No poder salir de casa debido a la pandemia de coronavirus ha traído también cosas buenas. Por ejemplo, este experimento de ciencia ciudadana para conocer más a nuestras mascotas, en particular a los gatos. Son independientes y rebeldes, les encanta tirar cosas de las mesas, dejan pelos por todas partes y tienen una extraña obsesión por meterse en las cajas. Justo esta manía por las cajas que tienen los gatos es lo que puso en marcha este experimento, que ahora se ha publicado en la revista científica Applied Animal Behaviour Science.

Da igual si es un gato persa, siamés o egipcio; en cuanto te descuides el gato estará metido en una caja de cartón de la que te has separado un segundo. Los investigadores de este estudio, titulado "If I fits, I sits" ("Si encajo, me siento" en español), realizaron este estudio con la idea de entender mejor cómo procesan los gatos las ilusiones visuales. Y estos son los resultados sobre gatos y cajas.

El cerebro percibe una ilusión óptica, ya que el cuadrado de Kanizsa no es tal

La ilusión óptica a la que los gatos tuvieron que enfrentarse es el cuadrado de Kanizsa. Tal y como explican desde Science Alert, se trata de cuatro formas parecidas a un pacman que se orientan para que parezcan las cuatro esquinas de un cuadrado. Esto hace percibir al espectador un cuadrado que en realidad no existe.

Ilusiones ópticas y gatos

Las ilusiones ópticas se producen cuando nuestro cerebro ajusta la información visual a las ideas preconcebidas. Sabemos que los ojos reciben la información, pero es el cerebro el que procesa la información y rellena los huecos si es necesario. Suele ser muy útil para detectar depredadores en la selva o para reconocer comida. Pero, ¿qué vieron los gatos cuando se les puso el cuadrado de Kanizsa?

No podemos saber qué vieron exactamente, pero nos podemos hacer una idea a través de su conducta. Sabemos que los gatos y las cajas son inseparables. Y esto podría extenderse a los cuadrados. Y eso fue justo lo que los investigadores vieron: los gatos se sentaban más en el cuadrado de Kanizsa o en el hecho con cinta adhesiva. Hay que explicar, además, que se usaron las mismas formas, pero desordenadas (es decir, no parecían un cuadrado) para ver qué preferían los gatos.

El experimento

De los 500 gatos que iban a participar en el estudio, al final solo 30 mascotas consiguieron completar todas las pruebas para la investigación. Este estudio ha sido liderado por la etóloga cognitiva Gabriella Smith, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Ella y sus compañeros fueron los encargados de reclutar a los humanos para poner a prueba a sus mascotas.

Los gatos debían elegir entre un cuadrado hecho con cinta adhesiva, la ilusión que crea el cuadrado de Kanizsa y los mismos componentes de la ilusión, pero que no formaban un cuadrado (el control).

Para ver que todo funcionaba correctamente, Smith y sus compañeros pidieron a los participantes dos cosas: que grabaran a sus gatos mientras escogían qué preferían y que evitaran influir en su decisión; por lo que tenían que llevar gafas de sol mientras el animal se decidía por alguno de los elementos.

Los dueños de los gatos tuvieron que grabar a sus mascotas y ponerse gafas de sol para no interferir en el experimento

"Los gatos de este estudio se pararon o se sentaron en los estímulos Kanizsa y el cuadrado hecho con cinta adhesiva con más frecuencia que en el control Kanizsa. Esto revela la susceptibilidad a los contornos ilusorios y apoya nuestra hipótesis de que los gatos tratan un cuadrado ilusorio como lo hacen con un cuadrado real", señalan los investigadores. Sin embargo, esto no ocurre siempre ni con todos los gatos. No debemos olvidarnos de que los animales también tienen sus propias personalidades, como esta mascota:

Limitación del estudio

El estudio está limitado por la pequeña muestra de gatos que han participado, pero se ha hecho en un entorno conocido para ellos

A pesar de que la muestra es muy limitada, este estudio se suma a otros que tiene resultados similares. No obstante, también tiene algo nuevo y que puede ser de mucha ayuda: el experimento se ha realizado en los hogares en los que viven los gatos. Esto es bueno, ya que estas mascotas son muy particulares y odian los lugares nuevos. Por esto, es más fácil que se comporten con naturalidad en un entorno que ya conocen que en, por ejemplo, un laboratorio.

Pero, ¿por qué es importante saber esto? Los gatos, como ya sabemos, no hablan. Al menos por el momento. Sin embargo, conocer cómo funciona su cerebro en cuanto a las ilusiones ópticas nos puede acercar a saber un poco más de la forma en la que ven el mundo. Esto, además, nos puede ayudar a comparar los diferentes tipos de visión entre especies.

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