Por razones como el retraso de la maternidad o la implantación de hábitos dañinos para la fertilidad en el estilo de vida de hombres y mujeres, cada vez son más las parejas que deben recurrir a las técnicas de reproducción asistida para tener a sus hijos.

Desde que en 1978 nació la primera niña concebida a través de la fecundación in vitro han sido muchos los bebés que han nacido gracias al desarrollo de estas técnicas. Sin embargo, a medida que ha aumentado el conocimiento sobre reproducción asistida se han descubierto algunos puntos conflictivos en los métodos empleados.

La reproducción, un negocio fértil

Buen ejemplo de ello es la transferencia de varios embriones, con el objetivo de aumentar las probabilidades de conseguir un embarazo. De hecho, este es el motivo por el que antiguamente muchas mujeres parían mellizos, trillizos o incluso cuatrillizos después de realizarse este tipo de tratamientos de fertilidad. El problema es que los embarazos múltiples conllevan muchos riesgos, como abortos indeseados, bajo peso al nacer o parto prematuro. Por eso, muchos países han incluido en la legislación concerniente a estas técnicas un máximo de embriones a transferir. En el caso de España, el máximo se sitúa en tres embriones, aunque esto solo se aplica a casos muy extremos, en los que la mujer tiene serios problemas para la implantación, ya sea por la edad o por algún problema fisiológico. Así, si se considera que las características son buenas para que tenga lugar el embarazo, solo se transferirá uno.

Así empezó todo: este vídeo muestra la fecundación de un óvulo en tiempo real

En principio, esto solventa buena parte de los problemas derivados del embarazo múltiple, pero no todos, pues se han dado casos de mujeres que han tenido mellizos, e incluso trillizos, después de la transferencia de un solo embrión. Aunque ya existían teorías sobre el origen de este problema, era necesario un estudio como el que un equipo de investigadores japoneses acaba de publicar en Human Reproduction. En él, analizan el transcurso del embarazo de casi un millón de ciclos de reproducción asistida en los que solo se transfirió un embrión, de modo que detectan cuáles son las causas que llevan a estos curiosos embarazos múltiples.

CRISPR
Deva Studio/Shutterstock

División cigótica

Cuando un espermatozoide fecunda a un ovocito, ya sea de forma natural o artificial, se forma un cigoto, que luego se irá dividiendo en nuevas células, llamadas blastómeros, y formará el embrión. El problema es que a veces este cigoto se divide en dos zigotos-o incluso tres- que comenzarán a dividirse por separado, dando lugar a dos embriones, en lugar de uno. No es algo muy frecuente, pero sí que se han documentado bastantes casos.

Con el fin de analizar cómo ocurre, estos investigadores estudiaron 937.848 ciclos de transferencia de un solo embrión, realizados entre 2007 y 2014. Es importante tener en cuenta que a veces pueden producirse embarazos múltiples por la combinación entre la transferencia de un embrión y el acto sexual, ya que este último conduciría a la fecundación de un segundo óvulo, casi simultáneamente. Por eso, estos científicos emplearon ultrasonidos para detectar el número de sacos gestacionales y clasificaron como división cigótica aquellos casos en los que el número de fetos superaba al número de sacos.

Así, pudieron comprobar que la prevalencia de la división cigótica era de un 1’36% y que había varios factores de riesgo, que hacían que aumentara la probabilidad de que ocurriera. Por ejemplo, utilizar embriones que previamente se han congelado y descongelado puede aumentar el riesgo en un 34%. También parece estar relacionada la técnica de eclosión asistida, consistente en realizar un pequeño orificio en la capa proteica que rodea el embrión, de modo que le resulte más fácil liberarse de ella e implantarse en el útero. Aunque suele dar muy buenos resultados en mujeres con problemas de implantación, también parece favorecer el riesgo en un 21%.

Pero si realmente hay una técnica que ha mostrado una gran correlación con el aumento de este fenómeno, según el estudio recién publicado, es el cultivo de blastocistos en laboratorio. Cuando un embrión tiene buena calidad, se transfiere a la madre en el día tres, contando como día 0, la jornada en la que se extraen los ovocitos y se fecundan. Sin embargo, a veces es necesario seguir incubándolo unos días más y transferirlo cuando alcanza el estado de blastocisto, en el día 5 o 6. En esos casos, este estudio calcula que la posibilidad de división cigótica aumenta en un 79%.

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El estudio también demuestra que el riesgo de división cigótica ha disminuido en los últimos años, aunque no se sabe bien por qué. Podría ser que las mejoras en las técnicas de reproducción asistida estén llevando a eliminar el origen del problema, pero sería necesaria más investigación para poder dilucidarlo.

Por eso, sería interesante realizar estudios similares, con el fin de comprobar si la tendencia observada se mantiene. De ser así, podría ser necesario avisar a las parejas del riesgo de embarazo múltiple antes de someterse a ciertas técnicas. De cualquier modo, el porcentaje de divisiones cigóticas en general es muy bajo, por lo que no hay de qué alarmarse.

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