Con buena parte de España y de otros países del mundo sumida en una intensa ola de frío, mantener el cuerpo caliente se convierte en todo un reto. Para exteriores, los expertos aconsejan usar varias capas de ropa, dos pares de calcetines colocados sobre unas mallas, que irán debajo del pantalón, dos bufandas y otros muchos tips. Por supuesto, esa primera capa debe ser térmica. ¿Pero y si ni de esa forma logramos entrar en calor? A veces, incluso dentro de casa el frío se apodera de nuestro cuerpo, dificultándonos casi cualquier tarea que intentemos llevar a cabo. Un pijama gordito con una camiseta térmica debajo suele ser suficiente para pasar el frío hogareño. Pero en una situación como esta hay quien prefiere elegir opciones más extremas, como la ropa calefactable.

Dicho muy grosso modo, se trata de prendas que incluyen calefacción. Las hay de diferentes tipos, según el uso que se le pretenda dar. Por lo general se utilizan para realizar deportes al aire libre en zonas muy frías. No obstante, también hay quién recurre a ellas en situaciones como la que estamos atravesando. Ahora bien, ¿cómo funcionan exactamente?

El secreto de la ropa calefactable

La ropa calefactable puede ser de muchos tipos, pero todos ellos pueden dividirse en dos: las eléctricas y las que se basan en reacciones químicas.

Las primeras incluyen resistencias que se conectan a una batería, que promueve que se calienten. Si bien originalmente no iban mucho más allá de estas dos partes, a día de hoy incluyen sistemas Bluetooth, que permiten el control desde un Smartphone, así como sensores de temperatura y mecanismos para el control de la intensidad. De este modo se evita que nos quememos al sobrecalentarse las resistencias, ya que los sensores detectan si esto ocurre y activan el apagado de la batería.

La ropa calefactable que está diseñada para su uso en deportes con coche o motocicleta pueden llevar baterías que se acoplan al mechero del vehículo. Sin embargo, las que están dirigidas al alpinismo o el esquí no pueden funcionar así, de ahí que se recurra a baterías portátiles recargables.

La otra opción es el uso de parches con productos químicos. Estos pueden incluirse en la propia estructura de la ropa calefactable. Sin embargo, también se venden por separado. Son muy conocidos los de la marca WEDZE, de venta en Decathlon, pero también los comercializan otras compañías. En este caso, contienen cloruro sódico, vermiculita, carbón activado, agua y hierro en polvo. Estos compuestos reaccionan entre sí, dando lugar a una reacción exotérmica o, lo que es lo mismo, que desprende calor. De este modo, se logra calentar durante un tiempo el cuerpo de quién los lleva puestos.

¿Pueden ser peligrosas estas prendas?

La ropa calefactable y los parches son seguros, pero sí que hay que tener en cuenta algunas indicaciones. La primera, como en todo, es cumplir las instrucciones del fabricante. En el caso de los parches, por ejemplo, estas incluyen no colocarlos directamente sobre el cuerpo, sino sobre la primera capa de ropa.

Además, es importante asegurarse de que cuentan con el sello de cumplimiento de la normativa europea o de cualquier otro lugar en el que se adquiera. Esto es muy importante, pues a veces puede que recurramos a opciones más baratas, sin la homologación adecuada. Y estas sí que podrían causar quemaduras.

De cualquier modo, las embarazadas y las personas con la piel sensible, problemas de circulación o enfermedades como la diabetes o la artritis deberían consultar con un médico antes de usar ropa calefactable o parches. Incluso si van a seguir todas las directrices recomendadas.