Hace apenas unos días que se publicaban los resultados sobre un nuevo experimento dirigido a analizar los superpoderes de los tardígrados. Concretamente, se sustituyeron por balas y se lanzaron a gran velocidad para comprobar si serían capaces de sobrevivir a una colisión como la de la nave israelí Beresheet, que se estrelló contra la Luna en 2019, con un cargamento de estos animales a bordo. Ahora, otro nuevo proyecto está a punto de ponerse en marcha, con otro viaje en el espacio. Pero esta vez no irán solos, ya que a bordo de la nave de SpaceX en la que irán les acompañará un grupo de pequeños calamares bioluminiscentes.

Según explican desde Live Science, el viaje comenzará el próximo 3 de junio, a las 1:29 p.m. EDT (19:29, hora peninsular española y 12:20, hora Ciudad de México). En ese momento, un cohete Falcon 9 saldrá del Centro Espacial Kennedy, de Florida, con destino a la Estación Espacial Internacional, donde permanecerán una buena temporada para su estudio. El objetivo de los científicos que se encuentran detrás de este proyecto es observar posibles cambios en su fisiología que puedan hacer más fácil en un futuro la vida de los astronautas. ¿Pero por qué exactamente?

Unos viejos conocidos de la investigación espacial

El tardígrado es un animal apasionante. Numerosos estudios y experimentos en el pasado han demostrado que es capaz de resistir temperaturas extremadamente frías y calurosas, salinidad elevada, deshidratación, radiaciones cósmicas o el vacío del espacio. Incluso se ha comprobado que pueden sobrevivir después de ser hervidos.

Los tardígrados sobreviven en condiciones extremas gracias a una fase de latencia, llamada 'tun'

Todo esto lo suelen conseguir a través de un estado de hibernación, llamado tun, en el que se sumergen cuando las condiciones no son favorables. Después, cuando esta etapa de penurias cesa, vuelven a la vida, como si no hubiese pasado nada. El ave fénix, renaciendo de sus cenizas, es un aficionado al lado del tardígrado.

Por ese motivo, no es extraño que los científicos quieran estudiar su supervivencia en la Estación Espacial Internacional. Concretamente, buscan saber cuáles son los genes que les confieren esta resistencia a condiciones extremas. Así, tendrían datos mucho más concretos para tratar de emularlos en un futuro mediante tratamientos que permitan a los astronautas resistir a estas situaciones tan peligrosas para el ser humano.

Para ello viajarán semicongelados y se descongelarán ya en su destino para empezar los experimentos. Todo esto es muy interesante, pero no sorprendente, pues no es la primera vez que estos animales se estudian en el espacio. Los verdaderos debutantes aquí son los calamares. 

Calamares y bacterias

calamares
Universidad de Florida

Los calamares elegidos para esta misión serán ejemplares de calamar hawaiano (Euprymna scolopes). Esta especie es conocida, además de por su reducido tamaño, de unos 3 mm, por su bioluminiscencia. 

Los calamares no nacen con las bacterias luminiscentes, sino que se asocian con ellas en el agua del mar

Esto significa que son capaces de emitir luz, pero en su caso no son ellos los que lo consiguen. En realidad, son las bacterias bioluminiscentes con las que mantienen una relación simbiótica. Estas viven en un órgano en el interior de los calamares, por lo que en cierto modo se pueden comparar con nuestra microbiota intestinal. Las nuestras no nos convierten en bombillitas, pero nos ayudan a digerir los alimentos y nos protegen de patógenos digestivos. Por supuesto, también tenemos microorganismos beneficiosos viviendo en otras zonas de nuestro cuerpo. Es, por ejemplo, el caso de la microbiota de la piel o de los genitales. Son muy beneficiosos para nosotros, por lo que sería muy importante que no sufrieran las consecuencias de un viaje al espacio.

Y es aquí donde entran en juego los calamares de SpaceX. Estos animales nacen sin dichas bacterias, pero poco después del nacimiento, al interaccionar con ellas en  el océano, comienzan esa relación tan beneficiosa para ambas partes. Por eso, los responsables del proyecto los enviarán a la Estación Espacial Internacional libres de bacterias, pero una vez allí los pondrán en contacto, simulando lo que ocurre normalmente en el mar. Así, podrán comprobar cómo comienzan la relación y cuáles son los genes que se activan o desactivan en el proceso.

Todo esto podría ser muy útil para los astronautas del futuro. Por eso, estaremos muy pendientes de los resultados de esta nueva aventura. 

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