Seguro que alguna vez te ha pasado eso de olvidar por qué has entrado en una habitación. Atraviesas el umbral de la cocina y de repente no tienes ni idea de qué era eso que ibas a buscar allí. Si te ha pasado, sea cual sea la estancia, has experimentado algo conocido como efecto puerta.
Este fenómeno, que no ocurre solo a los más despistados, ha sido muy estudiado por psicólogos y neurocientíficos. Sin embargo, un nuevo trabajo, publicado recientemente en BMC Psychology por científicos de varios centros de investigación australianos, arroja nuevos datos, que contradicen algunos de los estudios anteriores.
Concretamente, señalan que para que esto ocurra, en realidad, deben darse dos factores determinantes: que estemos ocupados y que las estancias sean bastante diferentes entre sí. Pero veamos cómo han llegado a esa conclusión.
Las claves de olvidar por qué has entrado en una habitación
Para la realización del estudio, se usó un programa de realidad virtual, con el que los voluntarios se movían por varias estancias. Cuando pasaban de una a otra, se les pedía que recordaran algo que habían visto en la anterior. Podía ser un cono azul o un cubo rojo, por ejemplo.
Pero, curiosamente, la mayoría de las veces lo conseguían. No estaban experimentando el efecto puerta con la intensidad de estudios anteriores o de la vida real. Por lo tanto, para olvidar por qué has entrado en una habitación debía ocurrir algo más.
La mayoría de nosotros solemos tener vidas muy ajetreadas y tener muchas cosas ocupando nuestra cabeza a la vez. Esta podría ser la clave.
Con el fin de comprobarlo, se repitió el experimento, pero esta vez se pidió a los participantes que, mientras se desplazaban de un cuarto a otro, contaran hacia atrás durante la primera mitad del trayecto. De este modo, ocupaban con otras tareas su memoria de trabajo o, lo que es lo mismo, aquella en la que se almacena información temporalmente.
Con este nuevo aditivo la cosa cambió mucho, pues sí que comenzó a darse el efecto puerta más frecuentemente.
¿A qué se debe el efecto puerta y por qué difieren los estudios?
Según ha explicado a Science Alert uno de los autores del estudio, el psicólogo Oliver Baumann, el efecto puerta se da cuando el cerebro interpreta que se ha producido un cambio de contexto. En ese caso, “los recuerdos pertenecen a una red diferente de información”, por lo que puede ser más complicado acceder a ellos.
Sin embargo, aunque se dé ese cambio de contexto, si la memoria está ocupada solamente en recordarlo, será más complicado que se olvide. Por eso es determinante que la memoria de trabajo esté ocupada.
En cuanto al motivo por el que hay variaciones entre estudios, estos autores concluyen que se debe a que se utilizan diferentes tipos de escenarios. Es importante que las estancias sean diferentes, para que el cerebro realmente interprete ese cambio de contexto.
No solo es cosas de puertas
El efecto de olvidar por qué has entrado en una habitación se conoce popularmente como efecto puerta. No obstante, también se le denomina efecto de actualización de ubicación. Y realmente puede que este sea un nombre más adecuado, ya que no es necesario que haya una puerta física para que ocurra.
Por ejemplo, en su estudio estos investigadores citan algo que también es muy común: abrir una ventana nueva en el ordenador y no recordar con qué objetivo lo hicimos.
Incluso puede que sí haya puertas, pero no las típicas de entrada a una habitación. ¿Quién no ha olvidado qué quería coger del frigorífico después de abrir su puerta?
Estos científicos esperan que su investigación pueda servir para buscar formas de evitar el molesto efecto puerta. Pero, hasta que esto sea posible, recomiendan intentar mantener en primer plano esa cosa que queríamos hacer al pasar de una habitación a otra.
Aunque sabemos que recordar que habías entrado al salón a coger la cartera cuando a la vez estás pensando a qué hora sale tu hija de clases de violín, cuántos correos te quedan por contestar y que al perro hoy le toca veterinario puede ser un poco complicado. Si es así, al menos consuélate con que es un efecto común, que le pasa a todo el mundo y no es indicador de nada grave.