Antes de que aparezcan los primeros créditos de Pieces of a Woman de Netflix, la película ya avanzó media hora en su narración y mostró lo más duro de su metraje. La decisión no es una excentricidad narrativa, ni tampoco es un experimento para romper la estructura tradicional de tres actos de cualquier guion. Se trata de una introducción casi violenta a un tipo de intimidad tan angustiosa y directa que por momentos resulta por completo incómoda.

La cámara del director muestra, paso a paso y de manera cruda, el normal proceso de un parto en casa en compañía de una Doula. Y cómo se convierte en una tragedia desgarradora.

La película se toma el tiempo de dejar claro que esos treinta minutos agónicos en que Martha (una inmensa Vanessa Kirby) lucha por traer al mundo a su hija, son el preludio de una situación cada vez más dura e inmanejable. De modo que para cuando aparecen los créditos, el espectador tiene la sensación de que una tormenta argumental le devastó a niveles singulares e inclasificables.

Se trata de una decisión arriesgada, porque el segundo tramo de la película es un análisis en ocasiones introspectivo, pero nunca tan directo, sobre la tragedia de la muerte de un bebé recién nacido. Un impacto capaz de destruir a la pareja protagonista.

La crudeza del realismo en 'Pieces of a Woman' en Netflix

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La propuesta de Mundruczó basa su efectividad en un naturalismo frontal, que utiliza la cámara como un testigo que no juzga ni elabora opiniones visuales o narrativas. En lugar de eso, el director utiliza los cambios estacionales, los colores de la puesta en escena. Los silencios para apuntar al duelo, que se hace cada vez más profundo y venenoso.

Los simbólico lo es todo en Pieces of a Woman. El dolor vivo, físico y agresivo de Sean (Shia LeBeouf) padre y esposo, se muestra a través de colores vivos, gestos y gritos. El actor muestra lo que ocurre en su interior en una colección de gestos y guiños. Que a pesar de parecer en ocasiones caricaturescos son el vívido retrato de los rigores de lo que vive y le lleva esfuerzos expresar.

En contraposición, la forma pasiva como Martha se recluye en su mente se envuelve en una paleta descolorida. La película es un mensaje visual sobre la pertinencia del dolor como discurso.

El poder del luto

La muerte neonatal — un tema del que se habla poco y se analiza menos — no tiene una forma sencilla de contarse en pantalla y Mundruczó no lo intenta. Hay definitiva influencia directa de Martin Scorsese — productor de la película — en la manera en cómo el guion sigue a sus personajes, los observa con una atención durísima, los sacude y los aplasta. Por último deja en evidencia que ninguno de ellos podrá recuperarse — no pronto, quizás nunca — de un tipo de sufrimiento que desvela lo peor y lo mejor de cada uno.

Por supuesto, para Mundruczó la necesidad de mostrar el luto y el duelo desde el realismo atraviesa un debate incómodo sobre la forma en que se expresa el dolor. Martha intenta recuperarse y su tránsito hacia la oscuridad de su mente se muestra en escenas cuidadosas en la que los pequeños detalles sostienen una tensión extrema.

Personajes enfrentados

El personaje va de un lado a otro, aturdido y en ocasiones desconectado de lo que le rodea. Kirby logra crear un retrato de la angustia incapaz de definirse que se atiene a largas miradas, pequeños gestos y la sensación que Martha navega en aguas profundas, hacia una peligrosa desesperanza.

Por otro lado, su marido va en la dirección contraria. LeBeouf crea un personaje contenido que estalla en una ruidosa y vacía angustia que no puede manejar. La forma como el actor delinea con atención ese lento derrumbe asombra por su impecable pulso. Cuando la ruptura llega en una escena de sexo tan sórdida como angustiosa, ambos personajes alcanzan a un punto de no retorno casi tan poderoso como la larga secuencia que muestra la muerte del bebé.

Los claroscuros de 'Pieces of a Woman' de Netflix

No obstante, en sus momentos más brillantes, el film es incapaz de sostener la tensión y tiene momentos de drama simple que desconciertan en comparación al resto. Mundruczó no logra en ocasiones unir las piezas con la suficiente habilidad, como para que la película sea un todo elocuente de algo más amplio. En realidad, su recorrido hacia lo que parece ser una redención necesaria tiene mucha más semejanza con una expiación inevitable. Martha termina por perdonar y perdonarse, mientras lucha por su cordura, contra la presión de su adinerada madre (la formidable Ellen Burstyn) y al final, la definitiva ruptura de algún lugar en su interior irrecuperable.

Mundruczó trata de no sobrepasar el tono firme e intenso que logra en los tramos más crudos del argumento, pero pierde el pulso cuando los detalles lo son todo. La cámara contempla a Martha romperse poco a poco, como una imagen frágil con centro de acero. Pero por momentos, pareciera que el director termina por preferir contemplar a su actriz, que brinda la actuación de su carrera con una actuación de las que cimientan carreras y deslumbran por su sutileza.

Accidentada pero al final, solida en su conjunto, Pieces of a Woman es un recorrido por ocho meses abrumadoras en que el dolor cambia de forma y ritmo. Y la forma en que la película en la película lo observa, es quizás su característica más asombrosa. Una nueva vida que muere, para mostrar cómo el dolor es capaz de engendrar un nuevo mundo interior.