El próximo 21 de diciembre llegará el solsticio de invierno para el hemisferio norte y el de verano para el sur. Los cambios de estación se producen debido a una característica muy interesante de la Tierra: está inclinada. Actualmente, unos 23,5 grados. Y la relación entre la inclinación del eje terrestre y las estaciones puede llevar a hacernos una pregunta: ¿La inclinación del eje de la Tierra puede influir en el clima?

La cantidad de insolación (luz solar) que recibimos depende de tres movimientos orbitales de la Tierra para distribuirse y va a condicionar el clima de manera directa. Estos movimientos son la traslación alrededor del Sol; la inclinación del eje, que puede variar entre los 21 y los casi 24 grados, y el lugar hacia el que apunta el eje, ya que no mira siempre hacia el mismo lado. "Describe una curva, como si fuese una peonza que pierde energía", explica a Hipertextual el investigador Alejandro Robador, del Colegio Oficial de Geólogos. Esto es lo que se conoce como precesión.

Los tres influyen en qué partes de la Tierra van a tener más o menos luz solar y esto va a condicionar el clima terrestre, en parte. "Es un tema complejo", añade el geólogo. Porque, además, el clima no es algo estático sino que está cambiando continuamente. Sin embargo, sin la inclinación de la Tierra no tendríamos estaciones.

Así funcionan las estaciones

solsticio de invierno

La clave está en cómo llegan los rayos del Sol hasta la Tierra en cada momento del año. Es decir, mientras nuestro planeta se mueve, se aleja y acerca del astro. De modo que en ciertas posiciones, va cambiando las estaciones. "Por ejemplo, cuando es verano en el hemisferio norte, los rayos del Sol inciden más en este lugar y menos en el sur, por lo que allí es invierno", explica Rosa Mediavilla, investigadora del Instituto Geologico y Minero de España (IGME).

"A medida que la Tierra gira alrededor del Sol, va cambiando la forma en la que incide la intensidad de los rayos solares. De esta forma, en los equinoccios el eje de inclinación de la Tierra no mira ni hacia el Sol, por lo que los rayos inciden en 90 grados sobre el ecuador. Y el día y la noche duran lo mismo en el equinoccio".

"Cuando la Tierra está girando y pasa a una posición más alejada, de forma que el eje de inclinación esté en sentido contrario a la situación del Sol, la incidencia sobre la parte alta del planeta es menor", indica Mediavilla. Por lo que será invierno en el hemisferio norte, pero verano en el sur. Porque es donde más incide la luz solar. Y así es como la inclinación del eje terrestre afecta al clima de nuestro planeta.

El clima si el eje de inclinación fuera otro

Tenemos suerte porque sin la inclinación del eje de la Tierra, el clima sería muy distinto. "Si el eje no estuviese inclinado, no tendríamos estaciones. Recibiríamos todos los días del año recibiríamos la misma cantidad de radiación solar y no tendríamos estaciones", indica desde el otro lado del teléfono. "En cambio, si el eje estuviera totalmente horizontal, lo que pasaría es que tendríamos seis meses a oscuras y seis meses a pleno sol. Son dos condiciones extremas. Por suerte estamos en una situación intermedia y eso significa que tenemos estaciones", señala desde el otro lado del teléfono.

"En unas épocas, cuando el eje está inclinado hacia el Sol recibimos más radiación, de una manera más perpendicular, y a eso lo llamamos verano. Curiosamente, en el hemisferio norte, a lo que llamamos verano es cuando más lejos estamos del Sol. No tiene nada que ver con eso. El movimiento de la Tierra alrededor del Sol forma una elipse y cuando estamos más lejos coincide con que es verano en el hemisferio norte".

Los ejes no son estáticos

Los ejes también cambian con el tiempo. "Por ejemplo, la excentricidad de la elipse que hace la Tierra alrededor del Sol varía cada 100-400.000 años, queda fuera de lo que puede ser la vida humana (80-90 años)", explica Mediavilla. "También cambia el ángulo, puede moverse entre los 21,5 y los 24,5 grados. Dependiendo de si está más o menos inclinado, los rayos solares darán de forma más directa o indirecta. De forma que no habría demasiada diferencia entre estaciones -cuanto más cerca de 21 grados- o las estaciones estarán más contrastadas entre ellas -cuando se acerca a 24 grados-", apunta.

Ahora estamos a 23,5, por lo que las estaciones en estos momentos se contrastan mucho entre ellas: veranos muy calurosos e inviernos muy fríos. Esta variación, cada 40.000 años, queda fuera del alcance de la actividad del ser humano por completo.

