Las vacunas salvan vidas. Esta frase lleva repitiéndose hasta la saciedad desde que los primeros grupos antivacunas comenzaron a oponerse a ellas. Además, ha vuelto a ser necesario recordarla ahora que la vacunación se ha convertido en el arma definitiva para intentar terminar con la pandemia de coronavirus. Pero ya eran esenciales mucho antes de que la COVID-19 llegara a nuestras vidas.

Han pasado casi 225 años desde que Edward Jenner administró la vacuna de la viruela al pequeño James Phipps. Desde entonces, miles de millones de dosis de esta y otras vacunas se han administrado en todo el mundo, salvando la vida de muchas personas. ¿Pero de cuántas? Es difícil dar un número certero sobre el número de niños y adultos que habrían fallecido de no ser inmunizados contra ciertos patógenos. No obstante, sí que se pueden dar cifras aproximadas. Eso precisamente es lo que ha hecho recientemente un equipo de científicos del Imperial College de Londres, cuyos resultados se acaban de presentar en The Lancet.

Cifras para demostrar que las vacunas salvan vidas

Este estudio se ha centrado en los programas de vacunación de 98 países de ingresos bajos y medianos (PIBM), como Bolivia, Etiopía o la India. Se centraron en el papel de 10 vacunas: hepatitis B, Haemophilus influenzae tipo B, virus del papiloma humano, encefalitis japonesa, sarampión, Neisseria meningitidis del serogrupo A, Streptococcus pneumoniae, rotavirus, rubéola y fiebre amarilla.

Dieciséis grupos de investigación independientes analizaron estos datos, que luego se pusieron en conjunto. Así, se comprobó que los niños nacidos en 2019 en alguno de estos países tendrán un 72% menos de probabilidad de morir en la infancia si reciben todas esas vacunas.

Además, si retrocedemos hasta el año 2000, estos modelos calculan que desde entonces hasta la actualidad se ha evitado la muerte de unos 37 millones de niños. Incluso si extrapolamos al futuro la cifra sigue en aumento, alcanzando los 120 millones para 2030. Curiosamente, de todos ellos, unos 98 millones procederían solo de las vacunas contra la hepatitis B y el sarampión. Esta cifra, por supuesto, puede ser todavía mayor si se mejoran los programas de vacunación. O peor si empeoraran, aunque esto es algo a lo que no deberíamos llegar.

Otra información que se extrae de este estudio es que las vacunas salvan vidas infantiles, pero también adultas. Es lógico, ya que muchas de estas enfermedades podrían manifestarse en la etapa adulta, pero la vacunación durante la infancia también genera protección para entonces.

Algunos ejemplos

No es el primer estudio dedicado a demostrar que las vacunas salvan vidas. Por ejemplo, en 2016 el CDC anunció que solo la vacuna del sarampión ha evitado más de 20 millones de muertes desde el año 2000.

También se ha prestado mucha atención a la vacuna del virus del papiloma humano, tanto en este estudio como en otros anteriores. De hecho, se cree que si una cantidad adecuada de jóvenes tuvieran acceso a ella podría eliminarse el cáncer de cuello de útero por este motivo en muchos PIBM.

Quizás sea por esto que los antivacunas no existen en los países más pobres. Porque ellos le han visto los ojos a la muerte más a menudo. Saben lo que todas esas enfermedades pueden hacer y no están dispuestos a dejar que sus hijos las sufran. En esta parte del mundo, en cambio, hemos olvidado cuáles eran las consecuencias. Aunque el coronavirus nos ha hecho recordar ese miedo que nuestros antepasados sintieron por el sarampión o la viruela. Si ellos recibieron con júbilo las vacunas que los prevenían, nosotros deberíamos hacer lo mismo con esta que ahora llega.

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