A veces las cosas no son lo que parecen. Es una frase aplicable a muchos ámbitos de la vida, de la que podemos ser conscientes rápidamente o, por el contrario, tardar varios años en hacerlo. Esto precisamente es lo que pasó en Alemania con la investigación de una asesina en serie misteriosa.

Durante 16 años, la conocida como fantasma de Heilbronn fue el quebradero de cabeza de los cuerpos de seguridad de varias ciudades alemanas. Su ADN aparecía entre las pruebas de cada vez más asesinatos. Inicialmente parecían tener un modus operandi parecido, pero poco a poco la cosa se fue desmadrando, situando a la misteriosa asesina en escenas de crímenes de lo más dispares. Finalmente, según cuentan en un artículo sobre ella publicado recientemente en IFLScience, el misterio logró resolverse en 2009, demostrando que, como buena fantasma, esta asesina nunca existió.

El largo recorrido de una asesina en serie misteriosa

Todo empezó en 1993, con la aparición del cadáver de Lieselotte Schlenger. La mujer, de 62 años, fue estrangulada en su casa de Idar-Oberstein, con el alambre de un ramo de flores hallado cerca del cuerpo. La policía científica rastreó el escenario del crimen en busca de huellas o rastros de ADN, que finalmente aparecieron en una taza de té a medio beber.

El análisis de dicho material genético mostró que pertenecía a una mujer, pero no estaba fichada. Tampoco coincidía con ninguna posible sospechosa, por lo que poco a poco el caso cayó en el olvido.

Pero volvió al candelero en 2001, cuando el mismo ADN apareció en el escenario de otro asesinato. Esta vez la víctima era un hombre de 61 años, estrangulado también en su casa, en Friburgo. El ADN de la mujer se localizó en un cajón de la cocina en la que se halló el cadáver. De nuevo se trataba de un caso de estrangulamiento a una persona de poco más de 60 años, asesinada en su propia casa. Además, ambos domicilios se encontraban a menos de 300 kilómetros de distancia. ¿Estaban entonces ante una asesina en serie misteriosa? Todo parecía apuntar a que sí, aunque pronto la cosa comenzó a volverse complicada.

Solo pasaron cinco meses hasta que su ADN volvió a aparecer. Pero esta vez lo hizo en una jeringa de heroína abandonada, con la que se había pinchado una niña en un patio de recreo en Gerolstein. No parecía haber ninguna conexión. Como tampoco la había con la galleta localizada en una caravana robada en Bad Kreuznach. Ni con los botellines de cerveza y la copa de vino en un bar asaltado en Karlsruhe.

Más casos por todo el mundo

El ADN de la asesina en serie misteriosa seguía apareciendo una y otra vez.

La cosa comenzó a volverse especialmente peculiar en 2005, cuando un hombre disparó a su propio hermano en Worms. Estaba claro quién era el asesino. Sin embargo, cuando la policía científica analizó la bala empleada encontró en ella resto del ADN de la que ya conocían como la asesina sin rostro.
Podría ser cómplice del autor confeso del homicidio, pero este aseguró no conocerla. Como también lo aseguraron el resto de personas relacionadas con asesinatos en los que se encontró el ya conocido material genético. Poco a poco la alargada sombra de esta mujer desconocida se fue alargando, hasta hallarse en escenas de crímenes en Francia y el sur de Austria. Robos de coches, atracos a mano armada, asesinatos… se la relacionaba con todo tipo de delitos. Pero ninguno de los detenidos sabía quién era.

Su nombre definitivo, el de la fantasma de Heilbronn, se lo ganó tras uno de sus últimos crímenes. Ocurrió en 2007. Michèle Kiesewetter, una joven policía de 22 años, estaba almorzando con su compañero en el coche patrulla, en la ciudad de Heilbronn. De repente, dos desconocidos se subieron en el asiento de atrás y les dispararon por la espalda. Ella murió y el otro agente quedó herido.

Los asaltantes huyeron antes de que llegaran los refuerzos. Por suerte, se localizaron restos de ADN en el asiento en el que habían irrumpido. Podrían haberse identificado; pero, para gran sorpresa de quienes lo analizaron, resultó que pertenecían también a la asesina en serie misteriosa.

La solución al misterio

Tras el asesinato de una de sus compañeras, la policía alemana se encontraba desesperada por resolver el enigma. Por eso, ofrecieron una recompensa de 300.000 euros a quién tuviese alguna pista de la asesina en serie misteriosa.

Se tomaron muestras de saliva de cientos de mujeres en el sur de Alemania, Francia, Bélgica e Italia. Ninguna resultó ser el fantasma de Heilbronn.

Pero, finalmente, en 2009 llegó la respuesta que todos esperaban. Fue la policía francesa la que lo descubrió, a raíz de un nuevo caso. Acababan de encontrar un cadáver carbonizado, que sospechaban que pertenecía a un hombre que había solicitado asilo en territorio francés en 2002, poco antes de desaparecer. Aún conservaban sus huellas dactilares, por lo que procedieron a analizarlas. Sin embargo, cuando lo hicieron comprobaron que sobre ellas había restos de ADN de la homicida sin rostro. Si aquel solicitante de asilo hubiese sido una mujer, de repente todos los cargos habrían recaído sobre sus espaldas. Pero era imposible, ya que se trataba de un hombre. Por eso, decidieron cambiar la perspectiva de sus pesquisas. ¿Y si el ADN no estuviese allí a causa de los crímenes, sino de la propia investigación policial?

La comprobación de esta nueva teoría les hizo dar con la solución. Efectivamente, el ADN coincidía con el de una mujer que trabajaba en la cadena de embalaje de una empresa de suministros médicos. La misma compañía que vendía material a los laboratorios de la policía que habían analizado todas aquellas muestras. En realidad, se trataba simplemente de una contaminación. La fantasma de Heilbronn no era un espectro, pero sí que es cierto que nunca existió. Al menos, nunca había matado a nadie.

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