número 25, desde que se comenzaron a tomar medidas. Empezó en 2019, por lo que se espera que finalice aproximadamente en 2030. Por lo tanto, si esta predicción está en lo cierto, será a final de la década en la que nos encontramos cuando sea más probable que ocurra una gran tormenta solar.
Las misiones Artemisa, dirigidas a llevar de nuevo al ser humano a la Luna, están planeadas para 2024. Sin embargo, últimamente se ha empezado a plantear la posibilidad de posponerlas.
En estas misiones están implicadas agencias espaciales como la NASA o la ESA y empresas privadas, como SpaceX. Ahora, con estos resultados, los científicos de la Universidad de Reading esperan que todas esas personas que están detrás del proyecto tengan en cuenta esta posibilidad antes de decidir si se pospone.
Ya en agosto de 1972 tuvo lugar una gran tormenta solar, justo entre las misiones Apolo 16 y 17. Afortunadamente, no les pilló de camino, ni sobre nuestro satélite. La próxima vez podríamos no correr la misma suerte. Por eso es necesario tomar precauciones.