Molly Everette Gibson nació el pasado 26 de octubre en Tennessee, Estados Unidos. Es la segunda hija de Tina, una joven de 29 años, y su marido Benjamin, de 36. Hasta aquí todo parece normal, si no fuera porque el óvulo y el espermatozoide que dieron lugar a la pequeña Molly se fundieron en forma de zigoto hace 27 años, cuando Tina apenas contaba con 18 meses. El motivo de esta locura matemática es que la bebé ha nacido a partir del embrión congelado más antiguo que se ha implantado con éxito.

El récord hasta ahora lo ostentaba otra niña, cuyo embrión se mantuvo congelado durante 24 años. Se trata de Emma, la primera hija de Tina. Sin duda, si estas hermanas preguntan a sus padres cómo vinieron al mundo cuando sean mayores, van a tener una historia muy interesante para contarles.

El embrión congelado más antiguo

Cuando una pareja se somete a un tratamiento de reproducción asistida diferente a la inseminación artificial, el primer paso es extraer a la mujer sus ovocitos, siempre que estos sean adecuados y no se requiera una donante. Los que estén maduros y tengan una morfología correcta se fecundan con los espermatozoides de su pareja o de un donante.

Se fecunda el mayor número posible de ovocitos, pues no todos los embriones resultantes evolucionarán adecuadamente. Una vez llegados al momento de la transferencia, el número de embriones que se utilice dependerá del país. En España, por ejemplo, el máximo legal es de tres embriones, aunque solo se recurre a esta cantidad si la probabilidad de éxito es baja por motivos anatómicos o de calidad del embrión. Lo normal es uno o dos. ¿Qué se hace entonces con los que sobran?

Esta es una decisión de la pareja. Pueden pedir que se desechen, que se conserven para un nuevo ciclo cuando pase un tiempo o que se donen. Incluso si se conservan para ellos, pero por algún motivo deciden que ya no quieren más hijos, pueden optar por esto último. La donación puede ser para investigación o para otra pareja. Y es aquí donde empieza la historia del embrión congelado más antiguo. Los progenitores biológicos Molly donaron el embrión hace 27 años. Por algún motivo, este se ha mantenido congelado todo este tiempo, hasta que finalmente se decidió usarlo cuando Tina volvió a la clínica de reproducción asistida en busca de un nuevo embarazo.

Una historia con mucho éxito

Tanto en el caso de Emma como en el de Molly, los embriones fueron facilitados por el Centro Nacional de Donación de Embriones (NEDC) de Knoxville. Esta es una organización cristiana sin ánimo de lucro, que recibe embriones donados de padres biológicos que han pasado por la fecundación in vitro. Los dos fueron donados por una misma pareja anónima, por lo que las pequeñas son también hermanas genéticas.

Su caso es verdaderamente interesante, por haberse convertido en el embrión congelado más antiguo con el que se ha logrado un embarazo a término. Esto demuestra que realmente pueden permanecer conservados mucho más tiempo de lo que se pensó en un inicio.

Es necesario que se mantengan en un tanque de nitrógeno líquido, a -196ºC. Una vez ahí, según ha explicado a New York Post la directora del laboratorio de NEDC, Carol Sommerfelt, podrían conservarse prácticamente por tiempo indefinido.

Cabe destacar que, en base a las cifras de éxito de las NEDC, solo el 75% de los embriones sobreviven al proceso de descongelación. De todos estos, el 49% superarán la transferencia y darán lugar al nacimiento de un bebé vivo.

Tanto Molly como Emma estuvieron dentro de ese porcentaje que supera todos los retos. Y encima entraron de lleno en el libro Guiness de los récords. No sabemos si traerían un pan debajo del brazo; pero, desde luego, dieron mucho de lo que hablar.