Han pasado 35 años desde el terrible accidente que tuvo lugar en la central nuclear de Chernobyl. Sin embargo, los expertos siguen con la vista puesta en sus ruinas. Los alrededores de las instalaciones se han convertido en un escenario fantasma, con pueblos deshabitados y zonas boscosas abandonadas, en las que la vida se ha ido abriendo paso después de ser prácticamente arrancada de cuajo. Mientras tanto, el material radiactivo permanece sepultado bajo un sarcófago de acero erigido un mes después de la catástrofe. Pero que disponga de su propio ataúd no significa que esté muerto. De hecho, sigue conservando cierta actividad, cuyo reciente aumento ha llamado la atención de los científicos encargados de revisarla.

De momento no están claras las causas de este fenómeno, ni tampoco se sabe a dónde llegará. No se descarta que pueda darse una nueva explosión, aunque no tendría ni de lejos la magnitud de la acaecida en 1986. Además, no sería algo inminente, por lo que podría haber tiempo de tomar cartas en el asunto. 

Aumenta la actividad en Chernobyl

Antes de ver qué está ocurriendo ahora, recordemos en qué consiste la fisión nuclear. A grandes rasgos, esta se da cuando un núcleo pesado, como el del uranio, se divide en dos o más, provocando la liberación de los neutrones que se encontraban en su interior. A su vez estos neutrones salen disparados hacia otros átomos, provocando que también se dividan. 

Para controlar la fisión nuclear existen sensores que detectan posibles aumentos en la emisión de neutrones

En este proceso se libera una gran cantidad de energía, que se aprovecha en las centrales nucleares, por ejemplo, para generar electricidad.

Actualmente en las ruinas del accidente de Chernobyl existen sensores cuya función es detectar posibles aumentos en la emisión de neutrones. Así, se puede detectar si se está dando fisión en los átomos de elementos radiactivos que continúan allí. 

Los últimos recuentos ponen en evidencia un lento aumento en estos niveles, que ha llamado la atención de los detectives de las ruinas de la central nuclear. ¿Pero debemos preocuparnos?

Cautela sí, pero no pánico

En declaraciones a Science Magazine, los investigadores del Instituto para los Problemas de Seguridad de las Centrales Nucleares (ISPNPP) de Kiev, encargados de revisar la actividad en los escombros de Chernobyl, han explicado que hay aún muchas incertidumbres y que no se puede descartar la posibilidad de un accidente. No obstante, también han hecho un llamamiento a la calma, asegurando que la velocidad a la que se está generando este aumento de la actividad es tan baja que ese posible accidente se daría en un futuro lejano y tampoco sería algo muy grande.

La liberación de neutrones se está dando muy lentamente

Aun así, siguen atentos, pues no saben cómo ha podido ocurrir. La mayor enemiga de los escombros radiactivos es la humedad. Esto se debe a que, fuera de ella, los neutrones que salen de un núcleo fisionado van demasiado deprisa para adherirse a otro y generar la reacción en cadena. Sin embargo, al cambiarlos a un medio como el agua, todo se ralentiza y es mucho más fácil que se genere esta unión que acaba provocando una nueva división nuclear. Por eso, cuando comprobaron que el agua de lluvia comenzaba a acumularse bajo el sarcófago, se fabricó una nueva cubierta, llamada Nuevo Confinamiento Seguro, cuya función era mantener seca la zona.

Esto lleva a pensar que la humedad no debe ser el factor que ha generado este aumento de actividad. Aunque tampoco puede asegurarse al cien por cien. 

Mientras tanto, dado que por ahora todo parece estar ocurriendo lentamente, planean realizar una limpieza de combustible para intentar evitar futuros accidentes. Uno de estos científicos, Maxim Saveliev, ha explicado que “cualquier reacción explosiva estaría contenida, pero podría amenazar con derribar partes inestables del desvencijado Refugio, llenando el Nuevo Confinamiento Seguro de polvo radiactivo”. No estaríamos ante una nube de radiactividad sobre toda Europa, como en el 86, pero sí ante un accidente que se debe intentar evitar. Sin miedo, pero buscando soluciones.