Sin embargo, a nivel geológico sí son importantes: "La suma de todas estas variaciones y movimientos da lugar a glaciaciones y periodos entre glaciaciones, pero a la escala de 80-90 años no lo vamos a ver”, señala Mediavilla. “Otro de los parámetros que cambia es el eje de rotación, pero por influencia del Sol y de la Luna tiene otro movimiento que le hace girar [la precesión]”.

"Los cambios que sí son a escala del hombre son los del ciclo del Sol", apunta Juan Santisteban, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. "Esos son más a escala humana, pero los geológicos no". O no del todo, ya que sí que afectaron a nuestros ancestros; pero no a nivel de nuestras generaciones (abuelos, padres, hijos). No los veremos en nuestra vida.

Cambios climáticos

Como hemos visto, los movimientos de la Tierra también afectan al clima. También afectan los cambios en el ciclo del Sol, que “es como una estufa, a veces calienta más; otras, menos”, apunta Santisteban. Por tanto, no es solo la mano del hombre. Entonces, ¿por qué hablar tanto de cambio climático? Es algo normal, ¿o no?

La realidad es más compleja de lo podemos imaginar mirando solo la superficie de lo que sucede. Es cierto que siempre ha habido épocas de glaciación. E incluso la humanidad las ha vivido. Pero no es el cambio del clima lo que preocupa sino que se está acelerando con la ayuda del ser humano. En unos 150-200 años hemos escalado demasiado deprisa la montaña del cambio climático debido a nuestras nuevas formas de vida. "Por eso nos dicen que tenemos que prevenir que la subida sea tan rápida. Si el aumento es a lo largo de 5.000 años, tenemos tiempo de adaptarnos y cambiar. Pero si se hace de un día para otro, ¿cómo reacciono? No tengo tiempo", añade Santisteban.

Con nosotros o sin nosotros, el clima de la Tierra cambiará -y sobrevivirá a nuestro paso por el planeta-, como lo ha hecho cada 120.000 años, según explican Mediavilla y Santisteban. Solo que en aquellas otras épocas todo ha ido mucho más despacio. Muchísimo más lento. Y ha dado tiempo a acostumbrarse y evolucionar para sobrevivir.

El problema, por tanto, es nuestro. "El problema es que el ser humano no está acostumbrado a las condiciones que se nos pueden venir encima. Por lo que nuestro modo de vida puede cambiar por completo", señala Santisteban. "Es importante el clima para nosotros porque vivimos bajo unas condiciones determinadas. Y cuando se modifican, aparecen muchos cambios. ¿Nos imaginaríamos vivir ahora sin calefacción? Pero el ser humano, antes, ha vivido sin calefacción mucho tiempo", señala Mediavilla. Ahora tenemos muchas comodidades, pero ¿estaríamos dispuestos a prescindir de ellas si fuera necesario?

"Lo que la gente no se da cuenta es de que nos estamos poniendo en riesgo a nosotros mismos", comenta Santisteban". "A la especie", señala Mediavilla. "Desde el punto de vista de la evolución, las extinciones siempre se han dado", añade la investigadora del IGME. "Las especies aparecen y desaparecen; la Tierra sigue", afirma.

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"Se humaniza mucho a la Tierra, se dice que sufre, pero la realidad es que es una pelota de roca que no tiene sentimientos y ni sufre ni padece, que va a seguir dando vueltas", afirma Santisteban. "Somos nosotros los que vamos a sufrir todas las consecuencias. Y hay cambios en tu vida a los que te acostumbras rápido y otros a los que no. Cuando te has acostumbrado a un estilo de vida determinado, que te cambien las condiciones del juego rápidamente puede suponer que tú no sepas adaptarte. Como persona o como sociedad. Sufre la economía, la agricultura, el turismo... Y sufrimos todos. Las consecuencias van más allá de la parte personal", reflexiona.

El clima se ve afectado por diferentes factores y uno de ellos es el eje de inclinación de la Tierra. Pero la actividad humana es otro y estamos viendo cuánto daño está haciendo ya, pero podríamos llegar a niveles desconocidos. Y las próximas generaciones no podrían sobrevivir en unas condiciones tan adversas, ya que les estamos quitando la oportunidad de acostumbrarse poco a poco a otro clima que será mucho más duro del que estamos viviendo ahora. El tiempo es la clave: cuanto más tiempo para acostumbrarse a las inclemencias climáticas, mejor preparados estarán.

No habrá Tierra para los humanos si seguimos como hasta ahora. No porque ella vaya a desaparecer, sino porque lo hará nuestra especie. Y a pesar de la pandemia de COVID-19, el problema climático sigue siendo uno de los más importantes desafíos que tenemos entre manos como habitantes inteligentes de esta pelota de roca.

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