El orgasmo no es el fin último de las relaciones sexuales. Pero sí puede ser un problema no conseguir llegar al clímax nunca. La anorgasmia es la incapacidad (en ocasiones temporal) de algunas personas para llegar al orgasmo, tanto en pareja como durante la masturbación. Este 14 de febrero, además del día de los enamorados, es el Día Europeo de la Salud Sexual. Por eso, hoy es el día más indicado para hablar de anorgasmia.

Como explicábamos, la anorgasmia puede ser en ocasiones temporal, pero en otras puede ser una situación que lleva desde siempre con la persona. En este caso, vamos a hablar de la anorgasmia femenina y cómo se puede tratar. Esto se debe a que "es más frecuente entre las mujeres que en los hombres", según explica Sanitas. En ellos el diagnóstico es complejo dado que el "orgasmo masculino no debe tomarse como un sinónimo de eyaculación".

La anorgasmia puede ser de dos tipos: ha estado siempre ahí o dejan de conseguirse los orgasmos repentinamente. Esto puede deberse a diferentes causas, desde un problema físico hasta tomar ciertos medicamentos que bajan la libido; pasando por las creencias erróneas que nos impiden disfrutar de las relaciones sexuales.

Anorgasmia: problema físico o psicológico

"Si no hay un problema físico, como puede ser una ablación, una malformación en el clítoris o que te hayan tenido que extirpar la vulva por un cáncer; lo que hacemos es buscar las creencias erróneas que te impiden ir escalando en la curva de la excitación, que al final desemboca en el orgasmo", explica a través del teléfono Laura Morán.

Los pensamientos que pueden impedir el orgasmo a las mujeres pueden ser desde "no sentirte cómoda con tu cuerpo" hasta "el tacto de la vulva", que puede parecernos extraño. Incluso "porque se siente mal por tocarse o porque le toque otra persona". "Todo eso hace que la excitación decaiga y te impide alcanzar el orgasmo", afirma la sexóloga.

"Para poder tener un orgasmo, te tienes que llevar bien con tu cuerpo", explica Morán. "Así que lo primero es trabajar la aceptación del cuerpo, incluidos vulva y clítoris". A la par que la paciente trabaja para aceptar su cuerpo, tiene que deshacerse de esos pensamientos que le impiden excitarse y alcanzar el orgasmo. Y es que la cabeza está muy presente a la hora de mantener relaciones sexuales.

Es importante que las pacientes "se vayan familiarizando con su cuerpo en general, no solo con los genitales", añade. "Por ejemplo, después de la ducha dedicar un momento a masajearse mientras te pones una crema hidratante o ir a que te den un masaje en otro sitio, aunque esto es muy difícil al principio". "A medida de que te vas haciendo amiga con tu cuerpo, es cuando pueden entrar a formar parte del tratamiento los juguetes sexuales", añade Morán.

Y es que, como ya explicamos en otro artículo sobre los juguetes sexuales, estos pueden ayudarnos a tener una buena salud sexual. Estos juguetes, para las mujeres que sufren la anorgasmia, son "un paso intermedio entre la vulva y la paciente". Es decir, se usan mientras la mujer se termina de familiarizar y querer su cuerpo. "Más adelante se podrán tocar ellas mismas", concluye la sexóloga.

Medicamentos que bajan la libido

escenas de sexo, gen del deseo sexual masculino

Algunos medicamentos pueden bajar la libido y dificultar la llegada al orgasmo. En ocasiones, incluso impedirlo. Entre estos medicamentos se encuentran los antidepresivos y ansiolíticos. Pero también pueden reducir el deseo sexual otros como los fármacos para la calvicie, antihistamínicos, anticonvulsivos, beta bloqueadores o Proscar. Los anticonceptivos hormonales pueden tanto bajar el deseo sexual como aumentarlo, dependiendo de la persona y las hormonas que estos lleven.

Por otra parte, sobre los antidepresivos hay que señalar que, en ocasiones, puede no ser directamente por el fármaco sino por todo lo que la depresión conlleva. Es decir, la depresión es una enfermedad que puede arrebatarte las ganas de todo, incluido el deseo sexual. Por este motivo, hay que tener en cuenta que la depresión en sí también puede ser una enfermedad que baje la libido o impida el orgasmo.

Por tanto, si nunca has tenido un orgasmo o llevas una temporada sin poder disfrutar del clímax de las relaciones sexuales; quizás es el momento de que pidas ayuda. La mejor opción es acudir a una sexóloga, ya que te ayudará a entender qué te pasa y a poner una solución.

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