Para resolver los misterios que suelen rodear a los casos de Sherlock Holmes, la memoria es una habilidad esencial. El personaje de Conan Doyle hace gala numerosas veces de ella a través de métodos muy diversos. Sin embargo, en Sherlock, la serie de la BBC, hay uno que destaca sobre el resto: el palacio mental.

Cualquier fan de la trama habrá visto numerosas veces al protagonista concentrarse en la imagen de un inmenso palacio, por el que pasea en busca de esos pequeños detalles escondidos en su mente que pueden tener la clave para solucionar un enigma.

Muchos hemos oído nombrar este método por primera vez a través de la historia del detective londinense. Sin embargo, es mucho más antiguo que la serie o incluso que el propio autor de las novelas. Más conocido como loci, el palacio mental es una herramienta que ya utilizaban en la antigua Grecia para recordar datos. Las mejores memorias del mundo están muy familiarizadas con él, pero también se puede entrenar al resto de la población. No es fácil, requiere cierta habilidad previa y mucha práctica; pero, si se consigue, es de las medidas más eficaces para exprimir al máximo nuestra memoria.

De paseo por el palacio mental de Sherlock Holmes

No es necesario que estemos intentando detener los malvados planes de Moriarty para poner en marcha la técnica del palacio mental. Puede servir para algo tan simple como memorizar la lista de la compra.

De hecho, este es el ejemplo que ponen en IFLScience para dar a conocer el método, del cual se acaba de publicar un estudio en Science Advances.

Para recordar todos los componentes de esta o cualquier otra lista, debemos viajar en nuestra mente a un lugar con el que estemos bien familiarizados. Vale nuestra casa, nuestra oficina o cualquier otro sitio que conozcamos a fondo.

Después, se adjudica cada uno de los términos de la lista a las diferentes estancias de este lugar. Por ejemplo, junto a la puerta de la entrada, al lado del paragüero, veremos los yogures. A continuación, en la entrada del baño, una bolsa de zanahorias. Luego entraremos al dormitorio y veremos una docena de huevos sobre la cama y una bolsa de harina encima de la mesita de noche.

Este es solo un ejemplo, pero sirve para comprender a grandes rasgos en qué consiste el palacio mental al que tan a menudo viaja Sherlock Holmes.

Se puede entrenar

Los 17 mejores memorizadores del mundo están más que familiarizados con el palacio mental. ¿Pero es realmente necesario tener una memoria prodigiosa o ser todo un Sherlock Holmes para practicarlo?

Con el fin de dar respuesta a esta cuestión, un equipo de científicos del Radboud University Medical Center de Países Bajos reclutó tanto a estos expertos como a otras 16 personas de la población general. Cuando se les pidió que memorizaran una lista de palabras en orden, los primeros recordaron una media de 72, mientras que los segundos se quedaron en 43.

Para la segunda fase del experimento, se buscó a otras 50 personas no expertas y se las dividió en tres grupos. Las del primero se entrenaron para memorizar una lista de palabras a través del palacio mental. Las del segundo hicieron lo propio, pero con otra técnica de memorización. Finalmente, las del tercer grupo no recibieron ningún tipo de adiestramiento.

A continuación, finalizados los entrenamientos, se pidió a todos los participantes que memorizaran una nueva lista de palabras en orden. Los que aprendieron a usar el método loci recordaron de media 50, una cifra mucho más significativa que las 30 de los que practicaron otro método y las 27 de los que no se entrenaron. 

Menos esfuerzo cerebral

Hasta aquí, este estudio demostraba que se puede entrenar a la población general para usar el palacio mental. Pero no es lo más curioso que se extrae de esta investigación.

Y es que, al someter tanto a expertos como a no expertos entrenados a una resonancia magnética del cerebro, aquellos que sabían usar el palacio mental mostraron una reducción en la actividad neuronal de áreas vinculadas al procesamiento de la memoria espacial.

Dicha disminución podría indicar que su cerebro no estaba trabajando a pleno rendimiento y que, por lo tanto, no se obtendrían buenos resultados. Sin embargo, indica todo lo contrario. Se puede comprobar que, en realidad, es más eficiente y aprovecha el esfuerzo justo para lograr resultados óptimos. 

Podría verse como un atleta olímpico y cualquier humano corriente corriendo una maratón. Posiblemente el primero la hará en mucho menos tiempo, lo cual es un resultado mejor, pero también llegaría infinitamente menos cansado.

En definitiva, no hay que ser Sherlock Holmes para tomar prestado su palacio mental. No obstante, requiere mucho entrenamiento y, según los autores del estudio, no todo el mundo es igual de apto. De cualquier modo, no perdemos nada por probar a colocar los artículos de nuestra lista de la compra en una casa dibujada en nuestra mente. Eso sí, si no encuentras la botella de vino que dejaste en la bañera, quizás sea mejor que lleves la lista apuntada.